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jueves, 19 de mayo de 2016

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES DE CRISTO


Oración por los sacerdotes de Cristo



Oh Jesús, Eterno Sacerdote ! guarda a tus sacerdotes al abrigo de tu Corazón. Guarda sin manchas sus manos consagradas que diariamente tocan tu santo Cuerpo, y limpios sus labios teñidos con tu preciosa Sangre.
Guarda puros sus corazones, marcados con el sello sublime del Sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, que tu santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice sus trabajos y que el fruto de sus desvelos sea la salvación de muchas almas. que serán su consuelo aquí y su corona eterna. Amén.

PRECES POR LOS SACERDOTES


Preces por los sacerdotes


A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor...


A nuestro Santísimo Padre el Papa, Dale Señor tu corazón de Buen Pastor.

A los sucesores de los Apóstoles, Dales Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes.

A los Obispos puestos por el Espíritu Santo, Compromételos con sus ovejas, Señor.

A los párrocos, Enséñales a servir y a no desear ser servidos, Señor.

A los confesores y directores espirituales, Hazlos Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu.

A los que anuncian tu palabra, Que comuniquen espíritu y vida, Señor.

A los asistentes de apostolado seglar, Que lo impulsen con su testimonio, Señor.

A los que trabajan por la juventud, Que la comprometan contigo, Señor.

A los que trabajan entre los pobres, Haz que te vean y te sirvan en ellos, Señor.

A los que atienden a los enfermos, Que les enseñen el valor del sufrimiento, Señor.

A los sacerdotes pobres, Socórrelos, Señor.

A los sacerdotes enfermos, Sánalos, Señor.

A los sacerdotes ancianos, Dales alegre esperanza, Señor.

A los tristes y afligidos, Consuélalos, Señor.

A los sacerdotes turbados, Dales tu paz, Señor.

A los que están en crisis, Muéstrales tu camino, Señor.

A los calumniados y perseguidos, Defiende su causa, Señor.

A los sacerdotes tibios, Inflámalos, Señor.

A los desalentados, Reanímalos, Señor.

A los que aspiran al sacerdocio, Dales la perseverancia, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales fidelidad a Ti y a tu Iglesia, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales obediencia y amor al Papa, Señor.

A todos los sacerdotes, Que vivan en comunión con su Obispo, Señor.

Que todos los sacerdotes, Sean uno como Tú y el Padre, Señor.

Que todos los sacerdotes, Promuevan la justicia con que Tú eres justo.

Que todos los sacerdotes, Colaboren en la unidad del presbiterio, Señor.

Que todos los sacerdotes, llenos de Ti, vivan con alegría en el celibato, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti, Señor.

De manera especial te ruego por aquellos sacerdotes por quienes he recibido tus gracias; el sacerdote que me bautizó, los que han absuelto mis pecados reconciliándome contigo y con tu Iglesia, aquellos en cuyas Misas he participado y que me han dado tu cuerpo en alimento, los que me han transmitido tu palabra y conducido hacia Ti.


A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo
los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

LOS SANTOS DE HOY JUEVES 19 DE MAYO DEL 2016

Alcuino de York, SantoAlcuino de York, Santo
Abad y Profesor, Mayo 19
Rafael-Luis Rafiringa, BeatoRafael-Luis Rafiringa, Beato
Educador Lasallista, 19 de mayo
José (Jozef) Czempiel, BeatoJosé (Jozef) Czempiel, Beato
Sacerdote y Mártir, Mayo 19
Humiliana de Cerchi, BeataHumiliana de Cerchi, Beata
Terciaria Franciscana, Mayo 19
Pina Suriano, BeataPina Suriano, Beata
Laica, 19 de mayo
María Bernarda Bütler, SantaMaría Bernarda Bütler, Santa
Fundadora, 19 de mayo
Agustín Novello, BeatoAgustín Novello, Beato
Agustino, Mayo 19
Urbano I, SantoUrbano I, Santo
XVII Papa, 19 de mayo
Crispín de Viterbo, SantoCrispín de Viterbo, Santo
Capuchino, Mayo 19
Celestino V, SantoCelestino V, Santo
CXCII Papa, 19 de mayo

SANTA MARÍA BUTLER, LA MISIONERA DE LOS INDIGENTES EN SUDAMÉRICA, 19 DE MAYO


Hoy 19 de mayo se celebra a Santa María Bütler, la misionera de los indigentes en Sudamérica
Por Abel Camasca




Dotada de una excelente salud, Verena creció alegre, inteligente, generosa y amante de la naturaleza. A los siete años comenzó a frecuentar la escuela. El fervor y el empeño con el que, el 16 de abril de 1860, se acercó a la Primera Comunión permanecieron constantes en ella a lo largo de toda su vida. La devoción a la Eucaristía formará, efectivamente, el fundamento de su espiritualidad.

A la edad de 14 años, terminados los estudios elementales, Verena se dedicó al trabajo agrícola, experimentando también el afecto por un digno joven del cual se enamoró. Sintiendo la llamada de Dios supo desprenderse de este compromiso para entregarse completamente a su Señor. En este período de su vida se le concedió la gracia de gozar sensiblemente de la presencia de Dios, sintiéndolo muy cercano. Ella misma afirma: «Explicar este estado del alma a quien no ha experimentado jamás algo semejante, es extremadamente difícil, si no es que imposible». Y además: «El Espíritu Santo me enseñó a adorar, alabar, bendecir y dar gracias a Jesús en el tabernáculo, en todo momento, en medio de las labores y en la realidad cotidiana de la vida».

Atraída del amor de Dios, a los 18 años entró como postulante en un convento de la región. Comprobado que no era aquél el lugar donde el Señor la llamaba, Verena regresó pronto al seno familiar. El trabajo, la oración, el apostolado en la parroquia, mantuvieron vivo en ella el deseo de la vida consagrada. El 12 de noviembre de 1867, por sugerencia de su párroco, Verena entró en el Monasterio franciscano de María Auxiliadora en Altstätten. El 4 de mayo de 1868 vistió el hábito franciscano, tomando el nombre de Sor María Bernarda del Sagrado Corazón de María, y, el 4 de octubre de 1869 emitió la Profesión religiosa, con el firme propósito de servir al Señor hasta la muerte, en la vida contemplativa.

Pronto fue electa Maestra de novicias y por tres veces Superiora de la Comunidad, desempeñando este servicio fraterno por nueve años consecutivos. Su celo y su amor por el Reino de Dios la habían preparado para iniciar una nueva experiencia misionera. Por tanto, acogió de buen grado la invitación de Mons. Pietro Schumacher, obispo de Puertoviejo, en Ecuador, quien le pidió venir a su diócesis, planteándole la precaria situación de su gente. María Bernarda reconoció en esa invitación la clara voluntad de Dios que la llamaba a ser anunciadora del Evangelio en aquella tierra lejana.

Superadas las iniciales resistencias del obispo de San Gallo y después de haber obtenido un regular indulto pontificio, el 19 de junio de 1888 Sor María Bernarda y seis Compañeras dejaron el monasterio de Altstätten y partieron para el Ecuador. Solamente la luz de la fe y el celo por el anuncio del Evangelio sostuvieron a la Beata y a sus Compañeras en la difícil separación del amado monasterio y de las Hermanas. En su interior María Bernarda pensaba en el tener que dar vida a una fundación misionera dependiente del monasterio suizo. A su vez, el Señor la hacía fundadora de una nueva Congregación religiosa, la de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.

Recibidas paternalmente por el Obispo, éste encomendó a María Bernarda la Comunidad de Chone que presentaba un espectáculo desolador, por la falta casi absoluta de sacerdotes, la escasa práctica religiosa y por la difundida inmoralidad. María Bernarda se hizo «toda para todos», poniendo como fundamento de su acción misionera la oración, la pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio constante de las obras de misericordia. Junto con sus hijas, comenzó un intenso apostolado entre las familias, profundizando en el conocimiento de la lengua y de la cultura del pueblo. No tardaron en madurar los primeros frutos. La vida cristiana de aquella población volvió a florecer como por encanto. También la nueva Congregación franciscana creció en número y se fundaron las dos Casa filiales de Santa Ana y de Canoa. Pero, también, pronto la obra misionera de la Madre Bernarda fue marcada por el misterio de la Cruz. Fueron muchos los sufrimientos a los que ella y sus hijas se vieron sometidas: la pobreza absoluta, el clima tórrido, incertidumbres y dificultades de todo tipo, riesgos para la salud y la misma seguridad de vida, incomprensiones de parte de la autoridad eclesiástica y, la separación de algunas Hermanas de la Comunidad, constituidas después en una Congregación autónoma (las Franciscanas de la Inmaculada: Beata Caridad Brader). María Bernarda soportó todo con heroica entereza, en silencio, sin defenderse y sin alimentar resentimientos en la confrontación con alguno, perdonando de corazón y orando por aquellos que la hacían sufrir.

Como si no fueran suficientes todas estas pruebas, en 1895, una violenta persecución por parte de fuerzas hostiles a la Iglesia obligó a Sor María Bernarda y sus Hermanas a escapar del Ecuador. Sin saber a dónde ir, con 14 Hermanas se dirigió a Bahía, de donde prosiguió para Colombia. El grupo estaba aún buscando, cuando recibió la invitación de Mons. Eugenio Biffi para trabajar en su diócesis de Cartagena. Y, así, el 2 de agosto de 1895, fiesta de la Porciúncula de Asís, la Fundadora y sus Hermanas exiliadas del Ecuador, arribaron a Cartagena, recibidas paternalmente por el Obispo. Encontraron alojamiento en un ala del hospital femenino, llamado comúnmente «Obra Pía». El Señor las había conducido a aquel asilo, donde la Madre Bernarda permanecerá hasta el término de su vida. Después de la casa de Cartagena, se llevaron a cabo otras fundaciones no sólo en Colombia sino en Austria y en Brasil.

Con un amor compasivo, de auténtica franciscana, estaba encargada de socorrer las necesidades espirituales de los pobres que ella consideró siempre sus predilectos. Decía a las Hermanas: «Abran sus casas para ayudar a los pobres y a los marginados. Prefieran el cuidado de los indigentes a cualquier otra actividad».

La Madre guió su Congregación por espacio de treinta años. También después de haber renunciado al oficio de Superiora General, continuó animando, con sentimientos de verdadera humildad, a sus queridas Hermanas, sobre todo con el ejemplo de su vida, sus palabras y sus escritos.

Presa de punzantes dolores hipogástricos, el 19 de mayo de 1924, en la «Obra Pía» de Cartagena, llorada por sus Hijas, amada y venerada de todos como auténtica santa, María Bernarda se durmió serenamente en el Señor. Contaba con 76 años de edad, 56 de vida consagrada y 38 de misionera. La noticia de su muerte se difundió rápidamente. El párroco de la catedral de Cartagena anunció el tránsito diciendo a sus fieles: « ¡Esta mañana, en esta ciudad, ha muerto una Santa: la reverenda Madre Bernarda!» Su tumba fue pronto meta de peregrinaciones y lugar de oración.

El celo apostólico y el ardor de la caridad de la Madre María Bernarda reviven hoy en la Iglesia, particularmente a través de la Congregación fundada por ella y actualmente presente en varios.

Países de tres Continentes. La Beata puede ser señalada como auténtico modelo de «inculturación» de la que la Iglesia ha subrayado la urgencia para un eficaz anuncio del Evangelio (cfr. Redemptoris missio, n. 52). Ella encarnó perfectamente en su vida el lema programático: «Mi guía, mi estrella, es el Evangelio».

Durante su vida, encontró apoyo y consuelo solamente en Dios. Cuando abandonó su patria, a donde no habría de regresar jamás, y cuando dejó su querido monasterio de Altstätten y durante su incansable actividad apostólica, ella siempre estuvo sostenida por una sólida espiritualidad, de la oración incesante, la caridad heroica hacia Dios y hacia el prójimo, de una fe fuerte como la roca, una confianza ilimitada en la Providencia de Dios, una fuerza y humildad evangélica y de una fidelidad radical a los compromisos de su vida consagrada. De la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía y de la Pasión del Señor, obtuvo el don de aquella misericordia que practicó con todos y que dejó como particular carisma a su Congregación. Devotísima de la Virgen Madre del Señor, quiso que su Congregación tuviese a la Auxiliadora como Madre, Protectora y Modelo de vida en el seguimiento de Cristo y en su actividad misionera. Como franciscana, cultivó la misma veneración que San Francisco de Asís alimentó por la «Santa Madre Iglesia» por sus pastores y sacerdotes, que ella llamaba « los ungidos del Señor».

La Beata permanece como un admirable ejemplo de mujer bíblica: fuerte, prudente, mística, maestra espiritual, insignia misionera. Ella ha dejado a la Iglesia un testimonio maravilloso de entrega a la causa del Evangelio, enseñando a todos, sobre todo hoy, que es posible unir la contemplación a la acción, vida con Dios y servicio a los hermanos, llevando a Dios a los hombres y a los hombres a Dios.


El 29 de octubre de 1995, el Siervo de Dios Papa Juan Pablo II le confirió el título y los honores de los Beatos. El 12 de octubre de 2008, el Santo Padre Benedicto XVI la inscribe en el Catálogo de los Santos.


EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 19 DE MAYO DEL 2016 - FIESTA DE JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE



Haced esto en recuerdo mío

Solemnidades y fiestas




Lucas 22, 14-20. Fiesta Jesucristo es Sumo y Eterno Sacerdote que instituye el sacerdocio y la Eucaristía. 



Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 




Del santo Evangelio según san Lucas 22, 14-20
Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza, sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros.

Oración introductoria
¡Señor, cuánta seguridad me dan tus palabras! Has dado tu vida por mí y me esperas en la casa del Padre. No dejes nunca que pierda de vista la meta a la que me llamas. Fortaléceme por medio de esta meditación para que logre pasar de la divagación a la oración y pueda transformarme en un auténtico receptor de tu gracia.

Petición
Señor, dame la sabiduría y fortaleza para seguir por tu camino.

Meditación del Papa Francisco
Palabra y pan en la mesa se vuelven una cosa, como en la última cena cuando todas las palabras de Jesús, todos las señales que había hecho se condensaron en el gesto de partir el pan y de ofrecer un cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz, y en esas palabras: 'Tomad y bebed este es mi cuerpo, tomad y bebed esta es mi sangre'.
El gesto de Jesús realizado en la última cena es el agradecimiento extremo al Padre por su amor y misericordia. Agradecimiento en griego se dice eucaristía, y por eso el sacramento se llama eucaristía. Es el supremo agradecimiento al padre que nos amó tanto al punto de darnos a su Hijo por amor. Por esto el término eucaristía resume este gesto de Dios y del hombre juntos. Gesto de Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Por lo tanto la celebración eucarística es algo más que un simple banquete, es el memorial de la pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. Memorial no significa solamente un simple recuerdo, pero quiere decir que cada vez que celebramos este sacramento participamos al misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La eucaristía constituye el auge de la acción de salvación de Dios.» (S.S. Francisco, catequesis, 5 de febrero de 2014).
Reflexión
Cristo estaba ansioso de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Sabe lo que esta Pascua significa, pero no la teme, sino la desea, no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse, es su adiós en el tiempo.

A nosotros también nos espera Cristo para compartir la mesa con nosotros. Y si al hacerlo nuestros corazones se encuentran abiertos y deseosos de conocer más y mejor al Señor, el Espíritu Santo trabajará en cada uno de nosotros, y así podremos vivir, cada día más,como cristianos auténticos, esforzándose por adquirir las virtudes necesarias para ello.

Jesucristo es Sumo y Eterno Sacerdote que instituye el sacerdocio y la Eucaristía. En este jueves hagamos una reflexión de agradecimiento. Al despedirse Él, también promete su presencia viva, poniendo en manos de los Doce al Espíritu Santo que hará realidad el misterio de la Eucaristía. Demos gracias al Señor por cada sacerdote que hace posible, por medio del Espíritu, la presencia viva de Cristo.

Oremos por las vocaciones, que no falten hombres que con sus manos consagradas hagan presente a Cristo para poder recibir la vida de Dios en la Eucaristía.


HIMNO SACERDOTAL

Brota de mi corazón un himno ardiente
cuajado en el manantial del ser:
Jesús Martí, yo te elijo, vente,
yo te llamo: Jesús Martí Ballester.

Cogiste mi corazón de niño
con ternura delicada y paternal,
me sedujeron tu afecto y tu cariño
y me dejé cautivar.

Yo escuché tu llamada gratuita
sin saber la complicación que me envolvía,
me enrolé en tu caravana de tu mano
sin pensar ni en las espinas ni en los cardos.

Te fui fiel, aunque a girones
fui dejando en mi camino pedazos de corazón,
hoy me encuentro con un cáliz rebosante de jazmines que potencian mis anhelos juvenilesy me acercan más a Dios.

En el ocaso de la carrera de mi vida
siento el gozo de la inmolación a Tí.
Tienes todos los derechos de exigirme,
puedes pedir si me ayudas a decir siempre que ¡Sí!.

Necesitaste y necesitas de mis manos
para bendecir, perdonar y consagrar;
quisiste mi corazón para amar a mis hermanos, pediste mis lágrimas y no me ahorré el llorar.

Mis audacias yo te di sin cuentagotas,
mi tiempo derroché enseñando a orar,
gasté mi voz predicando tu palabra
y me dolió el corazón de tanto amar.

A nadie negué lo que me dabas para todos.
Quise a todos en su camino estimular.
Me olvidé de que por dentro yo lloraba,
y me consagré de por vida a consolar.

Muchos hombres murieron en mis brazos,
ya sabrán cuánto les quise en la inmortalidad, me llenarán de caricias y de flores el regazo, migajas de los deleites de su banquete nupcial.

Pediste que te prestara mis pies
y te los ofrecí sin protestar,
caminé sudoroso tus caminos,
y hasta el océano me atreví a cruzar.

Cada vez que me abrazabas lo sentía
porque me sangraba el corazón,
eran tus mismas espinas las que me herían
y me encendían en tu amor.

Fui sembrando de hostias el camino
inmoladas en la cenital consagración:
más de treinta mil misas ofrecidas
han actualizado la eficacia de tu redención.

No me pesa haber seguido tu llamada,
estoy contento de ser latido en tu Getsemaní;
sólo tengo una pena escondida allá en el alma: la duda de si Tú estás contento de mí.

Mi gratitud hoy te canto, ¡Cristo de mi sacerdocio!
Mi fidelidad te juro, Jesucristo Redentor.
Ayúdame a enriquecer con jardines a tu Iglesia, que florezcan y sonrían aún en medio del dolor.

Sean esos jardines para tu recreo y mi trabajo, multiplica tu presencia por los campos hoy en flor,
que lo que comenzó con la pequeñez de un pájaro, se convierta en muchas águilas que roben tu Corazón.


Diálogo con Cristo 
Gracias, Señor, por recordarme que la Eucaristía es ese fuego que puede ir ablandando la coraza de piedra que aprisiona y endurece mi corazón. Permite que no participe simplemente como un observador en tu Eucaristía, sino que la sepa adorar, para poder unirme humildemente, con un corazón arrepentido, a tu oración. Toma todos mis esfuerzos y sacrificios de hoy por esta intención

Propósito
Participar en una hora eucarística como un acto de reparación por los sacrilegios que se comenten en torno a la Eucaristía.