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miércoles, 13 de abril de 2016

LOS SANTOS DE HOY: MIÉRCOLES 13 DE ABRIL DEL 2016

Albertino de Montone, BeatoAlbertino de Montone, Beato
Abad, 13 de abril
Rolando Rivi, BeatoRolando Rivi, Beato
Seminarista mártir, 13 de abril
Milón Gerard, BeatoMilón Gerard, Beato
Presbíteros y Mártires, 13 de abril
Juan Lockwood y Eduardo Catherick, BeatosJuan Lockwood y Eduardo Catherick, Beatos
Presbíteros y Mártires, 13 de abril
Urso de Ravena, SantoUrso de Ravena, Santo
Obispo, 13 de abril
Ida de Lovaina, BeataIda de Lovaina, Beata
Monja, 13 de abril
Ida de Boulogne, BeataIda de Boulogne, Beata
Laica Viuda, 13 de abril
Sabas Reyes Salazar, SantoSabas Reyes Salazar, Santo
Mártir Mexicano, 13 de abril
Scubilion Rousseau, BeatoScubilion Rousseau, Beato
Hermano Cristiano de La Salle, 13 de abril
Serafino Morazzone, BeatoSerafino Morazzone, Beato
Sacerdote, 13 de abril
Margarita de Cittá di Castello, BeataMargarita de Cittá di Castello, Beata
Laica Dominica, 13 de abril
Hermenegildo, SantoHermenegildo, Santo
Mártir, 13 de abril
Martín l, SantoMartín l, Santo
Papa y Mártir, 13 de abril

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 13 DE ABRIL DEL 2016


Yo soy el pan de vida, el que venga a mí, no tendrá hambre

Pascua




Juan 6, 35-40. Cristo nos espera, porque quien camina hacia Él por la fe, nunca será rechazado. 



Por: José Noé Patiño | Fuente: Catholic.net 




Del santo Evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.

Oración introductoria
Jesús, la promesa que haces de acoger siempre a quien se acerca a Ti me llena de confianza y entusiasmo. Quiero cumplir siempre tu voluntad. Haz que esta oración abra mi entendimiento, disponga mi voluntad y avive mi amor, para que nunca me estanque en el conformismo o en la mediocridad.

Petición
Te pedimos Señor que nos dé el alimento, la Eucaristía, , para poder alimentar también nuestro espíritu, y llegar a tener vida en Cristo.

Meditación del Papa Francisco
Lo contrario a cumplir la voluntad de Dios comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán. Y esa desobediencia ha llevado el mal a toda la humanidad. También los pecados son actos de no obedecer a Dios, de no hacer su voluntad. Sin embargo, el Señor nos enseña que este es el camino, no hay otro. Y comienza con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre.
Pero cumplir la voluntad de Dios «no es fácil». No fue fácil para Jesús que fue tentado en el desierto y en el huerto de los olivos. Tampoco lo fue para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron qué quería decir hacer la voluntad del Padre.
Tampoco es fácil para nosotros desde el momento que cada día nos presentan en una bandeja muchas opciones. Y así, ¿cómo hago para hacer la voluntad de Dios? Pidiendo la gracia de querer hacerlo. […]
Que el Señor nos dé la gracia, a todos, que un día pueda decir de nosotros lo que ha dicho de aquel grupo, de aquella multitud que lo seguía, los que estaban sentado en torno a Él, como hemos escuchado en el Evangelio. Y así hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2015, en Santa Marta).
En Jesús, en su “carne” -es decir, en su concreta humanidad- está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna. Aquella que ha vivido esta experiencia en modo ejemplar es la Virgen de Nazaret, María: la primera persona humana que ha creído en Dios acogiendo la carne de Jesús. Aprendamos de Ella, nuestra Madre, la alegría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es “privado”, un don que no es “propiedad privada”, sino que es un don para compartir: es un don “para la vida del mundo”. (Homilía de S.S. Francisco, 9 de agosto de 2015).


Reflexión
Todo el que vea al Hijo de Dios y crea en Él, es decir, quien lo reconoce y acoge mediante la fe, tendrá la vida eterna y resucitará en el último día. La fe es un don de Dios que nos dispone para asentir a las verdades reveladas por Dios. No es algo que se logre por un mero esfuerzo humano.
Pero es necesaria nuestra colaboración con Dios. Dios ha querido sentir necesidad de nosotros.
Hay cristianos que son como esos cantos redondos de los ríos, que a lo mejor llevan años dentro del agua, pero se rompen y en su interior están completamente secos. La falta no está en el cristianismo sino en esos corazones que son como el de los judíos del evangelio: "han visto pero no han creído".
Nada hemos de valorar tanto como este regalo de la fe. Por defender la fe, se da incluso la vida, como tantas veces ha ocurrido a lo largo de los siglos.

Pero no nos sintamos solos. Cristo nos espera con los brazos abiertos, porque quien camina hacia Él por la fe, nunca será rechazado.

Diálogo con Cristo 
Jesús, me doy cuenta que el ideal de cumplir siempre tu voluntad es costoso. El orgullo, la pereza espiritual o el miedo son obstáculos que necesito vencer, pero frecuentemente olvido que sólo tu gracia podrá lograr esa transformación de mi egoísmo y soberbia en amor a Ti y a los demás. Nunca permitas que me aparte de la fuente de esa gracia: tu Eucaristía.

Propósito
Para que recibir la Eucaristía nunca se convierta en un acto rutinario, hoy (y siempre) me prepararé lo mejor posible para recibirla y agradeceré a Dios su infinito amor.

SAN HERMENEGILDO, MÁRTIR Y PATRONO DE LOS CONVERSOS, 13 DE ABRIL


Hoy se celebra a San Hermenegildo, mártir y “patrono de los conversos”
Por Diego López Marina



 (ACI).- San Hermenegildo fue un príncipe visigodo formado dentro de la herejía arrianista que murió martirizado después de su conversión al catolicismo, específicamente por negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano. Nació en Sevilla cerca del 564.

El arrianismo tiene su origen en el sacerdote alejandrino Arrio, quien formuló una herejía en contra del dogma de la Santísima Trinidad: la negación de la divinidad de Jesucristo. Esta fue adoptada por el pueblo visigodo durante su permanencia en el Imperio Romano de Oriente.

El último monarca que profesó esta herejía fue Leovigildo, padre de San Hermenegildo, quien afianzó en España el dominio del pueblo visigodo entre 1569 y 1586.

A pesar de que San Hermenegildo fue criado dentro de esta herejía, se casó con una princesa católica franca de nombre Ingunda en el 576, de la cual aprendió todo acerca de la fe.

Por otro lado su padre contrajo segundas nupcias con Goswintha viuda del rey Atanagildo, quien además era abuela de Ingunda y una fervorosa arriana anticatólica.

Goswintha era intransigente con Ingunda y trató de apartarla de la religión católica. Ante la negativa y para zanjar el entredicho, en el año 579 el rey Leovigildo envió a Hermenegildo a la ciudad de Bética (hoy Córdova, Andalucía), donde sería gobernador.

Sin embargo, ante el insostenible fanatismo religioso de su madrastra y la severidad con que su padre trataba a los católicos en España, San Hermenegildo se vio obligado a tomar las armas en protección de sus hermanos cristianos y de sí mismo.

Fue por ello que el ahora santo decidió alzarse en armas contra su padre, con el apoyo de Bética y Mérida, y se proclamó rey. Asimismo, formó una alianza con los bizantinos.

Tras cinco años de guerra civil, Hermenegildo fue derrotado y capturado en Sevilla por su padre. Después fue desterrado a Tarragona donde finalmente sería ejecutado con un mazo en la cabeza en la Pascua del año 585, por no querer recibir la comunión de manos de un obispo arriano.

El rey Leovigildo murió en el 586 y fue sucedido por el hermano de Hermenegildo, Recaredo, que un año después se convirtió al catolicismo. En el III Concilio de Toledo (589) los principales representantes del pueblo godo profesaron solemnemente la fe católica, fecha que marca la asociación de España y el catolicismo hasta hoy.

San Gregorio el Grande atribuye a los méritos de San Hermenegildo la conversión de su hermano Recaredo y de toda la España visigótica.

En 1585 Felipe II de España le pide al Papa Sixto V que autorice el culto al mártir Hermenegildo en todo el reino. Su festividad se escogió en el aniversario de su muerte, el 13 de abril.

San Hermenegildo fue oficialmente canonizado por el Papa Urbano VIII en 1639 y lo declaró “patrono de los conversos”.