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jueves, 29 de octubre de 2015

SAN NARCISO DE JERUSALÉN, OBISPO, 29 DE OCTUBRE



Narciso de Jerusalén, Santo
Narciso de Jerusalén, Santo


Obispo, 29 de octubre 


Fuente: Archidiócesis de Madrid 



La envidia es mala. Son temibles para los padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.

Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.

Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.

Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!

Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.

Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.

El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.

El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.

Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.

¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 29 DE OCTUBRE DEL 2015


Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte
Tiempo Ordinario



Lucas 13, 31-35. Tiempo Ordinario . La voluntad de Dios es, a fin de cuentas, lo único que nos cuenta en esta vida. 


Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 13, 31-35
En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

Oración introductoria
Gracias, Padre, por mostrarme la pasión y la valentía con las que debo cumplir tu voluntad. Te suplico con humildad que aumentes mi fe y mi esperanza.

Petición
Padre Santo, te pido que no rechase tu Amor, que esté siempre cerca de Ti como los polluelos a la gallina. Que mi libertad sea siempre elegirte a Ti.

Meditación del Papa Francisco
Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe, la alegría de ser amados personalmente por Dios. Esto es muy difícil, pero cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la unción que le da el Espíritu Santo, este "ser amado personalmente por Dios" lo acompaña toda la vida después. La alegría que ha dado a su Hijo Jesús por nuestra salvación. Educarlos en la misión, a salir, a ponerse en marcha, a ser callejeros de la fe. Así hizo Jesús con sus discípulos: no los mantuvo pegados a él como la gallina con los pollitos; los envió. No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra institución parroquial o en nuestra institución diocesana, cuando tantas personas están esperando el Evangelio. Salir, enviados. No es un simple abrir la puerta para que vengan, para acoger, sino salir por la puerta para buscar y encontrar. Empujemos a los jóvenes para que salgan. Por supuesto que van a hacer macanas. ¡No tengamos miedo! Los apóstoles las hicieron antes que nosotros. ¡Empujémoslos a salir! Pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia, comenzando por los que están más alejados, los que no suelen frecuentar la parroquia. Ellos son los invitados VIP. Al cruce de los caminos, andar a buscarlos. (Homilía de S.S. Francisco, 27 de junio de 2013).
Reflexión
Este pasaje está situado en la última subida de Cristo hacia Jerusalén. Sabe que va allí para morir de la manera más horrible. Sin embargo va decidido y declara que debe seguir adelante hoy, mañana y pasado porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén, es decir, tiene interés en llegar a tiempo a la cita que tiene con la muerte, en la que dará gloria a su padre y nos mostrará su amor. Ante esta premura no le importan los poderes políticos (Herodes que lo amenaza de muerte) ni sociales. (los fariseos que le invitan a irse de sus dominios)

Durante la persecución religiosa en España, en el año de 1936, un grupo de milicianos llegó a un convento de carmelitas descalzas con la orden de subir a todas las monjas a un camión y llevarlas a fusilar. La sorpresa de los soldados fue mayúscula cuando escucharon a la madre superiora comunicar a las religiosas que "estos señores nos llevan al cielo porque nos van a hacer mártires, como los primeros cristianos" y acto seguido ver a las monjas felicitarse alegremente porque recibían el mayor don de Dios. A los ojos de Cristo eran de las pocas que habían entendido lo que significa amar a Dios hasta dar la vida por él.

Cristo va subiendo a Jerusalén decidido; lleva prisa. En otro pasaje del Evangelio se nos dirá que en este su último viaje «iba delante de los discípulos». No tiene miedo, sino premura. Sabe que la voluntad de Dios es, a fin de cuentas, lo único que nos cuenta en esta vida, y sabe que muchos cristianos a lo largo de la historias sabrán renunciar a muchas cosas, incluso a su vida misma, por cumplir fielmente la voluntad de Dios. Jesús está loco, porque es el amor.

Por eso todo amor que se precie ha de llevar un dosis de locura e incomprensión. Locura porque lo que se hace no tiene sentido desde el punto de vista humano, parece ir en contra de lo natural y de lo que es razonable. Incomprensión porque no sólo va a estar teñido de un color que las personas que no entiendan, sino que provocará sorpresa por lo desconocido que es y desatará todo tipo de opiniones desde las risas y tachaduras de tontos hasta las más incisivas y violentas. Jesús con su vida provoca, ha llegado la hora de preguntarse qué pasa con nuestra vida, que reacción provocamos en los demás, ojalá que la respuesta no sea indiferencia.

Propósito
Repetir el versículo del Evangelio durante el día: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! para estar conciente que quiero estar siempre cerca de Dios.