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lunes, 16 de junio de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 17 DE JUNIO DEL 2014

Autor: Elí Marín | Fuente: Catholic.net
El amor a los enemigos
Mateo 5, 43-48. Tiempo Ordinario. Todos los días me encuentro con una multitud de personas y con la oportunidad de amar a ejemplo de Cristo.
 
El amor a los enemigos
Del santo Evangelio san Mateo 5, 43-48


En aquellos días dijo Jesús: «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

Oración introductoria

Nadie es perfecto en este mundo, y sin embargo, Señor y Padre mío, hoy me llamas a la santidad. Dame tu gracia y presencia en esta oración para comprender y vivir el mandato de tu amor. Incrementa mi fe, mi esperanza y mi caridad. Te pido tu ayuda para cumplir en todo tu voluntad.

Petición

Jesús, aviva mi deseo, mi anhelo de alcanzar, con tu gracia, la santidad.

Meditación del Papa Francisco

Seguir a Jesús no es fácil, no es fácil. Pero tampoco es difícil, porque en el camino del amor el Señor hace las cosas de una manera que podamos avanzar; el mismo Señor nos ensancha el corazón.
Ante estas propuestas de la bofetada, del manto, de los cien kilómetros debemos orar al Señor para que amplíe nuestro corazón, para que seamos magnánimos, humildes y no luchemos por las cosas pequeñas, por la ‘nada’ de todos los días. Cuando uno hace una opción por la "nada", de aquella opción nacen los enfrentamientos en una familia, en la amistad, con los amigos, en la sociedad, también; ¡los enfrentamientos que acaban con la guerra por la "nada"! La "nada" es la semilla de la guerra, siempre. Porque es la semilla del egoísmo. El "todo" es lo grande, es Jesús. Pidamos al Señor que ensanche nuestro corazón, que nos haga humildes, mansos y magnánimos, para que tengamos el "todo" en Él; y que nos libre de hacer problemas cotidianos en torno a la ‘nada’… (Cf. S.S. Francisco, 17 de junio de 2013, homilía en Santa Marta). .

Reflexión

Amar a todos. Amar a ejemplo del Señor. Este es el resumen del mensaje que Cristo ha traído al mundo. Cristo nos pone primero el ejemplo de su Padre que hace el bien sobre buenos y malos.

Cristo mismo desde la cruz me enseña el valor redentor del amor. Más aún, todos los días en cualquier sagrario el amor de Cristo, hecho pan, está presente para ser consuelo de justos y pecadores.

Ciertamente no podemos quedar indiferentes ante la magnitud del amor de Cristo. Tomemos su invitación, hagámosla nuestra: "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". ¡Qué gran invitación! Encierra, en pocas palabras, el camino de la santidad, de nuestra salvación, la forma para acercarse a Dios.

Pero, ¿cómo ser santo hoy, en mi sociedad? ¿cómo llegar a Dios en el ambiente en que vivo? La forma más fácil es imitando al mismo Dios que es amor (1Jn 4, 8). Amando como auténtico cristiano a mi prójimo que es el vecino, el compañero de estudios o trabajo, el empleado de limpieza con el que me encuentro, etc.

Todos los días me encuentro con una multitud de prójimos y con la oportunidad de amar a ejemplo del Señor y empezar o continuar el camino de la santidad.

Propósito

Que mi programa de vida sea hacer la voluntad de Dios.

Diálogo con Cristo 

Jesucristo, quiero ser un reflejo de Ti. Dame la sabiduría y la fuerza de voluntad para perseverar en mi esfuerzo. El medio es claro, «amar», pero concretarlo en el día a día, es lo difícil. Concédeme saber aprovechar tus gracias y ser dócil a tu Espíritu Santo, así podré hacer el bien a todos los que me rodean, especialmente a mi familia. 

SAN ISMAEL, MÁRTIR, JUNIO 17

Autor: P. Felipe Santos 
Ismael, Santo
Mártir, Junio 17
 
Ismael, Santo

Mártir

Etimológicamente significa “Dios escucha”. Viene de la lengua hebrea.

Esta primavera es visible donde el espíritu de misericordia aparece para humanizar nuestro corazón por la claridad de un amor fraterno. Y allí se enciende una hoguera.

Incluso bajo las cenizas, una brasa continuará ardiendo.

Ismael y dos hermanos, Manuel y Savelio, eran primaveras en su tierra porque quisieron humanizar a los pueblos.

Eran muy conocidos en Calcedonia y Bitinia. ¿Por qué razón?, te preguntarás.

Y es muy sencilla. Querían que Juliano el Apóstata y el rey de Persia llegaran a un acuerdo para que reinase la paz entre los súbditos.

Ellos, en el hogar, habían recibido una densa y práctica formación cristiana, al mismo tiempo que una amplia cultura.

Todo se debió, en gran parte, a su preceptor Eunoico.

El testimonio de sus vidas les llevó, sin querer, a verse envueltos en un acontecimiento que dio lugar a otra dura persecución.

El templo del dios Sol se incendió. Y, naturalmente, les echaron la culpa a ellos.

Vinieron una serie de interrogatorios postizos, una pura farsa. Al final de los mismos, se les entregó al martirio tal día como hoy del año 326.

De las brasas de su martirio por la fe en Cristo, su testimonio continuó ardiendo por siglos y siglos.

Juliano el Apóstata no respetó los tratados de paz, y le hizo la vida imposible a los persas.

Al clavársele una flecha en una batalla, exclamó:"Venciste, Galileo". Juliano el Apóstata murió en el año 363.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 16 DE JUNIO DEL 2014

Autor: Buenaventura Acero | Fuente: Catholic.net
Ojo por ojo, diente por diente
Mateo 5, 38-42. Tiempo Ordinario. Dios nos pide un poquito más de lo que damos cada día, hasta que nos duela.
 
Ojo por ojo, diente por diente
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.

Oración introductoria

Señor, gracias por mostrarme tan claramente las actitudes que deben regular mis relaciones con los demás y, sobre todo, gracias por este nuevo día y por este momento de oración, oportunidad para crecer en mi amor y amistad contigo.

Petición

Señor, limpia mi corazón y pon un nuevo espíritu de bondad, semejante al tuyo.

Meditación del Papa Francisco

Al que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra... se ha convertido en un clásico de los cristianos para reírse. En la vida la lógica normal nos enseña que hay que luchar, tenemos que defender nuestro espacio, y si nos dan una bofetada nosotros daremos dos, así nos defendemos. Jesús, sin embargo, después de la bofetada en la mejilla va más allá y habla también de dar el manto, despojarnos de todo.
La justicia que Él trae, es otra justicia totalmente diferente del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia. Y esto, lo podemos entender cuando san Pablo habla de los cristianos como gente que no tiene nada y sin embargo lo tiene todo. Aquí, pues, está la seguridad cristiana, y es en este todo que está Jesús. El "todo" es Jesucristo. Las otras cosas son "nada" para el cristiano. En cambio, para el espíritu del mundo, el "todo" son las cosas: las riquezas, la vanidad, tener puestos arriba y la "nada" es Jesús. Por lo tanto, si un cristiano puede caminar cien kilómetros cuando le piden avanzar sólo diez, es porque para él esto es ´nada´, y, con paz, puede dar la capa cuando se le pide la túnica. Esto es, entonces, el secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va con la mansedumbre, es el todo, es Jesucristo. (Cf. S.S. Francisco, 17 de junio de 2013, homilía en Santa Marta) .

Reflexión

Jesús nos pide algo más que soportar "estoicamente" el mal, y evitar rencores y venganzas. Esta ya es una actitud de paciente dominio de uno mismo, digna de la alabanza de Cristo: "bienaventurados los mansos, ...los que lloran..." Pero hoy Jesús va más allá en su explicación porque nos pide una generosidad que desborda el ya amplio caudal del precepto del amor al prójimo. Y es que quien "soporta" no ofrece necesariamente la otra mejilla... y quien evita el mal, no tiene obligatoriamente que devolver bien. A quien se le solicita, no tiene razón humana por la que dar "más"... y sin embargo, una y otra vez Jesús nos pide que demos ese "más"... Se diría que la única manera de acabar con el mal es añadir más bien. Como quien tuviera que sepultar algo desagradable y la solución es enterrarlo con una buena capa de "cal"...

Así es el bien, el amor cuando con su "exceso" obliga al mal a no reproducirse, y a la larga lo extingue. No es una petición sólo para héroes. A todos nos lo pide, porque todos queremos imitarle y somos seguidores suyos. Sabemos que sólo su gracia y la fuerza que viene del Espíritu puede lograr en nosotros esta transformación. No dudemos en pedírselo hoy en nuestra oración.

Propósito

Por amor a Dios, ser misericordioso y perdonar, a la primera, cualquier ofensa que reciba.

Diálogo con Cristo

Jesucristo, dame la gracia para que el Reino de los cielos sea una realidad en mi vida al saber responder la agresión con la comprensión, que la preocupación por asegurar el bien económico no me lleve a la mezquindad y, sobre todo, que me convierta en un infatigable discípulo y misionero de tu amor, porque el mundo te necesita y yo debo llevarte al mundo. 

SANTOS CIRO Y JULITA, MÁRTIRES, 16 DE JUNIO

Autor: Alban Butler | Fuente: "Vidas de Santos"
Ciro (Ciriaco) y Julita, Santos
Mártires, 16 de junio
 
Ciro (Ciriaco) y Julita, Santos

Niño Mártir y su Madre
(al niño también se lo comoce como San Qurico)

Martirologio Romano: En la provincia romana de Asia Menor, conmemoración de los santos Quirico y Julita, mártires.

Etimoligìa: Ciro = Aquel que es señorial. Viene del griego.

Cuando los edictos de Diocleciano contra los cristianos se aplicaban con la máxima severidad en Licaonia, una viuda llamada Julita, que vivía en Iconio, juzgó prudente retirarse de un distrito donde ocupaba una posición prominente y buscar un refugio seguro bajo un régimen más clemente. En consecuencia, tomó consigo a su hijo Ciríaco o Quiricio, de tres años de edad, y a dos de sus servidoras y escapó hacia Seleucia. Ahí quedó consternada al descubrir que la persecución era todavía más cruel, bajo la dirección de Alejandro, el gobernador y, por lo tanto, continuó su huida hasta Tarso. Su arribo a la ciudad fue inoportuno, puesto que coincidió con el de Alejandro; algunos de los miembros de la comitiva del gobernador reconocieron al pequeño grupo de peregrinos. Casi inmediatamente, Julita fue detenida y encerrada en la prisión. Al comparecer ante los jueces del tribunal que iba a juzgarla, llevaba a su hijo de la mano y denotaba una absoluta serenidad. Julita era una dama de noble linaje con muy vastas y ricas posesiones en Iconio, pero en respuesta a las preguntas sobre su nombre, posición social y lugar de nacimiento, sólo afirmó que era cristiana. En consecuencia, el proceso no tuvo lugar y se la condenó a recibir el castigo de los azotes atada a las estacas. Antes de que se cumpliera con la sentencia, le fue arrebatado su hijo Ciríaco, a pesar de sus lágrimas y sus protestas.

En la leyenda sobre estos santos se dice que Ciríaco era un niño muy hermoso y que el gobernador lo tomó en sus brazos y lo sentó sobre sus rodillas, en un vano intento para que dejase de llorar. La criatura no quería más que volver al lado de su madre y extendía sus brazos hacia ella mientras la azotaban y, cuando Julita gritó, en medio de la tortura: «¡Soy cristiana!», el niño repuso como un eco: «¡Yo soy crisitano también!». En un momento dado, a impulsos de la ansiedad por librarse de las manos que le retenían y correr hacia su madre, el chiquillo comenzó a debatirse y, como Alejandro se esforzaba por contenerle, le propinó algunas patadas y le rasguñó la cara. La actitud del niño, completamente natural en aquellas circunstancias, encendió la cólera del gobernador. Se levantó hecho una furia, alzó a la criatura por una pierna y lo arrojó con fuerza sobre los escalones, al pie de su tribuna; el cráneo se le fracturó y quedó muerto al instante. Julita lo había presenciado todo desde las estacas donde estaba atada, pero en vez de manifestar su dolor, levantó la voz para dar gracias a Dios por haber concedido a su hijo la corona del martirio. Su actitud no hizo más que aumentar el furor de Alejandro. Este mandó que desgarrasen los costados de la infortunada mujer con los garfios, que fuese decapitada y que su cuerpo, junto con el de su hijo, fuera arrojado a los basureros en las afueras de la ciudad, con los restos de los malhechores. Sin embargo, después de la ejecución, el cadáver de Julita y el de Ciríaco fueron rescatados por las dos criadas que habían traído desde fconio, quienes los sepultaron sigilosamente en un campo vecino.

Cuando Constantino restableció la paz para la Iglesia, una de aquellas servidoras reveló el lugar donde se hallaban enterrados los restos de los mártires, y los fieles acudieron en tropel a venerarlos. Se dice que las supuestas reliquias de san Ciríaco se trasladaron de Antioquía durante el siglo cuarto, por iniciativa de san Amador, obispo de Auxerre. Esto extendió el culto por este niño santo en Francia, con el nombre de san Cyr, pero en realidad no hay ninguna prueba concreta para relacionar a los santos históricos Julita y Ciríaco -si aceptamos su existencia- con la ciudad de Antioquía. A pesar de que posiblemente fueron martirizados un 15 de julio, fecha en que se conmemora su fiesta en el Oriente, el Martirologio Romano los festeja el 16 de junio.

Es una pena tener que descartar una historia tan conmovedora y a la que tanto crédito se dio durante la Edad Media en Oriente y Occidente; pero la leyenda, tal como se ha conservado en todas sus formas, es positivamente una ficción. Las «Actas de Ciríaco y Julita» fueron proscritas en el decreto de Pseudo-Gelasio en relación con los libros que no debían ser leídos y, a pesar de que esta ordenanza no procedía del Papa San Gelasio, llega hasta nosotros revestida con la autoridad de su antigüedad y de haber sido generalmente aceptada. El padre Delehaye favorece la opinión de que Ciríaco fue el verdadero mártir y el personaje central de la leyenda fabricada posteriormente. Tal vez procedía de Antioquía, como se afirma en el Hieronymianum, pero lo cierto es que su nombre aparece solo y no unido al de Julita en muchas inscripciones y dedicatorias de iglesias y lugares diversos, en toda Europa y el Cercano Oriente. Las muy diversas formas en que se ha conservado la leyenda hasta nuestros días, son un testimonio de su popularidad.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!