Páginas

viernes, 17 de enero de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 17.01.2014

Autor: Vicente David Yanes | Fuente: Catholic.net
Curación de un paralítico
Marcos 2, 1-12. Tiempo Ordinario. Pedían la curación de su cuerpo y Jesús además, le curó el alma.
 
Curación de un paralítico
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12


Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida». 

Oración introductoria

Padre y Señor mío, bien conoces mi fragilidad y lo difícil que me es guardar silencio y apartarme de las distracciones durante mi meditación. Permite que tu Espíritu Santo me lleve ante Ti, como lo logró el paralítico, y que sepa ser dócil a tu gracia.

Petición

Señor, ¡sáname!, para que sea tu discípulo y misionero.

Meditación del Papa Francisco

Jesús al comienzo le dice: "¡Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados". Tal vez, dijo, esta persona quedó un poco "sorprendida" porque quería sanarse físicamente. Luego, frente a las críticas de los escribas, que entre sí lo acusaban de blasfemia, "porque solo Dios puede perdonar los pecados", Jesús lo cura también en el cuerpo.
De hecho las curaciones, la enseñanza, las palabras fuertes contra la hipocresía, eran solo un signo, un signo de algo más que Jesús estaba haciendo, es decir, el perdón de los pecados, porque es en Jesús en quien el mundo viene reconciliado con Dios, este es el "milagro más profundo": Esta reconciliación es la recreación del mundo: se trata de la misión más profunda de Jesús. La redención de todos nosotros los pecadores; y Jesús hace esto no con palabras, no con gestos, no andando por el camino, ¡no! ¡Lo hace con su carne! Es el mismo Dios, quien se convierte en uno de nosotros, hombre, para sanarnos desde el interior, a nosotros los pecadores". (S.S. Francisco, 4 de julio de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión

"El interés tiene pies". "Querer es poder". "El que quiere azul celeste que le cueste". Estas tres sentencias de la filosofía popular fueron aplicadas con éxito por los parientes del paralítico. Jesús estaba en una casa "atrapado" por las multitudes: imposible el acceso por los caminos convencionales. Así que: ¡fuera techo!

Los familiares del paralítico buscaban la salud para el cuerpo de un pariente. Jesús le dio más y le otorgó también la del alma, mucho más valiosa.

Propósito

En mi oración, pedir a Dios que aumente mi fe.

Diálogo con Cristo

Sólo Tú puedes devolver a nuestras vidas el estado de gracia. Sólo Tú curas nuestras heridas con el bálsamo de tu amor. ¡Qué afortunados somos, pues no tenemos que desmantelar tejados para obtener tu perdón!

Nosotros mismos podemos acudir sin que nadie tenga que llevarnos... 

SAN ANTONIO ABAD, ABAD, 17 DE ENERO

Antonio, Santo
Abad, 17 de enero
 
Antonio, Santo

Abad

Martirologio Romano: Memoria de san Antonio, abad, que, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres siguiendo la indicación evangélica y se retiró a la soledad de la Tebaida, en Egipto, donde llevó una vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución del emperador Diocleciano y apoyó a san Atanasio contra los arrianos, y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes (356).

Etimológicamente: Antonio = florido, inestimable”. Viene de la lengua griega.

Fecha de canonización: Fue canonizado en el año 491.
Antonio nació en el pueblo de Comas, cerca de Heraclea, en el Alto Egipto. Se cuenta que alrededor de los veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir en una comunidad local haciendo ascética, durmiendo en un sepulcro vacío. Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a dirigir su vida espiritual en el desierto, más tarde se fue internando mucho más en el desierto, para vivir en absoluta soledad.

De acuerdo a los relatos de san Atanasio y de san Jerónimo, popularizados en el libro de vidas de santos La leyenda dorada que compiló el dominico genovés Santiago de la Vorágine en el siglo XIII, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de san Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de fuste.


Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsínoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, y pese al atractivo que su carisma ejercía, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo como ermitaño. Abandonó su retiro en 311 para visitar Alejandría y predicar contra el arrianismo.

Jerónimo de Estridón, en su vida de Pablo el Simple, un famoso decano de los anacoretas de Tebaida, cuenta que Antonio fue a visitarlo en su edad madura y lo dirigió en la vida monástica; el cuervo que, según la leyenda, alimentaba diariamente a Pablo entregándole una hogaza de pan, dio la bienvenida a Antonio suministrando dos hogazas. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronato sobre los sepultureros y los animales.

Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Pero con el tiempo y por la idea de que el cerdo era un animal impuro se hizo costumbre de representarlo dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies, porque era vencedor de la impureza. Además, en la Edad Media para mantener los hospitales soltaban los animales y para que la gente no se los apropiara los pusieron bajo el patrocinio del famoso San Antonio, por lo que corría su fama. En la teología el colocar los animales junto a la figura de un cristiano era decir que esa persona había entrado en la vida bienaventurada, esto es, en el cielo, puesto que dominaba la creación.

Reliquias y orden monástica

Se afirma que Antonio vivió hasta los 105 años, y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor de 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta alrededor del siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla. La Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, conocidos como Hospitalarios, fundada por esas fechas, se puso bajo su advocación. La iconografía lo refleja, representando con frecuencia a Antonio con el hábito negro de los Hospitalarios y la tau o la cruz egipcia que vino a ser el emblema como era conocido.

Tras la caída de Constantinopla, las reliquias de Antonio fueron llevadas a la provincia francesa del Delfinado, a una abadía que años después se hizo célebre bajo el nombre de Saint-Antoine-en-Viennois. La devoción por este santo llegó también a tierras valencianas, difundida por el obispo de Tortosa a principios del siglo XIV.

La orden de los antonianos se ha especializado desde el principio en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de San Antón o fuego sacro o culebrilla. Se establecieron en varios puntos del Camino de Santiago, a las afueras de las ciudades, donde atendían a los peregrinos afectados.

El hábito de la orden es una túnica de sayal con capuchón y llevan siempre una cruz en forma de tau, como la de los templarios. Durante la Edad Media además tenían la costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que la gente les alimentara. Su carne se destinaba a los hospitales o se vendía para recaudar dinero para la atención de los enfermos.