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jueves, 1 de agosto de 2013

VISITAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO


VISITAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO 
(Doctor de la Iglesia)


"No hay gente débil 
y gente fuerte en lo espiritual, 
sino gente que no reza 
y gente que sí sabe rezar"

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás de día y de noche en este Sacramento, lleno de amor y de piedad, esperando, llamando y recibiendo a todos los que te vienen a visitar, creo que estás presente en este Sacramento; te adoro desde el abismo de mi nada, y te doy gracias por tantos beneficios que me has hecho, especialmente por haberme dado en ese Sacramento vuestro cuerpo, sangre, alma y divinidad, y por haberme concedido por mi abogada a Vuestra Santísima Madre, la Virgen María, y haberme ahora llamado a visitarte en este lugar santo. Adoro tu amantísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta preciosa dádiva; el segundo para desagraviarte de todos los ultrajes de vuestro enemigo en este Sacramento, y el tercero, porque deseo en esta visita adorarte en todos los lugares de la tierra, donde estás sacramentado con menos culto y más olvido.

¡Jesús mío! Te amo con todo mi corazón; pésame de haber ofendido tantas veces tu infinita bondad; propongo ayudado de tu gracia, enmendarme en lo venidero, y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Ti, y pongo en tus divinas manos mi voluntad, afectos y todo cuanto soy y puedo.

En adelante, hace de mí y de todas mis cosas lo que te agrade. No te pido y no quiero más que tu santo amor, la perseverancia final y el cumplimiento perfecto de tu Santísima Voluntad.

Te recomiendo las almas del Purgatorio, y en particular las más devotas del Santísimo Sacramento y de la Santísima Virgen María. También te ruego por los pobres pecadores. En fin, yo uno Salvador mío y mi bien, todos mis afectos a los de tu Corazón Amantísimo, y así reunidos los ofrezco a tu Eterno Padre, pidiéndole por tu amor y en tu nombre, se digne aceptarlos y oírlos.



Oración
¡ Oh glorioso San Alfonso! que con tanto celo y caridad has trabajado en la santificación del mundo, en la conversión de los pecadores incrédulos, ahora recoges en el cielo el fruto de tus trabajos apostólicos y que tu caridad es perfecta y consumada, escucha favorablemente las oraciones y peticiones que te hago en este día.

Alcánzame, gran Santo, por amor del divino Corazón de Jesús y del Inmaculado de María, el arrepentimiento y perdón de todos los pecados que he cometido hasta este día, un firme propósito de no cometer jamás alguno, la reforma de mis costumbres, el desprendimiento de los bienes de este mundo y un ardiente deseo de los bienes eternos.

Dígnate alcanzarme un amor filial para con Dios, y una caridad fraterna para con el prójimo. Alcánzame una devoción particular al Santísimo Sacramento del Altar y la gracia de recibirlo en viático antes de morir. Alcánzame un ardiente amor a Jesús y María, una devoción tierna y llena de confianza en sus Sagrados Corazones.

Alcánzame finalmente el don precioso de la perseverancia, para que viviendo como tu en el amor de Jesús y María, tenga como tu, la dicha de morir asistido de ellos y pueda llegar después de mi muerte, a la posesión de esa felicidad de que gozas y gozarás en el cielo por toda la eternidad. Entonces me será dado el alabar contigo, bendecir, agradecer, amar a Dios y a María por todos los siglos de los siglos. Así sea.

El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875.

Los Santos de hoy jueves 1 de agosto de 2013

Los Santos de hoy jueves 1 de agosto de 2013
 Alfonso María de Ligorio, Santo
Fundador, Obispo y Doctor de la Iglesia, 1 de agosto 
 Juan Bufalari de Rieti, Beato
Eremita Agustino, 1 de agosto
 Siete Hermanos Macabeos, Santos
Mártires, 1 de agosto
 Bienvenido María de Dos Hermanas (José de Miguel Arahal), Beato
Mártir Capuchino, 1 de agosto 1
 Pedro Fabro (o Favre), Beato
Primer Sacerdote Jesuita, 1 de agosto
 María Estrella del Santísimo Sacramento (Adela) Mardosewicz y sus diez compañeras, Beatas
Mártires de Bielorusia, 1 de agosto
 Emerico de Quart, Beato
Obispo, 1 de agosto
 Ethelwold, Santo
Obispo, 1 de agosto
 Gerhard (Gerardo) Hirschfelder, Beato
Sacerdote y Mártir, 1 de agosto 

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, DOCTOR, OBISPO Y FUNDADOR, 1 DE AGOSTO

Autor: Domingo Vásquez, C.Ss.R. 
Alfonso María de Ligorio, Santo
Fundador, Obispo y Doctor de la Iglesia, 1 de agosto
 
Alfonso María de Ligorio, Santo

Obispo
Fundador de los Misioneros Redentoristas
Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, que insigne por el celo de las almas, por sus escritos, por su palabra y ejemplo, trabajó infatigablemente predicando y escribiendo libros, en especial sobre teología moral, en la que es considerado maestro, para fomentar la vida cristiana en el pueblo. Entre grandes dificultades fundó la Congregación del Santísimo Redentor, para evangelizar a la gente iletrada. Elegido obispo de santa Águeda de los Godos, se entregó de modo excepcional a esta misión, que dejaría quince años después, aquejado de graves enfermedades, y pasó el resto de su vida en Nocera de’Pagani, en la Campania, aceptando grandes trabajos y dificultades (1787).

Etimología. Alfonso = guerrero. Viene de la lengua alemana.

Nos encontramos en el año 1696, de nuestra era, el 27 de septiembre, día dedicado a los gloriosos mártires Cosme y Damían, nace Alfonso de Ligori, en Nápoles (Italia). Sus padres fueron José De Ligorio (un noble oficial de la marina) y de la noble Ana De Cavalieri. El hombre tuvo un destino fuera de serie. Nacido en la nobleza napolitana e hijo de militar, alumno superdotado, atraído por la música, la pintura el dibujo, la arquitectura. Su nombre viene de dos raíces germánicas: addal, hombre de noble origen, y funs, pronto al combate. Alfonso era noble por nacimiento, sí: pero mucho mejor, caballero de Cristo, siempre pronto y en la brecha para los combates de Dios...

Alfonso fue un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y abogado; pintor y músico; poeta y escritor; obispo y amigo de los pobres; fundador y superior general de su congregación; misionero popular y confesor lleno de unción; santo y doctor de la Iglesia.

Hay que mi admirar los múltiples talentos que tenía Alfonso y la fuerza creadora que poseía. A los 12 años era estudiante universitario y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83 años de su vida, publicó más o menos 3 libros por año.

En su vida particular Alfonso vivió actitudes que podemos interpretar como protesta frente a la corrupción de su medio ambiente. Con su estilo de vida ejerció una fuerte crítica de su tiempo y de su sociedad.

En un sistema de profundas diferencias de clase renunció a los privilegios de la nobleza y a sus derechos de ser primer hijo, es decir, primogénito.

A finales de julio de 1723, en un día de calor intenso y pegajoso, Alfonso se dirige al Palacio de Justicia de Nápoles. Se celebrará el juicio más sonado del reino entre dos familias: los Médici y los Orsini. Las dos familias quieren para sí la propiedad del feudo de Amatrice. Estaba en juego una gran cantidad de dinero.

Alfonso es un joven abogado de 26 años de edad. Los Orsini lo han elegido para su defensa por una sola razón: es competente y ha ganado todas las causas.

Se ha preparado muy bien, ante el tribunal defiende la causa con maestría. Está seguro que defiende la justicia. A pesar de eso, Alfonso es derrotado, pero se da cuenta de que el origen de esta sentencia está en las maquinaciones políticas e intrigas políticas (cosas desconocidas para nosotros hoy).

Como herido por rayo, el abogado de manos limpias queda por un momento estupefacto. Después rojo de cólera, lleno de vergüenza por la toga que lleva, se retira de la sala de justicia, profundamente desilusionado, sus palabras de despedidas quedaron para la historia: “¡Mundo, te conozco!... ¡Adiós, tribunales!”. No vive este acontecimiento, decisivo en su vida, desde la agresividad y la frustración, al contrario, los asume como fecundidad, siembra y profundización interior, se retira, eso sí lo tiene muy claro. Y al hacerlo toma una opción personal radical: se niega a la corrupción, rechaza que el hombre se realice manipulando o dejándose manipular y elige una forma nueva de libertad y liberación, el seguimiento de Jesús.

Profundamente conmovido Alfonso se va a visitar a sus amigos, los enfermos del “Hospital de los incurables”. Mientras atendía a los enfermos se ve a sí mismo en medio de una grata luz... Parece escuchar una sacudida del gran edificio y cree oír en su interior una voz que le llama personalmente desde el pobre: “Alfonso, deja todas las cosas ven y sígueme”.

Tras la renuncia de los tribunales, Alfonso estudia unos años de teología y recibe el sacerdocio el 21 de diciembre de 1726, en la Catedral de Nápoles, tenía 30 años de edad. Se hace sacerdote en contra de un padre autoritario, como don José, con asombro lo descubre muy pronto en los barrios marginados evangelizando a los analfabetos con sorprendentes predicaciones

En una de sus muchas misiones Alfonso cae enfermo. Ante la gravedad de la situación, los médicos intervienen y le exigen un largo descanso en la sierra. Elige la zona de Amalfi, costera y montañosa a la vez. Fue con un grupo de amigos. Quiere aprovechar el descanso para vivir intensamente la amistad y la oración en común.

Cerca de Amalfi está Scala, un lugar precioso a medio camino entre la playa y la altura de la sierra. Más arriba de Scala, está Santa María de los Montes, una pequeña ermita. A Alfonso le gustó. Era bueno compartir la amistad y la oración en casa de María de Nazaret.

Alfonso y sus amigos se ven sorprendidos por los pastores y cabreros que vienen a pedirles la palabra de Dios. Es el momento clave en la vida de Alfonso. Ahora más que nunca descubre, de verdad que el Evangelio pertenece a los pobres y que ellos lo reclaman como suyo. Y decide quedarse con ellos para dárselo a tiempo completo.

Nos encontramos en el año 1730. Alfonso decide por vez primera, reunir una comunidad consagrada a la misión de los más pobres. En los primeros días de noviembre de 1732 Alfonso deja definitivamente la ciudad de Nápoles y en burro parte para Scala para reunirse con su primer grupo de compañeros, quienes habrán de ser los Redentoristas. Son unos días de intensa oración y contemplación. Sabe que la redención abundante y generosa es un don gratuito y se abre a él en disponibilidad plena.

El día 9 de noviembre de 1732 nace la congregación misionera del Santísimo Redentor, mejor conocido como los Misioneros Redentoristas. No es fácil fundar una congregación religiosa en el reino de Nápoles en el siglo XVIII. Hay demasiados diocesanos y religiosos y muchos conventos en este país pobre y mal administrado

Desde el 9 de noviembre de 1732 hasta la Pascua de 1762, cuando es nombrado obispo, pasan 30 años felices en la vida de Alfonso dedicado a la misión, la dirección de su grupo y a la publicación de sus obras.

Alfonso muere en Pagani, el día 1 de agosto de 1787, a la hora del ángelus. Tenía más de 90 años. Fue beatificado en 1816, canonizado en 1831 y proclamado doctor de la Iglesia en 1871.

Alfonso solía decir que la vida de los sanos es Evangelio vivido. Esto se lo podemos aplicar a él mismo. Sus ejemplos inquietan y arrastran. ¡A veces nos asusta enfrentarnos a un hombre como éste, que era capaz de vivir tan radicalmente el Evangelio!

Hoy, los Misioneros Redentoristas, continuamos anunciando el misterio gozoso de la redención abundante y generosa en toda la Iglesia. Los redentoristas, como Alfonso, no somos propagandistas de una doctrina, somos testigos de Cristo que viene al encuentro de la humanidad.

Sus seguidores

Alfonso murió. Su sueño, sin embargo, continúa vivo en la vida de sus seguidores. Especialmente debido a la labor de Clemente María Hofbauer, los redentoristas se esparcen por el mundo entero. En ellos, el Redentor continúa derramando vida en el corazón de los que no cuentan para el mundo y en el de los abandonados. La Congregación del Santísimo Redentor es lugar y presencia donde el Redentor prosigue su misión: “He sido enviado a evangelizar a los pobres”.

¡Alfonso!, ¡Gracias por tu vida, por tu sueño, por tu horizonte de tan amplias miras! En nombre de los pobres abandonados, ¡Gracias de corazón!

¡Felicidades a quienes lleven este nombre y a los Padres Redentoristas!