sábado, 28 de enero de 2017

IMAGEN PARA COLOREAR DE SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO



IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS PARA COLOREAR



IMAGEN PARA COLOREAR DE SAN FRANCISCO DE SALES



IMAGEN DE SAN ANTONIO MARÍA GIANELLI



IMAGEN PARA COLOREAR DE SAN ANTONIO DE PADUA



IMAGEN DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET PARA COLOREAR



IMAGEN PARA COLOREAR DE SAN ANTONIO ABAD



IMAGEN DE SAN ALBERTO HURTADO PARA COLOREAR



IMAGEN DE LA BEATA MARÍA DE SAN JOSÉ, MAMA ANTULA PARA COLOREAR



IMÁGENES DE SAN JUAN BOSCO



IMAGEN PARA COLOREAR DE SAN DANIEL



IMAGEN PARA COLOREAR DEL BEATO AGUSTÍN PRO



IMAGEN PARA COLOREAR DE LA BEATA ANA DE LOS ÁNGELES MONTEAGUDO



ORACIÓN PARA ANTES DE ESTUDIAR


Oración para antes de estudiar

Creador inefable,
que en los tesoros de tu sabiduría
has establecido tres jerarquías de Ángeles,
y las has colocado sobre el cielo empíreo
con orden admirable
y has dispuesto admirablemente
todas las partes del universo.

Tú, pues, que eres considerado verdadera
fuente de la luz,
y principio eminentísimo de la sabiduría,
dígnate infundir un rayo de tu claridad
en las tinieblas de mi inteligencia,
alejando de mí las dos clases de tinieblas
con las que he nacido:
la del pecado y la de la ignorancia.

Tú, que sueltas las lenguas de los niños,
prepara mi lengua
e infunde la gracia de tu bendición
en mis labios.

Concédeme la agudeza para entender,
la capacidad para asimilar,
el modo y la facilidad para aprender,
la sutileza para interpretar
y la gracia abundante para hablar.

Instruye el comienzo,
dirige el desarrollo,
completa la conclusión.

Tú, que eres verdadero Dios y hombre, y que
vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

SANTO TOMÁS DE AQUINO, DOCTOR DE LA IGLESIA, 28 DE ENERO


 Fiesta de Santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia
28 de enero 



 (ACI).- Cada 28 de enero se celebra a Santo Tomás de Aquino, patrono de los estudiantes, quien escribió la famosa obra “Summa Teológica”.

Santo Tomás de Aquino nació en Roccasecca, cerca de Aquino en Nápoles, en 1225. Realizó sus primeros estudios con los benedictinos en Montecassino, cerca al castillo de sus padres. Fue a la Universidad de Nápoles y destacó por su gran inteligencia.


Al conocer a la naciente comunidad de Padres Dominicos, se une a ellos con la oposición de su familia. Huye hacia Alemania, pero en el camino sus hermanos lo apresan y lo encierran por dos años en el castillo de Roccasecca. Tiempo que aprovechó para estudiar Biblia y Teología.

Los hermanos al ver que Tomás no desistía de su idea, le envían una mujer de la mala vida para hacerlo pecar, pero el santo, con un tizón encendido, la amenaza con quemarle la cara, entonces la mujer salió despavorida.

El Santo obtiene su liberación y es enviado a Colonia en Alemania donde fue instruido por el sacerdote dominico San Alberto Magno. Sus compañeros lo tomaban por tonto al verlo robusto y silencioso y lo apodaron “el buey mudo”.

Pero cierto día un compañero le pidió sus apuntes y se los entregó a San Alberto, quien dijo: "Ustedes lo llaman el buey mudo, pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". No obstante, la devoción de Santo Tomás era lo que más resaltaba. Solía pasar mucho tiempo en oración y vivía un gran amor a la Eucaristía.

El joven Santo Tomás se graduó como doctor de teología en la Universidad de París y a sus 27 años ya era maestro en esa ciudad.  Más adelante es convocado por el Papa y por siete años recorrió el país italiano predicando y enseñando. Incluso el rey San Luis le consultaba los asuntos de importancia.

En cuatro años escribió “la Summa Teológica”, su obra maestra de 14 tomos, que se volvió tan importante que el Concilio de Trento utilizó tres libros de consulta: la Biblia, los Decretos de los Papas y la “Suma Teológica” de Santo Tomás.

Lo admirable de este santo es que la sabiduría no la adquirió tanto en la lectura de libros, sino de rodillas y en oración ante el crucifijo. Además, cuando exponía sus ideas, las hacía con respeto y total calma, aun  cuando sus contrincantes lo ofendían.

Compuso el “Pangelingua” y el “Tantum ergo”, así como otros cantos Eucarísticos que se entonan hasta nuestros días, por pedido del Papa, quien le solicitó que escribiera himnos para la Fiesta del Corpus Christi.

Jesucristo se le apareció y le dijo: "Tomás, has hablado bien de mí. ¿Qué quieres a cambio?".  Santo Tomás respondió: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

Asimismo, su devoción a la Virgen era tal que en sus cuadernos escribía “Dios te salve María” y compuso un tratado sobre el Ave María.


Al final de su vida fue enviado por el Sumo Pontífice al Concilio de Lyon, pero enfermó en el camino. Fue recibido en el monasterio cisterciense de Fosanova y al llevarle la comunión, Santo Tomás dijo:

"Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".

Partió a la Casa del Padre un 7 de marzo de 1274 a los 49 años. Su cuerpo fue llevado con mucha solemnidad a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567.

Santo Tomás de Aquino es representado con el Espíritu Santo, un libro, una estrella o rayos de luz sobre su pecho y la Iglesia.

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Biografía de Santo Tomás de Aquino


Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225.

Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino.

Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios.

Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.

A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pange Lingua y el Tantum Ergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: "Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".

Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.

Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: "Consideren superiores a los demás". Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del Ave María.

El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.

Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.

SANTORAL DE HOY SÁBADO 28 DE ENERO 2017

Moisés Tovini, BeatoMoisés Tovini, Beato
Sacerdote, 28 de enero
Olympia (Olga) Bidá, BeataOlympia (Olga) Bidá, Beata
Religiosa y Mártir, 28 de enero
María Luisa Montesinos Orduña, BeataMaría Luisa Montesinos Orduña, Beata
Virgen y mártir, 28 de enero
Julián Maunoir, BeatoJulián Maunoir, Beato
Sacerdote Jesuita, 28 de enero
Bartolomé Aiutamicristo de Pisa, BeatoBartolomé Aiutamicristo de Pisa, Beato
Religioso Camaldulense, 28 de enero
José Freinademetz, SantoJosé Freinademetz, Santo
Presbítero Misionero, 28 de enero
Julián de Cuenca, SantoJulián de Cuenca, Santo
Obispo, 28 de enero
Tomás de Aquino, SantoTomás de Aquino, Santo
Memoria litúrgica, 28 de enero

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 28 DE ENERO 2017


Señor, ¿duermes?
Marcos 4, 35-41. III Sábado de Tiempo Ordinario. Ciclo A.


Por: H. Rubén Tornero, LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy las gracias por este momento que Tú me regalas para encontrarme contigo. Creo en Ti, Jesús, pero ayúdame a creer con firmeza. Confío en Ti, en tu poder, pero, ayúdame a saber abandonarme en tus brazos. Te amo, mas regálame una experiencia de tu amor. Tú me amas, Jesús, sin importar lo que haga. Me amas por ser quien soy… yo te quiero amar y alabar por ser quien eres. Gracias, Jesús, por ser quien eres. A Ti la alabanza, la gloria y mi amor por siempre. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”. Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “Cállate, enmudece!”. Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “ Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “Quien es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús, Tú duermes en medio de una tormenta. No sé cómo puedes hacerlo. Es como si yo viajara en un avión, el piloto dijera que acaba de perder el control de la nave y que es posible que nos estrellemos, y yo pidiera a la azafata un par de audífonos para ver una película… ¿es que no te importa que se hundan? La misma pregunta me surge muy a menudo Señor, veo tanto mal en el mundo, tanta violencia, tanta injusticia… y Tú callas, casi como si durmieses… ¿Es que no te importa a dónde vaya a parar este mundo?, ¿o acaso duermes y no te enteras que vamos a la deriva? Te miro en silencio, allí, en el sagrario y me pregunto si duermes, si no te importa tanto dolor… Tú despertaste, Señor, e increpaste al mar y al viento… y te obedecieron. En un segundo cambiaste la tempestad en calma y la incredulidad de tus discípulos, en fe.
Miro alrededor, Señor, y me doy cuenta que de ninguna manera duermes, que trabajas.Tantos misioneros, tantos sacerdotes y almas consagradas, tantos laicos que, en silencio, transforman las peores tempestades en paz, portando tu palabra a los hospitales, pan a los hambrientos y consuelo a los tristes… No duermes, Jesús. Trabajas…sí, pero en silencio. Y yo ni escucho tu voz ni veo tus obras porque estoy más ocupado viendo y escuchando el mar y el viento que mirando tus obras. Jesús, me miras allí, hablando en lo profundo de mi corazón, y me invitas a dejarme de lamentos estériles y a ponerme a trabajar por la extensión de tu Reino.
Confío en Ti, Jesús. ¡Aumenta mi confianza! Yo también quiero trabajar por tu Reino y por mis hermanos. Lo haré. Dame la fuerza que necesito.
«Prometemos que nunca los olvidaremos. Nunca vamos a dejar de hablar por ustedes. Les aseguramos que haremos todo lo posible para abrir los ojos y los corazones del mundo.
La paz no es el fin de la historia. La paz es el inicio de una historia ligada al futuro. Europa debería saber esto mejor que cualquier otro continente. Esta hermosa isla [Lesbos], donde nos encontramos ahora, es sólo un punto en el mapa. Para domar el viento y el mar agitado Jesús ordenó al viento que cesase justo cuando la barca en el que estaban él y sus discípulos estaba en peligro. Luego la calma siguió a la tormenta.»
(Cf Discurso de S.S. Francisco, 16 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una oración especial por todos los refugiados y migrantes, para que experimenten la consolación de una persona que trabaje en silencio por la extensión del Reino de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

FELIZ SÁBADO!!!



viernes, 27 de enero de 2017

ORACIÓN DE SANTA ÁNGELA DE MERICI


Oración de Santa Ángela de Merici

Señor esperanza y vida mía.
Recibe Señor mi corazón,
mi libertad y mi voluntad.

Todo mi obrar y mi pensar, 
te entrego Señor todo lo mío, 
ofrezco a tus pies todo mi ser
recíbelo, te lo ruego yo
que no merezco
nada de ti,
ilumina mi corazón,
que no te ofenda jamás.

Fortalece mi espíritu
para que nunca
se aparte de tu rostro
para que no
me separa de ti,
ilumina mi corazón
que no te ofenda jamás.

Fortalece mi espíritu,
para que nunca
se aparte de tu rostro
ara que no
me separa de ti.

Amén.

SANTA ANGELA DE MERICI, FUNDADORA DE LAS URSULINAS, 27 DE ENERO


Santa Ángela de Merici, fundadora de las Ursulinas
27 de enero



 (ACI).- "Si alguna persona, por su estado de vida, no puede vivir sin riquezas y posición, que al menos mantenga su corazón vacío del amor a estas", solía decir Santa Ángela de Merici, fundadora de la primera orden de mujeres dedicada a la enseñanza y llamada las Ursulinas. Su fiesta se celebra cada 27 de enero.

Santa Ángela, nació en Desenzano, cerca de Brescia al norte de Italia, por el 1470 o el 1474. A los 10 años quedó huérfana, entonces ella, su hermana y hermano fueron criados por un tío con mucho dinero.

Su hermana mayor falleció de repente y se quedó muy preocupada porque había muerto sin los sacramentos. Es así que cierto día tuvo su primera experiencia de éxtasis en la que se le apareció la Virgen María.

A los 13 años se hace terciaria franciscana y vivió con mucha austeridad, en ocasiones alimentándose sólo de pan y vegetales. No quería tener bienes, ni siquiera una cama, así como Jesús, que no tenía dónde recostar su cabeza.

Cuando tenía 20 años, muere su tío y Santa Ángela vuelve a su tierra natal, donde da catecismo a los pobres. Su baja estatura no le impidió servir a Dios con gran amor. En una ocasión viajó a Tierra Santa y perdió la vista en Creta, pero mantuvo su devoción en el viaje, y la recuperó en el mismo lugar que la perdió.

En 1525 fue a Roma y se encontró con el Papa Clemente VII. El Pontífice le pidió que se encargara de un grupo de enfermeras en Roma, pero la santa le reveló que había tenido una visión donde doncellas ascendían al cielo en una escalera de luz. Esto la inspiró a formar un noviciado informal.

En la visión, las santas vírgenes estaban acompañadas por ángeles que tocaban dulces melodías con arpas doradas. Todas portaban coronas con piedras preciosas. Pero de pronto, la música cesó y Jesús en persona la llamó por su nombre y le dijo que creara una sociedad de mujeres.

De esta manera el Santo Padre le otorgó el permiso para formar la comunidad. Santa Úrsula se le aparece y Santa Ángela la nombra patrona de la comunidad.

Un 25 de noviembre de 1535, en la Iglesia de San Afra en Brescia, Ángela y 28 compañeras más jóvenes se unieron ante Dios para entregar sus vidas al servicio de la educación de las niñas. Es así que surge la Compañía de las Ursulinas.

Las de la orden no usaban hábito, salvo un sencillo vestido negro, no hacían votos, ni vida de clausura, ni vida comunitaria. Se dedicaban a la educación religiosa de niñas, especialmente de las pobres, y al cuidado de los enfermos. Las ursulinas fueron reconocidas por el Papa Pablo III en 1544 y se organizaron como Congregación en 1565.

Santa Ángela partió a la Casa del Padre en 1540, cuatro años después de la fundación y no lograría ver mucho de la expansión, pero su ejemplo de paciencia y amabilidad con los pobres, enfermos y los de poca o casi nula instrucción quedaría para siempre en la historia.

Al morir, sus últimas palabras fueron el nombre de “Jesús” y un rayo de luz brilló sobre la santa. En 1568, San Carlos Borromeo llamó a las Ursulinas a Milán y las persuadió de ingresar a la vida de clausura.

San Borromeo, en un sínodo provincial, dijo a sus Obispos vecinos que no conocía una mejor forma de reformar una diócesis que introducir a las Ursulinas en las comunidades pobladas.



Biografía de Santa Ángela de Merici



El nombre de Santa Ángela de Merici es de los que mayor celebridad ha alcanzado en la historia de la Iglesia. En pleno Renacimiento, cuando se está elaborando un mundo nuevo, en el momento en que la herejía de Lutero empieza sus estragos, esta humilde creyente sin letras comprende que la ignorancia es la gran plaga de la Iglesia, y organiza para la educación de las niñas lo que San Ignacio de Loyola en favor de los jóvenes. Por donde se ve cómo Dios sabe escoger a su debido tiempo instrumentos dóciles para realizar sus designios providenciales.

Funda la Compañía de Santa Úrsula, primera Congregación de mujeres dedicadas a la enseñanza. Para cumplir su misión, las primeras Ursulinas vivirán en medio del mundo; transformarán el ideal de la vida religiosa, que para las mujeres no pasaba del claustro y del hábito monacal.

Por otra parte, la fundadora determina que, dócil a la autoridad eclesiástica, el Instituto se adapte a los tiempos y lugares. «A estas dos Compañías de Ursulinas y Jesuitas, deben principalmente muchas naciones de Europa haber conservado la verdadera doctrina católica»



Infancia de una santa

Ángela nació el 21 de marzo de 1474, en Desenzano, puerto de pesca a orillas del lago de Garda, a treinta kilómetros de Brescia. Su padre, Juan de Merici, y su madre, Biancosi, vivían en la granja de los Grezze, subsistente en la actualidad, de la cual eran propietarios. Ángela era la última de cinco hijos: tres niños y dos niñas.

La casa paterna era un verdadero santuario; se vivía y trabajaba continuamente con el pensamiento de «Dios me ve»; se rezaba en común; por la tarde, la lectura de un libro de piedad o la Vida de los Santos daba fin a los trabajos del día.

Ángela seguía con extremado esmero e íntima satisfacción estas piadosas prácticas. Con tan santas ideas y elevados pensamientos, se trazó un género de vida que tenía mucho de retiro y soledad. Con la ayuda de su hermana, que tenía aspiraciones muy semejantes, transformó en oratorio una habitación reducida, donde se retiraban cada tarde a horas determinadas para orar y cantar las divinas alabanzas. A estos ejercicios juntaba Ángela los rigores de la penitencia. A los nueve años consagró a Dios su virginidad, haciendo voto de guardarla, y persuadió a su hermana para que hiciera lo mismo. Desde entonces renunció a todos los adornos mundanos, y su única preocupación era complacer en todo a Nuestro Señor Jesucristo.

Ángela estaba dotada de rara hermosura: poseía una abundante cabellera, cuyos bucles de oro flotaban a merced del viento. Un día, oyendo alabar su belleza se turbó y, no pudiendo cortar sus doradas trenzas sin singularizarse imprudentemente, optó por anular su brillo empleando una extraña loción, compuesta de agua, hollín y miel.

Tenía trece años cuando, a sus instancias, fue admitida a la primera comunión. Hubiera querido comulgar todos los días, pero la lamentable costumbre de las comuniones tardías y raras, esclavizaba a las almas amantes de Jesús en la Eucaristía. Por lo cual, cuando Jesús venía a su alma estaba en el colmo de la felicidad: pasaba todo aquel día sin querer tomar ningún otro alimento, y tenía sabrosísimos coloquios con su dulce y amable Jesús.





Nueva morada

Hacia el año 1487, Juan de Merici, que contaba sólo unos cuarenta años, fue atacado por una fiebre maligna que en contados días le quitó la vida. Dos años más tarde su virtuosa mujer le seguía a la tumba. Con motivo de esta repetida desgracia, las dos huérfanas buscaron quien pudiese guiarlas y dirigirlas por el buen camino emprendido, y abandonaron la población de Desenzano.

Bartolomé Biancosi, hermano de su madre, las tomó a su cargo y las llevó consigo a Salo, población situada igualmente a orillas del lago de Garda, a unos 25 kilómetros al norte de Desenzano. Era un rico comerciante y, sobre todo, un cristiano ejemplar muy respetado por sus conciudadanos. En esta mansión hospitalaria, donde todo favorecía sus deseos de perfección, fue fácil a las dos jóvenes trazarse acertado reglamento de vida, distribuyendo el día entre el trabajo y la oración, sin dejar un solo instante a la ociosidad.

Si la desgracia había aumentado el cariño entre Ángela y su hermana, haciendo que cada día sirviesen con más amor a Dios, el bienestar de su nueva existencia contrariaba sus deseos de mortificación. Enardecidas con la lectura de los Padres del desierto, determinan un día buscar en la montaña alguna cueva donde poder llevar vida eremítica. Con mucho ardor y decisión parten después de oír misa, solas, sin provisiones y sin manifestar nada a nadie. Al anochecer escogen un abrigo entre los árboles y las rocas. Su buen tío, inquieto al ver que no volvían a casa al mediodía, búscalas por todas partes, y acaba por descubrir a las dos fugitivas en el retiro donde se creían completamente aisladas del mundo.

No les dice ninguna palabra de reproche: se contenta con manifestarles los peligros a que las exponía una piedad mal entendida. Pero, lejos de combatir el atractivo de sus sobrinas por la vida silenciosa y retirada, les prepara en su propia casa una celda. En ella pudieron practicar lo que en el desierto no les hubiera sido fácil poner por obra.



Terciaria Franciscana

Hacía ya unos seis años que Ángela y su hermana vivían en casa de su tío, cuando esta hermana tan querida fue arrebatada de su cariño por una muerte repentina, sin que el sacerdote tuviese tiempo de administrarle los últimos sacramentos. Ángela quedó muy apenada por esta nueva desgracia.

Una angustia dolorosa la apesadumbraba; temblaba por la suerte de esta alma, llamada de improviso al tribunal de Dios. Algún tiempo después, cuando llevaba la comida a los segadores, vio sobre su cabeza, en una revuelta del camino, una nube luminosa, y en ella a la Santísima Virgen, que le presentaba a su hermana llena de gloria y rodeada de un cortejo de ángeles. «¡Oh Ángela! -dijo la feliz predestinada-, persevera como has empezado, y gozarás conmigo de la misma alegría y felicidad».

Este acontecimiento tuvo grandísima influencia sobre nuestra Santa, y fue causa de que cada día se desprendiese más de las cosas de la tierra.

Por esta época determinó entrar en la Orden Tercera de San Francisco, cuyo espíritu y Regla abrazó en toda su plenitud y eficacia. Desde aquel momento se llamó «Hermana Ángela». Revestida del hábito franciscano, que llevó hasta la muerte y con el cual quiso ser enterrada, nuestra Santa pudo, aun permaneciendo en el mundo, vivir como perfecta religiosa.

También por este tiempo, en 1495 o 1496, la muerte le arrebató a su tío Bartolomé; Ángela volvió a habitar la casa paterna en Desenzano, en donde permaneció veinte años más.

Al principio de su regreso a Desenzano, Ángela administró el patrimonio que había heredado; pero, por amor a la pobreza, poco a poco fue despojándose del mismo y acabó por vivir de limosna. Sus penitencias fueron cada día más rigurosas: una tabla o una estera sobre el suelo formaban su cama, y unos sarmientos o una piedra le servían de almohada. Salía de casa raras veces; el cilicio, las flagelaciones y los ayunos continuos, mortificaban sin compasión su cuerpo. La Sagrada Eucaristía, que recibía todos los días con el asentimiento de su director, la alimentaba y sostenía milagrosamente.

Entre las almas que en esta época trabaron amistad con nuestra Santa, se contaba una joven cuyo nombre no nos es conocido, y que durante largo tiempo fue su compañera. Juntas rezaban, trabajaban y visitaban a los pobres. Este cariño entre ambas amigas, fue también roto por la muerte hacia el año 1506.

Un mes, poco más o menos, después de este acontecimiento, Ángela va al campo en compañía de algunas amigas. Mientras éstas meriendan, ella se retira para orar a la sombra de un emparrado, en un lugar llamado Brudazzo. De pronto, las nubes se separan, rodéala una luz resplandeciente y surge una escala semejante a la de Jacob, que llega hasta el cielo. Muchedumbre innumerable de vírgenes suben y bajan por ella, vestidas con túnicas resplandecientes y llevan diadema real. Van de dos en dos dándose la mano, y un cortejo celestial de ángeles músicos las acompañan con arrobadoras melodías. Separándose del grupo, una de las vírgenes -en la que Ángela reconoce a la amiga que acaba de perder- se acerca a nuestra Santa y le dice: «Ángela, has de saber que Dios te ha enviado esta visión para indicarte que, antes de morir, fundarás en Brescia una Sociedad de vírgenes muy semejantes a éstas».

Ángela comunicó a sus compañeras lo que acababa de suceder, y ellas se pusieron bajo su dirección para consagrarse a obras de celo, educar a los parvulitos, reunirlos para enseñarles las oraciones y el catecismo, visitar y socorrer a los pobres y enfermos, entrar en los talleres y lugares de trabajo para combatir la blasfemia. Era como un bosquejo de la obra anunciada por la visión. La acción de la naciente Sociedad se dejó pronto sentir; un renuevo de vida cristiana floreció en Desenzano y en toda la región. Ángela se trocó entonces en persona veneranda; venían a visitarla, a recibir sus consejos y encomendarse a sus oraciones.

Sin embargo, la visión había hablado de Brescia: en efecto, en dicha población había decidido la Providencia poner las bases de la futura Congregación.

Había por entonces en Brescia una familia rica, los Pentagola, grandes bienhechores de toda buena obra, de las iglesias y de los monasterios, que iban cada año a pasar los meses de verano en su casa de campo de Patengo, aldea próxima a Desenzano. Habiendo conocido las virtudes y los méritos de Ángela, pronto fueron amigos y protectores de su naciente Sociedad. Aconteció en 1516 que los Pentagola, recién llegados a Brescia, tras una estancia de cuatro meses en Patengo, perdieron por muertes súbitas y seguidas a sus dos hijos. Abrumados de pena acuden a la caridad de Ángela y le ruegan los vaya a consolar. Obedeciendo a sus superiores espirituales, que le mandan acceder a la súplica, Ángela toma las providencias que juzga necesarias para asegurar durante su ausencia el buen funcionamiento de su pequeña Sociedad de Desenzano, y sale para Brescia, en donde van a cumplirse las divinas promesas.



Peregrinaciones a Jerusalén y a Roma


Brescia acababa de sufrir el triste azote de la guerra que durante veinte años desoló a Italia, y particularmente al Milanesado y al Véneto. En medio de tal desolación, Ángela aparece en verdad como el ángel de Dios. Predica a todos la conversión y reforma de vida. Su pobre celda, cerca de la iglesia de San Bernabé, puede apenas contener a los que desean verla; aquello parece una Universidad, pues entre otras gracias sobrenaturales, Ángela ha recibido el don de la ciencia infusa; habla latín sin haberlo estudiado nunca; explica los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras y trata los asuntos teológicos con tan grande precisión, que los más graves doctores acuden a sus consejos de vidente.

Un estudiante de la Universidad de Padua, fue a Brescia para cerciorarse de cuanto se decía de la sierva de Dios. Presentóse magníficamente vestido, con bonete encarnado de doctor, y en él la pluma vistosa y larga que imponía la moda de aquella época.

-- Estudio -le dijo- con gran deseo de llegar a ser sacerdote, y anhelo saber si es ésta, efectivamente, la voluntad de Dios.

-- Tiene usted que mejorarse mucho -le respondió ella- antes de abrazar un estado que pide sencillez y modestia, pues me parece que está muy inclinado a la vanidad.

El joven, confundido, confesó su equivocación y comenzó con denuedo la reforma de su vida.

Consiguió también Ángela reconciliar personajes de la aristocracia que hacía largo tiempo se profesaban un odio mortal; este hecho tuvo una resonancia considerable. El duque de Milán, Francisco Sforza, encantado de la sabiduría de sus consejos, la llamaba su «madre espiritual» y procuraba retenerla a su lado.

Aunque Ángela nada haya manifestado de sus tentaciones, no se puede dudar que el demonio, ante tanta santidad, redoblaría sus esfuerzos para inducirla a vanidad, valiéndose de las astucias propias del espíritu maligno. Se sabe de cierto, que un día el demonio se le presentó en forma de ángel de luz y le dirigió palabras de alabanza. Ángela advirtió el engaño; un ángel que adula, no puede ser más que un demonio. «Retírate -le dijo-, tú eres el espíritu de la mentira. No soy más que una pecadora indigna de ser visitada por los ángeles del cielo».

En el mes de mayo de 1524, Ángela emprendió con uno de sus primos, Biancosi, y un rico gentilhombre bresciano, la peregrinación a Tierra Santa; pero, al desembarcar en Candía, perdió de repente la vista. No obstante, resolvió seguir el viaje. Al llegar a la santa colina del Calvario renovó sus votos, y en la iglesia del Santo Sepulcro recibió nuevas luces acerca de su misión.

A la vuelta, como el navío hiciera escala nuevamente en Candía, Ángela fue conducida a una iglesia donde se veneraba un Santo Cristo milagroso. Púsose en oración y al momento recobró la vista. Los peregrinos siguieron su travesía con gran alegría y satisfacción, y llegaron sanos y salvos a Venecia, después de haberse salvado milagrosamente de una terrible tempestad, y haberse podido librar de la persecución de los piratas berberiscos.

Apenas desembarcaron en Venecia, la sierva de Dios fue objeto de la admiración de todas las gentes; las autoridades civiles y religiosas le ofrecieron la dirección de los hospitales. Ella lo rehusó muy agradecida y, viendo lo que hacían para retenerla, huyó en secreto y se encaminó a Brescia.

Al año siguiente fue a Roma para ganar el jubileo. Al entrar en la basílica de San Pedro encontró a un camarero del Papa, que había sido compañero suyo de viaje al regresar de Tierra Santa, el cual la presentó al Sumo Pontífice. Sabedor de las maravillas debidas a la santidad de esta humilde mujer, Clemente VII hubiera querido que fijase su residencia en Roma, para ponerla al frente de las casas de caridad; pero Ángela le dio a conocer su visión de Brudazzo y la misión que de Dios había recibido. El Papa la escuchó y bendijo la fidelidad que ponía para seguir el divino llamamiento.



Fundación de las Ursulinas

Cinco años han de pasar antes de que la fundadora ponga las bases de su Instituto. La guerra ha vuelto a Italia, por la histórica rivalidad de Francisco I y Carlos V. En 1529, Brescia es de nuevo atacada; sus habitantes buscan refugio en Cremona y no vuelven hasta que se firma la paz, por Navidad del mismo año.

La Providencia interviene al fin, y Nuestro Señor en persona ordena a Ángela que ponga manos a la obra sin más pérdida de tiempo. Nuestra Santa escoge entonces doce jóvenes de Brescia, y les propone, de parte del divino Maestro, llevar una vida retirada en sus respectivas casas; luego, en sucesivas reuniones las instruye en el amor y práctica de la pureza, mortificación, obediencia, pobreza y en la perfecta caridad. Hacia el fin del año 1533 sus hijas espirituales son veintiocho, y las reúne todos los días. Les hace ver los males de la Iglesia: pues Inglaterra es arrastrada al cisma por su rey; Lombardía amenazada por el protestantismo que destroza a Alemania, y en todas partes la ignorancia religiosa trae males sin cuento; a la vez, les pone de relieve el bien que puede producir en el mundo la fundación de un grupo de religiosas que sepan hermanar la vida activa con la contemplativa.

Las primeras religiosas de este Instituto emitieron los votos el 25 de noviembre de 1535 en Brescia, en la iglesia de Santa Afra: eran veintisiete; un mes después su número llegaba a sesenta; a los tres votos de religión añadían el de consagrarse a la enseñanza.

Ángela no quiso que se diera su nombre al nuevo Instituto: lo puso bajo la protección de Santa Úrsula, la virgen mártir de Colonia, que se le había aparecido tres veces para guiarla y animarla, y a quien las Universidades de la Edad Media habían escogido ya como patrona de la juventud y de los estudios.

-- Formaremos -decía- la Compañía de Santa Úrsula... Ella será vuestra patrona y la mía. Trabajaremos bajo su estandarte por la propagación de la fe y la extinción del vicio y del error; instruiremos en la santa doctrina de Jesucristo a las personas de nuestro sexo.

Y, repartiéndose los barrios de la ciudad, comenzaron diligentes su labor bienhechora. La Regla recibió la primera aprobación del cardenal Cornaro, obispo de Brescia, el 8 de agosto de 1536. Las Constituciones recibieron la primera aprobación de Paulo III, en 1544. En ese mismo año la Compañía adoptó la Regla de San Agustín.

El movimiento se tomó con gran entusiasmo y se propagó rápidamente por Italia, Alemania y Francia. En pocos años la Orden contó muchas casas.



Superiora General y muerte



Algunos meses más tarde, el 18 de marzo de 1537, se reunía el primer Capítulo general, y la Hermana Ángela, a pesar de todas sus instancias, fue elegida Superiora General de la Compañía. Continuó durante tres años instruyendo, guiando y, sobre todo, edificando a sus primeras hijas, cuyo número iba aumentando rápidamente.

Cayó enferma al principio de enero de 1540, y, habiendo reunido a sus hijas apenadas y entristecidas alrededor de su lecho, les dio sus últimas instrucciones. Luego recibió los santos sacramentos «con angélica devoción», cerró los ojos y entregó suavemente su alma a Dios, el 28 de enero de 1540, musitando sus labios el santo nombre de Jesús. Ángela iba a cumplir sesenta y siete años.

Su cuerpo fue llevado con gran pompa y solemnidad a la catedral de Santa Afra, donde estuvo expuesto durante un mes. Los prodigios se manifestaron muy pronto ante el sepulcro de la «virgen de Brescia», y la iglesia llegó a ser pronto un centro de peregrinaciones.

Clemente XIII aprobó, el 30 de abril de 1768, el culto que el pueblo daba espontáneamente a la sierva de Dios. En 1790, el papa Pío VI iba a proceder a su canonización, más la Revolución francesa se lo impidió, y Pío VII la canonizó el 24 de mayo de 1807.

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