viernes, 16 de septiembre de 2016

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, DEL 15 AL 23 DE SEPTIEMBRE


 Novena a Nuestra Señora de la Merced, patrona de los presos
15 al 23 de septiembre



 (ACI).- “Merced” significa ante todo “Misericordia” y es un título en honor a la Virgen María que ha sido propagado de manera especial por los religiosos mercedarios.

Se dice que por el 1218 Nuestra Señora de la Merced se le apareció a San Pedro Nolasco y le reveló su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cristianos que estaban presos en manos de los musulmanes. Así se inició una gran obra que dio libertad a muchos cautivos.

“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel es decir, entre los cristianos, y serán signo de contradicción para muchos”, afirmó la Virgen a San Pedro Nolasco.

Cercanos a la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, que se celebra cada 24 de septiembre, aquí una novena a la Santísima Virgen María, Madre de misericordia.






Primer día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el primer día
Señor, Dios Omnipotente y Misericordioso, que así para librar a tu pueblo escogido de la esclavitud de Egipto hablaste a Moisés en el monte Horeb, desde una zarza que ardía sin consumirse, así mismo hablaste en Barcelona al Patriarca San Pedro Nolasco para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera tu Santísima Madre, la Virgen María, que bajó del cielo y desde el primer instante de su vida fue como zarza milagrosa, pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió la hermosura de la gracia, ni su original pureza; te ruego que por la intercesión de la misma Santísima Madre tuya, no se abrase mi cuerpo en las llamas de la impureza, ni se manche mi alma con el pecado de la sensualidad, para que, a imitación de esta celestial Señora, exhale mi corazón fragancias de pureza.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Segundo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el segundo día
Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)


Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el tercer día
Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el cuarto día
¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Quinto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el quinto día
Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Sexto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el sexto día
Señor, Dios de la Misericordia, que por medio de la reina Esther libraste a los israelitas de la sentencia de muerte dictada por Asuero; te rogamos, piadoso dueño de nuestras almas, que por la intercesión de la Santísima Virgen María de la Merced, nos libres de la muerte del pecado, concediéndonos la libertad de los Hijos de Dios y vivir en gracia hasta que podamos gozar eternamente en la gloria. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el séptimo día
Eterno y Omnipotente Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronaste a la Santísima Virgen María de estrellas y la vestiste de Gloria y Majestad, dándole poder contra todos nuestro enemigos; te suplicamos con la mayor confianza, nos otorgues el favor de considerarnos como devotos y esclavos de tan esclarecida Señora, pues la invocamos como Madre de la Merced y Misericordia, para que así nos veamos libres de las asechanzas del enemigo infernal ahora y en la hora de nuestra muerte y podamos conseguir la Gloria eterna. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el octavo día
Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



.Noveno día de la novena a Nuestra Señora de la Merced



Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el noveno día
Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

jueves, 15 de septiembre de 2016

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE


Hoy 15 de septiembre la Iglesia
 celebra a Nuestra Señora de los Dolores



 (ACI).- Un día después de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Esta devoción viene desde muy antiguo y fue en 1814 que el Papa Pío VII estableció esta celebración para el 15 de septiembre.

En una ocasión la Virgen María le comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) lo siguiente: “miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos”.


“Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.

La Madre de Dios prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Asimismo, según San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.




Historia de la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores



La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.

La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.

En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.



Oración a la Virgen de los Dolores

Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.




Poema a los siete Dolores de la Virgen María
Recopilado por José Gálvez Krüger para ACI Prensa




Suplico Reina Gloriosa
Hija del eterno Padre
del Divino Verbo Madre
y del Espíritu esposa,
que me concedáis piadosa
amparo de pecadores
devoción, llanto y fervores
compasión y gran ternura
de vuestros siete dolores.


Primer dolor
Duéleme cuando supisteis
lo de aquella profecía
de Simeón cuando decía
que una espada os traspasaba
de dolor. ¡Oh! Madre mía
y qué riguroso día
para nos, aquél sería.


Segundo dolor
Duélome que Jesús tierno
dijo en repetido aviso
que huir era preciso
a Egipto en el invierno
¡Oh!, qué sentimiento eterno
ansia, temor y agonía
vuestro pecho, sentiría.


Tercer dolor
Duelome qué traspasado
tuvisteis el corazón
en aquella perdición
del Niño, hasta ser hallado.
¡Oh!, con qué pena y cuidado
a tal Hijo perdería
tal Madre le buscaría.


Cuarto dolor
Duelome que al ver en tierra
con la cruz a vuestro Hijo
fuiste a ayudarle con mimo
y aquella cuadrilla fiera
os impidió que así fuera,
tan sangrienta a vos sería
tal crueldad y grosería.


Quinto dolor
Duélome que vuestro llanto
al pie de la cruz sentisteis
la crueldades que allí visteis
ejecutar en quebranto
cantara :"Santo, Santo, Santo"
¡Oh!, cuánta angustia sería
lo que allí os afligiría.


Sexto dolor
Duélome que en vuestros brazos
al buen Jesús nos le disteis
herido y hecho pedazos.
¡Oh!, qué tremenda agonía
vida triste Madre mía
vuestro pecho sentiría


Séptimo dolor
Duélome que con ternura
al costado lo ha criado
lo dejasteis enterrado
en helada sepultura.
¡Oh!, qué tremenda amargura
vuestro pecho sentiría
cuando sin Él se veía.

---------

Espero como os lo digo
por estos siete dolores
lograr los grandes favores
de  devoto condolido:
qué delito ha cometido
el Soberano Maestro
a Jesús, el Hijos vuestro,
diciendo fiel cada día
a Vos, Madre, un Avemaría.




Las siete gracias que la Virgen María le dió a Santa Brígida


La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

Pondré paz en sus familias.

Serán iluminados en los Divinos Misterios.

Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.

Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.

He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.




SANTORAL DE HOY JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE 2016

Antonio María Schwartz, BeatoAntonio María Schwartz, Beato
Sacerdote y Fundador, 15 de septiembre
Mariano Alcalá Pérez, BeatoMariano Alcalá Pérez, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
Giuseppe "Pino" Puglisi, BeatoGiuseppe "Pino" Puglisi, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
Nicetas el Godo, SantoNicetas el Godo, Santo
Mártir, 15 de septiembre
Pablo Manna, BeatoPablo Manna, Beato
Presbítero y Fundador, 15 de septiembre
Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, BeatosJuan Bautista y Jacinto de los Ángeles, Beatos
Catequistas Mártires, 15 de septiembre
Catalina (Fieschi) de Génova, SantaCatalina (Fieschi) de Génova, Santa
Viuda, 15 de septiembre
Rolando de Medici, BeatoRolando de Medici, Beato
Ermitaño, 15 de septiembre
Nuestra Señora de los DoloresNuestra Señora de los Dolores
Memoria Litúrgica, 15 de septiembre

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE 2016, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


María, una espada te atravesará el corazón
Nuestra Señora de los Dolores. Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones."

Oración introductoria

Jesús, hoy no quiero pedirte nada, quiero ofrecerte más bien todo lo que soy y mi humilde esfuerzo de imitar a María, que ante el inmenso e inmerecido dolor que sufrió, supo guardar en su corazón todo lo que no logró comprender. Con mucha fe, confianza y amor te suplico, Madre santísima, que intercedas por mí ante tu amado Hijo.

Petición

María, acompáñame en mi camino de vida, como lo hiciste con tu Hijo Jesús.

Meditación del Papa

La Madre de Jesús ha sido colocada por el Señor en momentos decisivos de la historia de la salvación y ha sabido responder siempre con plena disponibilidad, fruto de una profunda relación con Dios, madurada en la oración asidua e intensa. Entre el viernes de la Pasión y el domingo de la Resurrección, a ella se le confió el discípulo amado, y con él a toda la comunidad de los discípulos. Entre la Ascensión y Pentecostés, ella está con y en la Iglesia en oración. Madre de Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad hasta el final de la historia. Le encomendamos todas las fases del paso de nuestra existencia personal y eclesial, no menos que la de nuestro tránsito final. María nos enseña la necesidad de la oración y nos muestra que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su hijo, podemos salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con coraje, para llegar a los confines del mundo y proclamar en todas partes al Señor Jesús, salvador del mundo. Benedicto XVI, 14 de marzo de 2012.

Reflexión

Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.

Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: "Hágase". A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.

Propósito

Rezar el saludo a la Virgen (Ángelus), preferentemente en familia, o una oración dedicada a Ella, para acompañarla en su dolor.

Diálogo con Cristo 

Jesús, mi gran anhelo es tener muy cerca de mí a María, mi dulce Madre del cielo. Señor, gracias por este maravilloso don. En María tengo el mejor ejemplo del seguimiento fiel, amoroso y sacrificado que debo vivir.

RELIGIOSA CON GRAVES PROBLEMAS AUDITIVOS OBTUVO SANACIÓN INSTANTANEA

Religiosa con graves problemas auditivos obtuvo sanación instantanea
Milagro aprobado para la beatificación que se efectuó en junio de 2016


Por: Xavier Villalta | Fuente: Catholic.net 



Sor María Celeste (en el siglo: Anna María) Lagonigro, desde cuando tenía 7 u 8 años, sufría de otalgia (dolor de oído), otorrea recurrente (emisión de flujo purulento por el conducto auditivo externo) y rinorrea (emisión abundante de líquido por la nariz), todo ello, según la descripción del médico tratante, Dr. Elia Albanese, fue diagnosticado como: manifestaciones de una otitis crónica purulenta con perforación de la de la membrana timpánica e hipoacusia (pérdida auditiva), con flema tubo-timpánica y rino-faringo-traqueítis crónica. La enfermedad se desarrolló durante unos 10 años, con una sucesión de fases de inestabilidad clínica y fases de reposo, pero siempre manteniendo la hipoacusia que fue empeorando con el tiempo.
Durante este periodo fue tratada con una terapia médica que no produjo mejora alguna, sólo disminuyeron los períodos de inestabilidad clínica, no se detuvo el proceso inflamatorio crónico-degenerativo. Además la paciente se quejaba de otalgia (dolor de oído) y, a menudo de fiebre, seguida de una emisión de secreción de sus orejas similar a la secreción de sus fosas nasales.
Un amigo de la familia dijo por ejemplo: "Sor María Celeste Lagonigro, desde cuando era una niña, empezó a sufrir de problemas de audición, especialmente en su oreja izquierda. Recuerdo muy claramente que la pobre niña siempre tenía que llevar un pañuelo en la mano para limpiarse la nariz y el oído, ya que su oído descarga pus y mucosidad salía de su nariz, y si quería que me escuchara, descubrí que era mucho mejor dirigir mi voz al oído izquierdo. El resultado fue que Anna María llegó a estar bajo el cuidado de la Dra. Elia Albanese quien la diagnóstico de otitis purulenta crónica".
La asistencia médica practicada, especialmente en las fases agudas, estuvo básicamente destinada a evitar la necesidad de cirugía.
Ese era el cuadro médico hasta que ocurrió algo sorprendente: Con motivo de la celebración del segundo centenario de la muerte de la Venerable Sierva de Dios, María Celeste Crostarosa, su cuerpo fue colocado en la sala capitular del convento de Foggia, en el que vivía Sor Lagonigro; el día 13 de septiembre, cerca de las 7 P.M., toda la comunidad religiosa de las Hermanas Redentoristas estaban en torno a los restos de su Fundadora, entre las religiosas se encontraba Sor María Celeste Lagonigro, quien siempre había invocado la ayuda de la Venerable María Celeste Crostarosa buscando obtener del Señor la gracia de la sanación, en aquella oportunidad -como en muchas otras- sus oraciones fueron acompañadas por la de toda la comunidad. Una de sus hermanas, impulsada ??por su profunda fe, animó a la hermana enferma a que apoyara su cabeza, del lado de la oreja enferma, en el seno de la fundadora. De repente, como testificó la hermana Lagonigro, el dolor y la otorrea desaparecieron y recuperó la capacidad auditiva.


Las investigaciones posteriores, llevadas a cabo por diferentes especialistas, y los exámenes con micro otoscopios, demostraron lo siguiente en el oído izquierdo: una pequeña área de cicatrización atrofiado en el cuadrante inferior posterior y una cicatriz lineal apenas perceptible en el cuadrante inferior anterior; en el oído derecho: un parche calcificado deshilachado en el cuadrante anterior inferior y una zona de forma ovalada de la perforación anterior sanado, en el cuadrante inferior posterior.
Tanto en la prueba de audiometría y el análisis de bio-impedancia detectaron un leve déficit neurosensorial y un perfecto funcionamiento del complejo tympano-osicular. Los resultados del timpanograma demostraron que los canales auditivos no tenían trastorno alguno.
Los asesores médicos de la Congregación para la Causa de los Santos, el 19 de febrero de 2015, han confirmado por unanimidad la curación inmediata, completa y duradera del paciente, lo que es científicamente inexplicable.
El Congreso de Teólogos expresó, el 9 de junio de 2015, la misma opinión positiva y unánime en lo que se refiere a la intercesión del Venerable Crostarosa.
El 3 de noviembre del mismo año, la Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos han acordado, por unanimidad, aceptar la opinión positiva de los teólogos y médicos.
Por todo ello, el 14 de diciembre de 2015, S.S. Francisco autorizó la promulgación del Decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la Venerable María Celeste Crostarosa, abriendo así el camino a la celebración de la beatificación, misma que tuvo lugar en Foggia el 18 de junio de 2016.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

SANTORAL DE HOY 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2016

Anastasio Pedro (Pedro Bruch Cortecáns), BeatoAnastasio Pedro (Pedro Bruch Cortecáns), Beato
Religioso y Mártir, 14 de septiembre
Notburga, SantaNotburga, Santa
Laica Virgen, 14 de septiembre
Gabriel Taurino Dufresse, SantoGabriel Taurino Dufresse, Santo
Obispo y Mártir, 14 de septiembre
Materno SantoMaterno Santo
Obispo, 14 de septiembre
Pedro de Tarantasia, SantoPedro de Tarantasia, Santo
Obispo 14 de septiembre
Exaltación de la Santa CruzExaltación de la Santa Cruz
Fiesta, 14 de septiembre
Alberto de Jerusalén, SantoAlberto de Jerusalén, Santo
Obispo, 14 de septiembre

EL EVANGELIO DE HOY 14 DE SEPTIEMBRE 2016, LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


Día litúrgico: 14 de Septiembre: 
La Exaltación de la Santa Cruz


Texto del Evangelio (Jn 3,13-17):
 En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

_______________________________


Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).

Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.

«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».


«Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ, 14 DE SEPTIEMBRE


Hoy 14 de septiembre 
se celebra la Exaltación de la Santa Cruz

 (ACI).- Cada 14 de septiembre se celebra la Exaltación de la Santa Cruz “en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en el amor, para vivir eternamente”, como dijo vez San Juan Pablo II. 

Según la historia, por el siglo IV, la emperatriz Santa Elena encontró el madero en que murió Cristo Redentor. Sin embargo, en el 614 la Cruz fue tomada de Jerusalén por los Persas como trofeo de guerra. 

Más adelante, el emperador Heraclio la rescató y el madero retornó a la Ciudad Santa un 14 de septiembre de 628. Desde entonces se celebra litúrgicamente esta festividad. 

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dio cuenta de que no era capaz de avanzar. 

Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

El emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

Para evitar nuevos robos, el Santo Madero fue dividido en varios pedazos y repartidos a Roma y Constantinopla, mientras que un tercero se quedó en Jerusalén en un hermoso cofre de plata. Otro se partió en pequeñas astillas para ser repartidas en diversas iglesias del mundo, las cuales fueron llamadas “Veracruz” (verdadera cruz).

En la vida de los santos se narra que San Antonio Abad, al ser atacado por terribles tentaciones del demonio, hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Desde ese tiempo, se dice, que se hizo costumbre el hacer la señal de la cruz para librarse de males.


Otro hecho de lo poderoso y sagrado de este signo lo mostró la Santísima Virgen María, quien al aparecerse por primera vez a Santa Bernardita y al ver que la niña quiso santiguarse, nuestra Señora se persignó muy despacio para enseñarle que es necesario hacerlo calmadamente y con más devoción.



Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta, 14 de septiembre


Por: evangeliodeldia.org | Fuente: Catholic.net 



Fiesta

Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo, La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.

Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fuellevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.

El cristianismo es un mensaje de amor. ¿Por qué entonces exaltar la Cruz? Además la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida.

Pero ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo. Nosotros no hubiéramos introducido la Cruz. Pero los caminos de Dios son diferentes. Los apóstoles la rechazaban. Y nosotros también.

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.

Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.

Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).

En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.

Pero el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade: "El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor. ¡Qué bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega.

"No se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años. Se va cuando se es pobre y se está crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo. La Cruz es un signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido -la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás. La Cruz son dos palos que se cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos. Si besamos la Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya.

Es la ambigüedad del dolor. El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.

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La Exaltación de la Santa Cruz 

Himno (laudes)

Brille la cruz del Verbo luminosa,
Brille como la carne sacratísima
De aquel Jesús nacido de la Virgen
Que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,
Lágrimas Eva junto a Adán vertía;
Brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
Cruz que se enciende cuándo el Verbo expira.

¡ Salve cruz de los montes y caminos, 
junto al enfermo suave medicina,
regio trono de Cristo en las familias,
cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el señor crucificado,
Levantando la cruz donde moría;
Nuestros enfermos ojos buscan luz, 
Nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,
Pecadores, con manos deicidas;
Te adoramos, ornato del Señor,
Sacramento de nuestra eterna dicha. Amén 


ORACIÓN

. Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

Himno (vísperas)

Las banderas reales se adelantan 
Y las cruz misteriosa en ellas brilla:
La cruz en que la vida sufrió muerte
Y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.

Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
Que, al ser herido por la lanza dura,
Derramó sangre y agua en abundancia
Para lavar con ellas nuestras culpas.

En ella se cumplió perfectamente
Lo que David profetizó en su verso,
Cuándo dijo a los pueblos de la tierra:
“ Nuestro Dios reinará desde un madero”.

¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,
árbol hornado con la regia púrpura
y destinado a que su tronco digno 
sintiera el roce de la carne pura!

¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes, 
en que estuvo colgado nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató su presa a los infiernos!

A ti, que eres la única esperanza, 
Te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
Que acrecientes la gracia de los justos
Y borres los delitos de los malos.

Recibe, oh Trinidad, fuente salubre
La alabanza de todos los espíritus, 
Y tú que con tu cruz nos das el triunfo, 
Añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén 

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