martes, 3 de mayo de 2016

SAN FELIPE Y SAN SANTIAGO APÓSTOL, 3 DE MAYO

Hoy 3 de mayo la Iglesia celebra a los santos apóstoles Felipe y Santiago
Por María Ximena Rondón



 (ACI).- Hoy 3 de mayo la Iglesia recuerda a los santos apóstoles Felipe y Santiago, quienes murieron mártires a causa de su fe en Cristo.

San Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan el Bautista. Felipe fue uno de los primeros apóstoles llamados por Jesús. Él fue quien preguntó a Jesús sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?” (Jn 6, 5-7)  y también fueron los paganos quienes deseaban conocer al Señor. (Jn 12, 20-22). Además, Felipe le pidió a Cristo en la última cena que le “muestre al Padre” (Jn 14, 8-11).

Felipe fue además quien pidió permiso a Jesús para ir a enterrar a su padre. “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos” (Mt 8,21).

Después de la Ascensión, Felipe recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, junto con los otros apóstoles y la Virgen María. Posteriormente partió para evangelizar la región de Frigia, actualmente Turquía, Hungría, Ucrania y el Este de Rusia.

San Felipe fue martirizado y murió crucificado y apedreado en Hierápolis. En el siglo VI las reliquias del apóstol fueron llevadas a Roma y colocadas en la Basílica de los Doce Apóstoles. El martirologio de la Edad Media celebraba su fiesta el 1 de mayo pero se cambió la fecha para el 3 de mayo.

Santiago es llamado el “Hijo de Alfeo” y también se le conoce como “El primo del Señor” porque su madre era pariente de la Virgen. A él se le atribuye la autoría de la primera epístola católica. Una de sus frases más profundas y famosas es: “La fe sin obras, está muerta”.

También encontramos en Los Hechos de los Apóstoles menciones al apóstol donde señalan que era muy querido por la Iglesia de Jerusalén y que lo llamaban “el Obispo de Jerusalén”. San Pablo lo considera en su carta a los Gálatas, junto con San Pedro y San Juan, una de las principales columnas de la Iglesia. Además, el Apóstol de Gentes comenta que después de su conversión fue a visitar a Pedro, pero no encontró a ningún discípulo sino a Santiago. Incluso en la última visita de San Pablo a Jerusalén, este fue directamente a la casa de Santiago, donde se reunió con todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén. (Hech. 21,15).

En los registros históricos de la época, Santiago es llamado “El Santo”. Los fieles aseguraban que nunca había cometido un pecado grave, ni tomaba licores ni comía carne. Más bien, el apóstol pasaba mucho tiempo orando y fue por eso que se le hicieron callos en las rodillas.

En sus oraciones, le pedía perdón a Dios por los pecados de su pueblo. Por esa razón, la gente lo llamaba: “El que intercede por el pueblo”. Estas acciones conmovieron a muchos judíos y por el ejemplo de Santiago se convirtieron.

El éxito de su evangelización provocó escándalo entre los fariseos y escribas. Por ello, en un día de fiesta el Sumo Sacerdote Anás II, aprovechando la concurrencia, le dijo: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor”. Ante este pedido, Santiago respondió: “"Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios".

Los sumos sacerdotes se enfurecieron por esa respuesta pues temían que todos los judíos se convirtieran al cristianismo. Entonces tomaron a Santiago y lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allí lo echaron hacia el precipicio. El apóstol murió de rodillas mientras rezaba: “Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen".

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 3 DE MAYO DEL 2016



Día litúrgico: 3 de Mayo: Santos Felipe y Santiago, apóstoles
Texto del Evangelio (Jn 14,6-14):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».



«Yo soy el camino, la verdad y la vida. (...) El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»
Rev. D. Joan SOLÀ i Triadú 
(Girona, España)



Hoy celebramos la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago. El Evangelio hace referencia a aquellos coloquios que Jesús tenía sólo con los Apóstoles, y en los que procuraba ir formándolos, para que tuvieran ideas claras sobre su persona y su misión. Es que los Apóstoles estaban imbuidos de las ideas que los judíos se habían formado sobre la persona del Mesías: esperaban un liberador terrenal y político, mientras que la persona de Jesús no respondía en absoluto a estas imágenes preconcebidas.

Las primeras palabras que leemos en el Evangelio de hoy son respuesta a una pregunta del apóstol Tomás. «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Esta respuesta a Tomás da pie a la petición de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8). La respuesta de Jesús es —en realidad— una reprensión: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe?» (Jn 14,9).

Los Apóstoles no acababan de entender la unidad entre el Padre y Jesús, no alcanzaban a ver al Dios y Hombre en la persona de Jesús. Él no se limita a demostrar su igualdad con el Padre, sino que también les recuerda que ellos serán los que continuarán su obra salvadora: les otorga el poder de hacer milagros, les promete que estará siempre con ellos, y cualquier cosa que pidan en su nombre, se la concederá.

Estas respuestas de Jesús a los Apóstoles, también nos las dirige a todos nosotros. San Josemaría, comentando este texto, dice: «‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’. Con estas inequívocas palabras, nos ha mostrado el Señor cuál es la vereda auténtica que lleva a la felicidad eterna (...). Lo declara a todos los hombres, pero especialmente nos lo recuerda a quienes, como tú y como yo, le hemos dicho que estamos decididos a tomarnos en serio nuestra vocación de cristianos».

lunes, 2 de mayo de 2016

SAN ATANASIO, DOCTOR DE LA IGLESIA Y DEFENSOR DE LA ENCARNACIÓN - 2 DE MAYO


 San Atanasio, doctor de la Iglesia y defensor de la encarnación de Cristo 
 2 de Mayo



 (ACI).- Aunque sufrió la persecución, San Atanasio nunca dejó de defender la verdadera fe católica. Desde su juventud amó mucho a Jesucristo, lo que lo llevó a escribir grandes obras. Su nombre significa “El Inmortal”, como la huella que dejó en la Iglesia con su firme defensa de la fe ante las creencias paganas.

San Atanasio de Alejandría nació en el año 295 y desde niño fue testigo de las sangrientas persecuciones del Imperio Romano contra los cristianos. Tuvo una importante formación académica en filosofía y gramática. Dominaba tres idiomas (copto, griego común y griego clásico). Desde su juventud demostró talento para la escritura. Su primer escrito fue “Contra los paganos y la Encarnación del Verbo”.

Una de las controversias más importantes de su vida fue contra los arrianos. Arrio, sacerdote de Alejandría, difundió una doctrina errada afirmando que Cristo no era hombre verdadero. El Obispo de Alejandría llevó consigo a Atanasio al Concilio Ecuménico de Nicea para enfrentarlo y pedirle que se retracte de sus errores. Aunque el Santo al principio solo fue el moderador, se atrevió a refutar los argumentos de Arrio que no aceptó las precisiones, persistió en el error y fue excomulgado.


Atanasio escribió a los obispos numerosas cartas donde advertía del peligro que suponía tergiversar la doctrina y que sus aliados quedaban automáticamente excomulgados. Arrio respondía a esas cartas con injurias y maltratos. Esta controversia en Alejandría llegó a oídos del emperador Constantino, quien decidió poner fin al debate enviando un conciliador. Lamentablemente, el debate ya se había extendido en la Iglesia Oriental y fue difícil contenerlo. Constantino sabía que esta controversia ponía en peligro la estabilidad del Imperio romano.

En el año 326 Atanasio fue ordenado sacerdote por el Obispo Alejandro, a quien servía como secretario y vocero. Durante ese tiempo escribía tratados teológicos, predicaba y entabló amistad con San Antonio Abad.

Cuando murió Alejandro, el pueblo proclamó a Atanasio como su sucesor. Desde entonces fue visto como el defensor de la fe verdadera, que fue reiterada en Nicea, y también se convirtió en el enemigo de los  herejes, quienes aún tenían poder e influencia. Los arrianos no cesaron de perseguirlo y consiguieron desterrarlo de la ciudad. El nuevo sucesor del trono, Constancio II (hijo de Constantino) estaba bajo la influencia del obispo arriano Eusebio de Nicomedia.

En el año 356, 5 mil soldados rodearon la parroquia donde estaba para arrestarlo. El Obispo logró escapar y huyó al desierto donde fue acogido por los anacoretas. Dese allí siguió escribiendo a los files de Alejandría y escribió la biografía de San Antonio Abad, su amigo y compañero en la defensa contra las herejías.

En el año 362 el nuevo emperador, Juliano el Apóstata, emitió un edicto en el que pedía el regreso de todos los obispos exiliados, con el objetivo de propiciar la división dentro de la Iglesia y el paganismo. Los consejeros de Juliano percibían a Atanasio como un hombre peligroso y lograron que el emperador lo enviara al exilio. El Santo se escondió en el desierto hasta que Juliano murió. Entonces volvió a Alejandría por mandato del nuevo monarca Valente.

La persecución contra el doctor de Iglesia no terminaría ahí porque volvió a ser exiliado en el año 365. Pese a las tribulaciones, mantuvo firmes sus convicciones y tuvo una actitud vigilante. Su regreso a Alejandría se debió a que los fieles manifestaron su tristeza y reclamaron Atanasio como su verdadero Obispo.

Atanasio murió el 2 de mayo del año 373, luego de haber servido como obispo durante 45 años de Obispo y tras haber pasado 18 años de su vida en el destierro.

EL EVANGELIO Y MEDITACIÓN DE HOY LUNES 2 DE MAYO 2016


EL EVANGELIO DE HOY
Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4):


 En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».




«También vosotros daréis testimonio»
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE 
(Cobourg, Ontario, Canadá)


Hoy, en el evangelio Jesús anuncia y promete la venida del Espíritu Santo: «Cuando venga el Paráclito (…) que procede del Padre, Él dará testimonio de mí» (Jn 15,26). “Paráclito” literalmente significa “aquél que es llamado junto a uno”, y habitualmente es traducido como “Consolador”. De este modo, Jesús nos recuerda la bondad de Dios, pues siendo el Espíritu Santo el amor de Dios, Él infunde en nuestros corazones la paz, la serenidad en las adversidades y la alegría por las cosas de Dios. Él nos hace mirar hacia las cosas de arriba y unirnos a Dios.

Además Jesús dice a los Apóstoles: «También vosotros daréis testimonio» (Jn 15,27). Para dar testimonio es necesario:

1º Tener comunión e intimidad con Jesús. Ésta nace del trato cotidiano con Él: leer el Evangelio, escuchar sus palabras, conocer sus enseñanzas, frecuentar sus sacramentos, estar en comunión con su Iglesia, imitar su ejemplo, cumplir los mandamientos, verlo en los santos, reconocerlo en nuestros hermanos, tener su espíritu y amarlo. Se trata de tener una experiencia personal y viva de Jesús.

2º Nuestro testimonio es creíble si aparece en nuestras obras. Un testigo no es sólo una persona que sabe que algo es verdad, sino que también está dispuesta a decirlo y vivirlo. Lo que experimentamos y vivimos en nuestra alma debemos transmitirlo al exterior. Somos testigos de Jesús no sólo si conocemos sus enseñanzas, sino —y principalmente— cuando queremos y hacemos que otros lo conozcan y lo amen. Como dice el dicho: «Las palabras mueven, los ejemplos arrastran».

El Papa Francisco nos decía: «Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más». Y añadía: «Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente». Eso es siempre una luz que atrae.

domingo, 1 de mayo de 2016

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 1 DE MAYO, SAN JOSÉ OBRERO


La tristeza de una despedida
La tristeza de una despedida


Juan 14, 23-29. Pascua. Cristo se irá. Sí. Pero se quedará para siempre con nosotros. No sólo en la Iglesia y en la Eucaristía. ¡También dentro de nosotros! 


Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Juan 14, 23 - 29
Jesús le respondió: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras.Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: "Me voy y volveré a vosotros. "Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Oración introductoria
Señor, creo en tu Palabra, envía a tu Espíritu Consolador a guiar mi oración. Necesito de tu gracia para salir de mi mediocridad, mi cobardía y mi egoísmo, que endurecen mi corazón y me hacen perder la paz.

Petición
Jesús, ¡ven y haz en mí tu morada! Concédeme escuchar tu voz en el silencio de mi conciencia.

Meditación del Papa Benedicto XVI
En toda la historia de la salvación, en la que Dios se ha hecho cercano a nosotros y espera pacientemente nuestros tiempos, incluyendo nuestras infidelidades, alienta nuestros esfuerzos y nos guía. En la oración aprendemos a ver los signos de este plan misericordioso en el camino de la Iglesia. Así, crecemos en el amor de Dios, abriendo la puerta a fin de que la Santísima Trinidad venga a morar en nosotros, ilumine, caliente, guíe nuestra existencia. "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él", dice Jesús, prometiendo a sus discípulos el don del Espíritu Santo, que enseñará todo. San Ireneo dijo una vez que en la Encarnación el Espíritu Santo se ha habituado a estar en el hombre. En la oración, nosotros debemos habituarnos a estar con Dios. Esto es muy importante, que aprendamos a estar con Dios, y así veremos lo hermoso que es estar con Él, que es la redención. (Benedicto XVI, 20 de junio de 2012).
Siempre existe la tentación de la desobediencia, que se manifiesta en el deseo de organizar nuestra vida al margen de la voluntad de Dios. Esta es la enemistad que insidia continuamente la vida de los hombres para oponerlos al diseño de Dios.(Homilía de S.S. Francisco, 8 de diciembre  de 2015).

Reflexión
Las despedidas son, por lo general, tristes y dolorosas. A todos nos hacen sufrir porque sentimos una honda y extraña división interior. Una parte de nuestro ser se queda allí, en esa tierra de la que partimos, con nuestros amigos y seres queridos; y la otra se viene con nosotros, pero con el corazón lleno de recuerdos, de las alegrías y bellos momentos que compartimos juntos, de nostalgias.. y tal vez también de dolor y de lágrimas.

Santa Teresa de Jesús nos cuenta en el libro de su "Vida" que, el día en que dejó a su padre y la casa paterna para irse al convento, sintió que se le desconyuntaban los huesos y el alma se le partía en dos. ¡Y si eso les pasa a los santos!...

Pero Teresa era una mujer de carne y hueso, y con un corazón muy sensible, igual o mucho más que el nuestro. Los santos no son bichos raros o extraterrestres, sino seres humanos como nosotros.

El mismo Jesús, al hacerse hombre, quiso compartir con nosotros los mismos sentimientos, experiencias y flaquezas de nuestra condición humana. También Él gozó de la dulzura de la amistad, del consuelo del amor y del afecto familiar. También Él sintió el desgarrón de su corazón –sensibilísimo— cuando tuvo que despedirse de su Madre, y dejarla sola, para marcharse de casa a comenzar su vida pública.

Y experimentó también el mismo dolor y pesar al despedirse de sus discípulos, sus amigos íntimos, antes de su pasión. En el capítulo 13 de su evangelio, nos refiere san Juan con incontenible emoción que "antes de la fiesta de la Pascua, viendo Jesús que llegaba su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13, 1). El "fin" tomado en sentido temporal y en intensidad: "hasta el colmo, hasta el extremo". Así comienza el evangelista la narración de la Última Cena, su despedida.

¿Qué sentimos nosotros cuando estamos en una comida "de despedida"? ¿Cuando, reunida toda la familia y los amigos, al final de la misma tendremos que decir adiós a las personas que nos son más entrañables para marchar lejos, por un tiempo indefinido, y quién sabe hasta cuándo volveremos a verlos, si los vemos? ¿Has tenido alguna experiencia como ésta? Y, ¿qué podríamos decir cuando este adiós es ya para siempre, sin retorno?....

Escuchemos la confidencia íntima que Juan Ramón Jiménez nos ofrece en este poema: “"...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros/ cantando;/ y se quedará mi huerto, con su verde árbol,/ y con su pozo blanco./ Todas las tardes el cielo será azul y plácido;/ y tocarán, como esta tarde están tocando,/ las campanas del campanario./ Se morirán aquellos que me amaron;/ y el pueblo se hará nuevo cada año;/ y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,/ mi espíritu errará, nostálgico.../ Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol/ verde, sin pozo blanco,/ sin cielo azul y plácido.../ Y se quedarán los pájaros cantando..."

Tal vez nos suene muy nostálico. Pero también esto es una despedida. Al menos, también está compuesta por estos ingredientes, aunque no son los únicos.

Pues bien, en este Evangelio de hoy también se nos habla de una despedida. Las palabras que hemos escuchado están tomadas del discurso de Jesús en la Última Cena. Es cierto que estamos celebrando ya la Pascua de la resurrección del Señor. Sí. Pero también es verdad que pronto se irá el Señor, de modo definitivo, de la vista de los apóstoles, para subir al cielo. Y tendrá que dejarlos, esta vez sí, ya para siempre. ¿Qué palabras tan entrañables, de cariño y de amistad sincera, tendría que decirles? ¿Cuáles serían sus últimos consejos y recomendaciones?...

Nuestro Señor se va. Pero se quedará espiritualmente presente entre los suyos por medio de su amor y de su Eucaristía. No obstante, no le parece suficiente, y quiere darnos todavía más. Ya nos dejó el testamento de su amor divino y de su redención, nos dio toda su Sangre preciosa sobre el altar de la cruz, nos regaló a su Madre santísima en el Calvario, nos dejó su Evangelio, fundó su Iglesia y los sacramentos… ¿Qué más podía regalarnos?

¡Su Espíritu Santificador! El próximo domingo celebraremos la fiesta de la Ascensión. Y el domingo siguiente vendrá el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Así nacerá la Iglesia. Será su solemne “inicio” en el tiempo, y durará hasta el fin del mundo. Por eso, nuestro Señor nos prometió el Espíritu Santo, el Espíritu “que procede del Padre y del Hijo” –como rezamos en el Credo— y que es el amor recíproco entre el Padre y el Hijo, el Amor que es persona divina, la tercera Persona de la Trinidad Santísima.

Cristo se irá. Se tiene que ir. Es más, nos asegura que "nos conviene que Él se vaya", porque sólo así podrá venir el Paráclito, el Consolador, "que el Padre enviará en Su nombre. Será Él quien nos lo enseñe todo y nos vaya recordando todo lo que Jesús nos ha dicho". Gracias al Espíritu Santo existe la Iglesia y los sacramentos. Gracias al Santificador tenemos fe, amor y las demás virtudes, porque "la caridad de Dios ha sido derramada en nosotros por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5, 5).

Cristo se irá. Sí. Pero se quedará para siempre con nosotros. No sólo en la Iglesia y en la Eucaristía. ¡También dentro de nosotros! Así nos lo prometió Él mismo: "El que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada". ¡Qué palabras tan profundamente consoladoras! ¿Existe en alguna parte del universo un amor más grande y más intenso que éste de Dios, que viene incluso a morar dentro de nuestro mismo ser? Tenemos a Dios dentro de nosotros. Entonces, todo está arreglado: ¡adiós soledad, adiós tristeza, adiós lágrimas! ¡Lo tenemos todo! Él está con nosotros, Él nos consuela, Él nos acompaña, Él nos sanará.

Diálogo con Cristo
Señor, gracias por este momento especial en que puedo experimentar tu cercanía, tu amistad sincera y personal. Quiero habituarme a estar contigo y a vivir amándote, así podré transmitir tu Buena Nueva a todas las personas con las que me encuentre hoy, especialmente aquellas que me son más cercanas.

Propósito

Ojalá vivamos esta verdad fundamental y entrañable de nuestra fe cristiana. ¡Éste es el secreto de nuestra verdadera felicidad!

Preguntas o comentarios al autor   P. Sergio Cordova LC

HOY ES FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO, PATRONO DE LOS TRABAJADORES, 1 DE MAYO


Hoy es Fiesta de San José Obrero, Patrono de los trabajadores
¡Feliz Fiesta de San José Obrero!


 (ACI).- El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial de Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.

Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.


Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”.

Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”.

“El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.

IMÁGENES DE SAN JOSÉ OBRERO



















ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO


Oración a San José obrero

Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.

Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.

Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.

viernes, 29 de abril de 2016

EL EVANGELIO Y MEDITACIÓN DE HOY VIERNES 29 DE ABRIL 2016


EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 29 DE ABRIL 2016
Texto del Evangelio (Jn 15,12-17): 


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».




«Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado»
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao 
(Barcelona, España)




Hoy, el Señor nos invita al amor fraterno: «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12), es decir, como me habéis visto hacer a mí y como todavía me veréis hacer. Jesús te habla como a un amigo, pues te ha dicho que el Padre te llama, que quiere que seas apóstol, y que te destina a dar fruto, un fruto que se manifiesta en el amor. San Juan Crisóstomo afirma: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacería de él una infinidad de bienes».

Amar es dar la vida. Lo saben los esposos que, porque se aman, hacen una donación recíproca de su vida y asumen la responsabilidad de ser padres, aceptando también la abnegación y el sacrificio de su tiempo y de su ser a favor de aquellos que han de cuidar, proteger, educar y formar como personas. Lo saben los misioneros que dan su vida por el Evangelio, con un mismo espíritu cristiano de sacrificio y de abnegación. Y lo saben religiosos, sacerdotes y obispos, lo sabe todo discípulo de Jesús que se compromete con el Salvador.

Jesús te ha dicho un poco antes cuál es el requisito del amor, de dar fruto: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12,24). Jesús te invita a perder tu vida, a que se la entregues a Él sin miedo, a morir a ti mismo para poder amar a tu hermano con el amor de Cristo, con amor sobrenatural. Jesús te invita a llegar a un amor operante, bienhechor y concreto; así lo entendió el apóstol Santiago cuando dijo: «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y hartaos’, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta» (2,15-17).

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA


ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA



¡Oh gloriosa virgen Catalina!, a medida que os consideramos reconocemos en vos a la Mujer Fuerte de los Libros Santos, el prodigio de vuestro siglo, la antorcha luminosa de la Iglesia, la criatura dotada de incomparables dones y que supo reunir las dulces y modestas virtudes de las vírgenes prudentes a la intrepidez y al valor de los héroes. Volved, os rogamos, desde el cielo, vuestros ojos sobre la barca de Pedro, agitada por la tempestad, y sobre su augusto jefe, que ora, vela, gime, exhorta, combate y espera. Mostrad hasta donde llega vuestro poder cerca de Dios, obteniéndonos a todos el celo para adelantar en las virtudes evangélicas, especialmente en la humildad, la prudencia, la paciencia, la bondad y la diligencia en la práctica de los deberes de nuestro estado.

Mantened la concordia de nuestra gran familia y convertid a la Fe a los incrédulos del mundo entero; obtened para nuestra patria la paz verdadera, es decir cristiana, para nuestra Santa Madre la Iglesia el triunfo completo sobre el mal, por la Verdad, el sacrificio y la caridad. Amén.

IMÁGENES DE SANTA CATALINA DE SIENA, 29 DE ABRIL












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