domingo, 4 de octubre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 4 DE OCTUBRE DEL 2015 - SAN FRANCISCO DE ASÍS


¿Es lícito divorciarse?
Tiempo Ordinario



Marcos 10, 2-16. Domingo 27o. del Tiempo Ordinario B. Es en las pruebas donde el amor se acrisola, y el paso de los años agigantan la fidelidad. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 27o. del Tiempo Ordinario, del domingo 4 al sábado 10 de octubre 2015.
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Del santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16
Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.» Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. El les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.» Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

Oración introductoria
Señor, Tú dijiste que el Reino de los cielos es de los pequeños, de los que son mansos y humildes y aceptan tu voluntad sin cuestionamientos absurdos. Quiero comenzar mi oración haciendo un acto de humildad. Soy un pecador. Necesito de tu misericordia. No soy ni siquiera digno de ponerme en tu presencia, pero con la confianza que me da tu amor vengo a dialogar contigo. Acógeme como recibiste a aquellos niños de los que habla el Evangelio y dame tu gracia.

Petición
Señor, aumenta mi fe para que nunca tenga una actitud farisaica o altanera en mi oración.

Meditación del Papa Francisco
En la familia todo está entrelazado: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensa obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos… Debemos entender bien esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en la dureza con la que Jesús advierte a los adultos sobre no escandalizar a los pequeños podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar la unión conyugal que da inicio a la familia humana. Cuando el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.
Es verdad, por otra parte, que hay casos en los que la separación es inevitable. A veces se puede convertir incluso en moralmente necesaria, cuando se trata precisamente para proteger al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, del enfado o del aprovecharse, de la alienación y de la indiferencia. (Catequesis de S.S. Francisco, 24 de junio de 2015).
Reflexión
Hace ya mucho tiempo hicieron esta misma pregunta a nuestro Señor. ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? -le preguntaron los judíos al Señor-. En el judaísmo del tiempo de Jesús había dos posturas contrapuestas sobre el tema del divorcio: una, liberal, que daba al hombre derecho de repudiar a la esposa por cualquier motivo que él, en su propio arbitrio, considerara suficiente; la otra, en cambio, tenía un poco más de consideración respecto a la mujer, y exigía que existiera, al menos, un motivo grave y razonable para ello. Aquellos hombres pretendían que Jesucristo se pronunciase sobre una de esas dos posturas, pero les va a salir, como tantísimas otras veces, el tiro por la culata.

Les responde, sencillamente, que por ningún motivo debe el hombre divorciarse de su mujer. Y, como argumento decisivo, apela a la Palabra de Dios, a la Sagrada Escritura: Moisés lo permitió por vuestra terquedad les dice. Pero al principio de la creación no era así. Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. ¡Respuesta clarísima y contundente! No hay lugar a dudas ni a fáciles escapatorias.

El Evangelio del día de hoy nos permite hacer una brevísima reflexión sobre la dignidad del matrimonio cristiano y la grandeza de la fidelidad conyugal. Existen ya tantas y tantas páginas sobre este tema, que es imposible decir algo nuevo. Pero no es lo que pretendo. Y tampoco me voy a detener en aspectos doctrinales que considero que ya te son muy bien conocidos. Simplemente deseo compartir contigo, amigo lector, algunas experiencias, pues las páginas más bellas y fascinantes son las que se han escrito no con tinta, sino con el amor, la sangre y la vida misma.

Creo que todos guardamos en nuestra memoria testimonios muy hermosos y admirables de esposos cristianos, que han sido ejemplo de auténtico amor y fidelidad conyugal a lo largo de su vida, a pesar de las mil dificultades de todos los días. Más aún, es precisamente en las pruebas donde este amor se acrisola, y el paso de los años agigantan y embellecen la fidelidad.

Hace ya tiempo conocí a una señora sevillana, todavía joven y bella, que llevaba como veinte años de viuda y que había sacado adelante a sus cinco hijos no sin pocos sacrificios, pero con un grandísimo amor y dedicación admirable. Y, conversando con ella, me decía en una ocasión que se sentía profundamente orgullosa de su familia y de su matrimonio; que para ella, su esposo no había muerto, pues siempre había permanecido vivo en su pensamiento y en su corazón. Y me dejó muy impresionado cuando me confesó: Mire este anillo de bodas. Se ha embellecido mucho a lo largo de todos estos años y ahora su precio es incalculable: vale muchísimos más quilates que cuando me casé. ¡Qué testimonio tan maravilloso de amor y de fidelidad de esta mujer! Efectivamente, el paso del tiempo, como a los buenos vinos, ha purificado, aquilatado y añejado su amor.

Recuerdo también con gran emoción aquella noche, hace ya más de tres lustros, cuando me encontraba en casa, conversando a solas con mis papás. Hablábamos de los temas más variados de la vida. Y se me ocurrió preguntarles cómo se habían conocido y enamorado. Quería compartir con ellos sus recuerdos más bellos y personales, y que los habían hecho tan felices. Les pedí que me contaran algo de su noviazgo y de sus experiencias como esposos y padres cristianos. Fueron aquéllas, horas muy sabrosas de tertulia familiar. Y me acuerdo que, en un momento, me dijo mi papá: Mira, hijo, en todos estos años, tu mamá y yo nunca nos hemos peleado. Yo me admiré un poco y, al ver mi padre mi extrañeza, añadió: Bueno, obviamente, pequeños desacuerdos o diversidad de opiniones sobre algunas cosas, sí han existido. Pero nunca hemos llegado a una violenta discusión o un enojo fuerte entre nosotros. Y, ¿sabes por qué? Porque para pelear se necesitan dos; y no hay pelea donde uno de los dos no quiere. Y así hemos hecho siempre hasta el día de hoy. Esto es lo que nos ha mantenido unidos y ha acrecentado nuestro amor. Realmente, ¡qué hermosos testimonios de fidelidad y de amor conyugal! Y podríamos contar infinidad de casos más.

¿Es lícito divorciarse? Nuestro Señor nos da la respuesta clarísima en el Evangelio de hoy. Y, además, el testimonio -a veces heroico- de tantísimos hombres y mujeres nos ofrece un argumento decisivo en esta materia.

Propósito
Proponer, con convicción y constancia, momentos específicos de oración familiar, pidiendo por los matrimonios que más quiero.

Diálogo con Cristo 
¡Señor, que los esposos cristianos sigan dando este maravilloso ejemplo de amor y de fidelidad, tan urgente hoy más que nunca, a todos los hombres de nuestra sociedad contemporánea! Sólo así seremos de verdad auténtico fermento en la masa.

 

Preguntas o comentarios al autor   P. Sergio Cordova LC

LOS SANTOS DE HOY: DOMINGO 4 DE OCTUBRE DEL 2015

Martina Vázquez Gordo, BeataMartina Vázquez Gordo, Beata
Religiosa y Mártir, 4 de octubre
Fulgencio Martínez García, BeatoFulgencio Martínez García, Beato
Sacerdote y Mártir, 4 de octubre
Francisco Xavier Seelos, BeatoFrancisco Xavier Seelos, Beato
Redentorista, misionero en Estados Unidos, 4 Octubre
Tomás de Celano, BeatoTomás de Celano, Beato
Compañero y biógrafo de San Francisco de Asís, 4 Octubre
Alfredo Pellicer Muñoz, BeatoAlfredo Pellicer Muñoz, Beato
Mártir, 4 Octubre
Aurea (u Oriana) de París, SantaAurea (u Oriana) de París, Santa
Abadesa, 4 de octubre
Petronio de Bolonia, SantoPetronio de Bolonia, Santo
Obispo, 4 de octubre
Francisco de Asís, SantoFrancisco de Asís, Santo
Fundador de la Orden de los Franciscanos, 4 de octubre

SAN FRANCISCO DE ASÍS, FUNDADOR DE LA ORDEN DE LOS FRANCISCANOS, 4 DE OCTUBRE


Francisco de Asís, Santo
Fundador de la Orden de los Franciscanos, 4 de octubre


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 




Memoria Litúrgica

Martirologio Romano: Memoria de san Francisco, el cual, después de una juventud despreocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de Umbría, en Italia, y encontró a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo. Instituyó los Hermanos Menores y, viajando, predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa. Con sus palabras y actitudes mostró siempre su deseo de seguir a Cristo, y escogió morir recostado sobre la nuda tierra († 1226).

Breve Biografía
San Francisco fue un santo que vivió tiempos difíciles de la Iglesia y la ayudó mucho. Renunció a su herencia dándole más importancia en su vida a los bienes espirituales que a los materiales.

Francisco nació en Asís, Italia en 1181 ó 1182. Su padre era comerciante y su madre pertenecía a una familia noble. Tenían una situación económica muy desahogada. Su padre comerciaba mucho con Francia y cuando nació su hijo estaba fuera del país. Las gentes apodaron al niño “francesco” (el francés) aunque éste había recibido en su bautismo el nombre de “Juan”.

En su juventud no se interesó ni por los negocios de su padre ni por los estudios. Se dedicó a gozar de la vida sanamente, sin malas costumbres ni vicios. Gastaba mucho dinero pero siempre daba limosnas a los pobres. Le gustaban las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores.

Cuando Francisco tenía como unos veinte años, hubo pleitos y discordia entre las ciudades de Perugia y Asís. Francisco fue prisionero un año y lo soportó con alegría. Cuando recobró la libertad cayó gravemente enfermo. La enfermedad fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se recuperó, decidió ir a combatir en el ejército. Se compró una costosa armadura y un manto que regaló a un caballero mal vestido y pobre. Dejó de combatir y volvió a su antigua vida pero sin tomarla tan a la ligera. Se dedicó a la oración y después de un tiempo tuvo la inspiración de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio. Se dio cuenta que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Un día se encontró con un leproso que le pedía una limosna y le dio un beso.

Visitaba y servía a los enfermos en los hospitales. Siempre, regalaba a los pobres sus vestidos, o el dinero que llevaba. Un día, una imagen de Jesucristo crucificado le habló y le pidió que reparara su Iglesia que estaba en ruinas. Decidió ir y vender su caballo y unas ropas de la tienda de su padre para tener dinero para arreglar la Iglesia de San Damián. Llegó ahí y le ofreció al padre su dinero y le pidió permiso para quedarse a vivir con él. El sacerdote le dijo que sí se podía quedar ahí, pero que no podía aceptar su dinero. El papá de San Francisco, al enterarse de lo sucedido, fue a la Iglesia de San Damián pero su hijo se escondió. Pasó algunos días en oración y ayuno. Regresó a su pueblo y estaba tan desfigurado y mal vestido que las gentes se burlaban de él como si fuese un loco. Su padre lo llevó a su casa y lo golpeó furiosamente, le puso grilletes en los pies y lo encerró en una habitación (Francisco tenía entonces 25 años). Su madre se encargó de ponerle en libertad y él se fue a San Damián. Su padre fue a buscarlo ahí y lo golpeó y le dijo que volviera a su casa o que renunciara a su herencia y le pagara el precio de los vestidos que había vendido de su tienda. San Francisco no tuvo problema en renunciar a la herencia y del dinero de los vestidos pero dijo que pertenecía a Dios y a los pobres. Su padre le obligó a ir con el obispo de Asís quien le sugirió devolver el dinero y tener confianza en Dios. San Francisco devolvió en ese momento la ropa que traía puesta para dársela a su padre ya que a él le pertenecía. El padre se fue muy lastimado y el obispo regaló a San Francisco un viejo vestido de labrador que tenía al que San Francisco le puso una cruz con un trozo de tiza y se lo puso.


San Francisco partió buscando un lugar para establecerse. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuera un mendigo. Unas personas le regalaron una túnica, un cinturón y unas sandalias que usó durante dos años.

Luego regresó a San Damián y fue a Asís para pedir limosna para reparar la Iglesia. Ahí soportó las burlas y el desprecio. Una vez hechas las reparaciones de San Damián hizo lo mismo con la antigua Iglesia de San Pedro. Después se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, de los benedictinos, que estaba en una llanura cerca de Asís. Era un sitio muy tranquilo que gustó mucho a San Francisco. Al oir las palabras del Evangelio “...No lleven oro....ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo..”, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con su túnica sujetada con un cordón. Comenzó a hablar a sus oyentes acerca de la penitencia. Sus palabras llegaban a los corazones de sus oyentes. Al saludar a alguien, le decía “La paz del Señor sea contigo”. Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros.

San Francisco tuvo muchos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. Su primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle que era un rico comerciante de Asís que vendió todo lo que tenía para darlo a los pobres. Su segundo discípulo fue Pedro de Cattaneo. San Francisco les concedió hábitos a los dos en abril de 1209.

Cuando ya eran doce discípulos, San Francisco redactó una regla breve e informal que eran principalmente consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Después de varios años se autorizó por el Papa Inocencio III la regla y les dio por misión predicar la penitencia.

San Francisco y sus compañeros se trasladaron a una cabaña que luego tuvieron que desalojar. En 1212, el abad regaló a San Francisco la capilla de Porciúncula con la condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. Él la aceptó pero sólo prestada sabiendo que pertenecía a los benedictinos. Alrededor de la Porciúncula construyeron cabañas muy sencillas. La pobreza era el fundamento de su orden. San Francisco sólo llegó a recibir el diaconado porque se consideraba indigno del sacerdocio. Los primeros años de la orden fueron un período de entrenamiento en la pobreza y en la caridad fraterna. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta. El fundador les había prohibido aceptar dinero. Se distinguían por su gran capacidad de servicio a los demás, especialmente a los leprosos a quienes llamaban “hermanos cristianos”. Debían siempre obedecer al obispo del lugar donde se encontraran. El número de compañeros del santo iba en aumento.

Santa Clara oyó predicar a San Francisco y decidió seguirlo en 1212. San Francisco consiguió que Santa Clara y sus compañeras se establecieran en San Damián. La oración de éstas hacía fecundo el trabajo de los franciscanos.

San Francisco dio a su orden el nombre de “Frailes Menores” ya que quería que fueran humildes. La orden creció tanto que necesitaba de una organización sistemática y de disciplina común. La orden se dividió en provincias y al frente de cada una se puso a un ministro encargado “del bien espiritual de los hermanos”. El orden de fraile creció más alla de los Alpes y tenían misiones en España, Hungría y Alemania. En la orden habían quienes querían hacer unas reformas a las reglas, pero su fundador no estuvo de acuerdo con éstas. Surgieron algunos problemas por esto porque algunos frailes decían que no era posible el no poseer ningún bien. San Francisco decía que éste era precisamente el espíritu y modo de vida de su orden.

San Francisco conoció en Roma a Santo Domingo que había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia.

En la Navidad de 1223 San Francisco construyó una especie de cueva en la que se representó el nacimiento de Cristo y se celebró Misa.

En 1224 se retiró al Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. La única persona que lo acompañó fue el hermano León y no quiso tener visitas. Es aquí donde sucedió el milagro de las estigmas en el cual quedaron impresas las señales de la pasión de Cristo en el cuerpo de Francisco. A partir de entonces llevaba las manos dentro de las mangas del hábito y llevaba medias y zapatos. Dijo que le habían sido reveladas cosas que jamás diría a hombre alguno. Un tiempo después bajo del Monte y curó a muchos enfermos.

San Francisco no quería que el estudio quitara el espíritu de su orden. Decía que sí podían estudiar si el estudio no les quitaba tiempo de su oración y si no lo hacían por vanidad. Temía que la ciencia se convirtiera en enemiga de la pobreza.

La salud de San Francisco se fue deteriorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaron y ya casi había perdido la vista. En el verano de 1225 lo llevaron con varios doctores porque ya estaba muy enfermo. Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Al enterarse que le quedaban pocas semanas de vida, dijo “¡Bienvenida, hermana muerte!”y pidió que lo llevaran a Porciúncula. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la Iglesia de San Jorge en Asís.

Son famosas las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Señor, del conejillo que no quería separarse de él y del lobo amansado por el santo. Algunos dicen que estas son leyenda, otros no.

San Francisco contribuyó mucho a la renovación de la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media. El ayudó a la Iglesia que vivía momentos difíciles.

¿Qué nos enseña la vida de San Francisco?

Nos enseña a vivir la virtud de la humildad. San Francisco tuvo un corazón alegre y humilde. Supo dejar no sólo el dinero de su padre sino que también supo aceptar la voluntad de Dios en su vida. Fue capaz de ver la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. Veía la grandeza de Dios en la naturaleza.

Nos enseña a saber contagiar ese entusiasmo por Cristo a los demás. Predicar a Dios con el ejemplo y con la palabra. San Francisco lo hizo con Santa Clara y con sus seguidores dando buen ejemplo de la libertad que da la pobreza.

Nos enseña el valor del sacrificio. San Francisco vivió su vida ofreciendo sacrificios a Dios.

Nos enseña a vivir con sencillez y con mucho amor a Dios. Lo más importante para él era estar cerca de Dios. Su vida de oración fue muy profunda y era lo primordial en su vida.

Fue fiel a la Iglesia y al Papa. Fundó la orden de los franciscanos de acuerdo con los requisitos de la Iglesia y les pedía a los frailes obedecer a los obispos.

Nos enseña a vivir cerca de Dios y no de las cosas materiales. Saber encontrar en la pobreza la alegría, ya que para amar a Dios no se necesita nada material.

Nos enseña lo importante que es sentirnos parte de la Iglesia y ayudarla siempre pero especialmente en momentos de dificultad.

viernes, 2 de octubre de 2015

ESTAMPAS CON ORACIONES AL ÁNGEL DE LA GUARDA




LOS SANTOS DE HOY: VIERNES 2 DE OCTUBRE DEL 2015

Santos Ángeles Custodios  y Santos ArcángelesSantos Ángeles Custodios y Santos Arcángeles
Fiesta, 29 de septiembre y 2 de octubre
Isidro (Juan) Iñiguez de Ciriano Abechuco, BeatoIsidro (Juan) Iñiguez de Ciriano Abechuco, Beato
Sacerdote y Mártir, 2 de octubre
Felipe González de Heredia, BeatoFelipe González de Heredia, Beato
Religioso y Mártir, 2 de octubre
José María González Solis, BeatosJosé María González Solis, Beatos
Sacerdote y Mártir, 2 de octubre
Raimundo Castaño González, BeatoRaimundo Castaño González, Beato
Sacerdote y Martir, 2 de octubre
Jeanne Emilie de Villeneuve, SantaJeanne Emilie de Villeneuve, Santa
Fundadora, 2 de octubre
Leodegario de Autun, SantoLeodegario de Autun, Santo
Obispo y Mártir, Octubre 2
Juan Beyzym, BeatoJuan Beyzym, Beato
Presbítero Jesuita, 2 de octubre
Antonio Chevrier, BeatoAntonio Chevrier, Beato
Presbitero y Fundador, Octubre 2
Saturio, SantoSaturio, Santo
Eremita, Octubre 2
Ángeles CustodiosÁngeles Custodios
Cada persona tiene un ángel custodio, 2 de octubre

ÁNGELES CUSTODIOS, 2 DE OCTUBRE


Ángeles Custodios
Cada persona tiene un ángel custodio, 2 de octubre
Por: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net 




Nuestros Guardaespaldas Celestiales

¿Quiénes son los ángeles custodios?

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)
En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.
También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.
El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

Cuida tu fe

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios.

EL EVANGELIO DE HOY; VIERNES 2 DE OCTUBRE DEL 2015


Sus ángeles en el cielo, ven el rostro del Padre
Solemnidades y Fiestas



Mateo 18, 1-5.10. Ángeles Custodios. Para que la relación con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle.


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 



Durante el mes de Octubre, Mes del Rosario, en esta sección, meditaremos cada día un misterio, y así poder "guardar y meditar en  nuestro corazón" la Vida de Jesús.¡Suscribete a la Meditación diaria!
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5.10
En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron:«¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?» El llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. «Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
Oración preparatoria Gracias, Padre por enviar a tus santos ángeles para cuidarnos. Ángel custodio, te pido tu especial protección en esta oración en la que, con la gracia del Espíritu Santo, confío podré conocer, amar e identificarme cada día más con la voluntad de Dios. Protégeme de todo mal y condúceme hacia Cristo.
Petición
Señor, dame la humildad de un niño, que sabe reconocerse criatura y servidor de los demás.
Meditación del Papa Francisco

Es curioso, Dios no tiene dificultad a hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para entender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuertes de Jesús sobre los “pequeños”. Este término, “pequeños”, indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los otros, y en particular a los niños. Por ejemplo Jesús dice: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”. Y también: “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.
Por tanto, los niños son en sí mismos un riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarse autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. Y todos estamos necesitados de ayuda, amor y perdón. Todos.
Los niños nos recuerdan otra cosa bonita, nos recuerdan que siempre somos hijos: también si uno se convierte en adulto, o anciano, también si se convierte en padre, se ocupa una puesta de responsabilidad, por encima de todo esto permanece la identidad de hijo. ¡Todos somos hijos! Y esto nos lleva siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado solos, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida, es el primer regalo que hemos recibido. La vida. A veces corremos el peligro de vivir olvidándonos de esto, como si nosotros fuéramos los dueños de nuestra existencia, y sin embargo somos radicalmente dependientes.  (Catequesis de S.S. Francisco, 18 de marzo de 2015).
Reflexión
El mundo de hoy sólo acepta a los "grandes", a los mejores, a los primeros en el ámbito económico. Se ve también en los jóvenes, cómo ansían tener lo mejor del momento, aunque no les falte nada o lo tengan todo. Esto ha provocado que el hombre se olvide de su dignidad, de que está hecho para conseguir ideales más grandes, que un poco de gloria, por tener abundantes riquezas, no pueden dar.

Así es nuestro mundo, o mejor así hemos hecho nuestro mundo. Pero la realidad de Dios es otra. Es opuesta a los criterios del mundo. Cristo nos dice que si queremos ser los primeros seamos los últimos, y si queremos ser los más grandes sirvamos a todos. Lo que más vale en el hombre es su vida interior, sus virtudes, su voluntad, y no cuánto tiene o posee.

Por eso los más grandes en el Reino de los Cielos son los que son como niños, porque Dios ama a los pequeños de espíritu. ¿Cómo podemos hacernos niños ante Dios? La solución es sencilla, pero muy difícil por lo que significa para cada persona. Hay que ser humildes a ejemplo de Cristo, que supo decir que sí a lo que el Padre le pedía aun cuando le costase muchísimo.
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Hoy celebramos a los Ángeles Custodios
¿Quiénes son?


Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

En el Antiguo Testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)

En el nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

LOS SANTOS DE HOY: JUEVES 1 DE OCTUBRE DEL 2015

Cecilia Eusepi, BeataCecilia Eusepi, Beata
Terciaria Servita, 1 de octubre
Juan de Palafox y Mendoza, BeatoJuan de Palafox y Mendoza, Beato
Obispo, 1 de octubre
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Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux. Sencillez y perfección en las cosas pequeñas, 1 de octubre

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 1 DE OCTUBRE DEL 2015


La mies es mucha y los obreros pocos
Parábolas



Lucas 10, 1-12. Tiempo Ordinario. Hoy Cristo nos manda a predicarle en nuestro entorno social. No será fácil. Ya nos lo ha advertido. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Durante el mes de Octubre, Mes del Rosario, en esta sección, meditaremos cada día un misterio, y así poder "guardar y meditar en  nuestro corazón" la Vida de Jesús.¡Suscribete a la Meditación diaria!

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros." En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: "Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca." Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad. 

Oración introductoria
Señor Jesús, gracias por esta oportunidad de poder dialogar contigo en la oración. Tú lo sabes todo, sabes que quiero responder a la misión que me has encomendado, porque la cosecha es mucha para tan pocos misioneros. Te ofrezco toda mi atención y confío en que me darás las gracias necesarias para dedicarme a trabajar con mucho entusiasmo y amor en la extensión de tu Reino.

Petición
Señor, concédeme la gracia de aceptar tus indicaciones para ser un auténtico discípulo y misionero de tu Iglesia.
Meditación del Papa Benedicto XVI al Evangelio
Jesús envía a setenta y dos discípulos a la gran mies que es el mundo, invitándoles a rezar para que el Señor de la mies, mande obreros a su mies; pero no les envía con medios potentes sino “como corderos en medio de lobos”, sin bolsa ni cayado, ni sandalias. San Juan Crisóstomo, en una de sus homilías, comenta: “Siempre que seamos corderos, venceremos y aunque estemos rodeados de muchos lobos, conseguiremos superarlos. Pero si nos convertimos en lobos, seremos derrotados, porque nos faltará la ayuda del Pastor. Los cristianos no deben ceder nunca a la tentación de convertirse en lobos entre lobos; el reino de paz de Cristo no se extiende con el poder, con la fuerza, con la violencia sino con el don de uno mismo, con el amor llevado al extremo, también a los enemigos. Jesús no vence al mundo con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de la Cruz, que es la verdadera garantía de la victoria. Y esto tiene como consecuencia para quien quiere ser discípulo del Señor, su enviado, el estar preparado para la pasión y para el martirio, para perder la propia vida por Él, para que en el mundo triunfe el bien, el amor, la paz. Esta es la condición para poder decir, entrando en toda realidad: “Paz a esta casa” (Benedicto XVI, 26 de octubre de 2011).

Meditación del Papa Francisco Santa Teresita del Niño Jesús
La Iglesia sabiamente ha declarado a santa Teresita: humilde, pequeña, con confianza en Dios y llena de dulzura: Patrona de las Misiones. La fuerza del evangelio está ahí. Porque el evangelio llega a su punto más alto en la humillación de Jesús: ¡humildad que se convierte en humillación! Y la fuerza del evangelio está en la humildad, la humildad del niño que se deja guiar por el amor y la ternura del Padre.
La Iglesia -decía Benedicto XVI- no crece gracias al proselitismo, crece por atracción, por testimonio. Y cuando la gente, los pueblos ven este testimonio de humildad, de mansedumbre, sienten la necesidad que dice el profeta Zacarías: ‘¡Queremos ir con ustedes!'. La gente siente la necesidad frente al testimonio de la caridad, de esta caridad humilde, sin arrogancia, no autosuficiente, humilde, que adora y sirve.
La caridad es simple: ¡adorar a Dios y servir a los demás! Y este testimonio hace crecer a la Iglesia. Es por eso que una monja tan humilde, pero tan confiada en Dios, como Santa Teresa del Niño Jesús, fue nombrada Patrona de las Misiones, para que su ejemplo haga que la gente diga: ¡Queremos ir con ustedes! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 1 de octubre de 2013, en Santa Marta).
Reflexión
En este pasaje Jesús nos enseña a hacer apostolado. Es decir, a actuar como actuaría un discípulo de Cristo. Pero antes de mandarlos les dice algo que parece más un lamento que una orden: "La mies es mucha y los obreros pocos". Hay mucho por hacer en este mundo para extender el Reino de Cristo, para hacer que, como rezamos en el Padrenuestro, "venga su Reino" entre nosotros.

Cristo necesita de nuestra colaboración. Por eso manda otros 72 discípulos a predicar. No se basta con los doce y manda otros 72. Esto es, no sólo manda a sus sacerdotes, es decir, sus 12 apóstoles, sino también a los laicos.

Cristo necesita de nuestra ayuda. Necesita de nuestra vocación de católicos. Necesita que en verdad tomemos en serio el compromiso que hemos adquirido cuando fuimos bautizados y que reafirmamos el día de nuestra confirmación. Por tanto, que hoy sea un día diverso de los precedentes. Hoy Cristo nos manda a predicarle en nuestro entorno social. No será fácil. Ya nos lo ha advertido: "os envío como ovejas en medio de lobos." Pero al mismo tiempo no hay que tener miedo porque Cristo mismo ha prometido a sus discípulos que estará con ellos hasta el fin del mundo. Que Cristo sea hoy nuestro criterio de acción.

Propósito
Acompañemos nuestras actividades de este día con cinco minutos de oración pidiendo también a Dios por las vocaciones, para que envíe más obreros a su mies.

Diálogo con Cristo 
Jesús, Tú me enseñas que quien te lleva en el corazón se llena de paz y transmite la paz. Necesito crecer en la paciencia y la humildad para ser ese instrumento que pueda llevar tu paz, donde haya desunión, egoísmo, tristeza, etc., como nos dice san Francisco de Asís que celebramos hoy. No permitas que me autoengañe «aparentando» seguir tu voluntad cuando en el fondo busco hacer siempre mi parecer.
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