domingo, 5 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO DE RESURRECCIÓN 5 DE ABRIL DEL 2015



¡Ha resucitado el Señor!
Cuaresma y Semana Santa


Juan 20, 1-9. Domingo de Resurrección. ¡Pidamos a Cristo resucitado poder resucitar junto con Él, ya desde ahora! 


Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
El día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy de mañana cuando aún era de noche, y vio que la piedra del sepulcro estaba movida. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.

Oración introductoria
Señor Jesús, por tu resurrección sé que estoy llamado a resucitar, para eso es la vida, para eso he sido creado. Te suplico que seas Tú la luz en mi camino y, en este momento de oración, ayuda a mis sentidos para que sepan recogerse en el silencio interior y exterior, para poder aspirar a contemplar tu gloriosa resurrección.

Petición
¡Pidamos a Cristo resucitado poder resucitar junto con Él, ya desde ahora!

Meditación del PapFrancisco
Esta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí́ ha comenzado y desde aquí́ reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió́ en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: “Venid y veréis”. En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es solo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... “Venid y veréis”: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.»(Homilía de S.S. Francisco, 20 de abril de 2014).
Reflexión
¡Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y, por la victoria de Rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación!. Con estas palabras inicia el maravilloso pregón pascual que el diácono canta, emocionado, la noche solemne de la Vigilia de la resurrección de Cristo. Y todos los hijos de la Iglesia, diseminados por el mundo, explotan en júbilo incontenible para celebrar el triunfo de su Redentor. ¡Por fin ha llegado la victoria tan anhelada!

En una de las últimas escenas de la película de la Pasión de Cristo, de Mel Gibson, tras la muerte de Jesús en el Calvario, aparece allá abajo, en el abismo, la figura que en todo el film personifica al demonio, con gritos estentóreos, los ojos desencajados de rabia y con todo el cuerpo crispado por el odio y la desesperación. ¡Ha sido definitivamente vencido por la muerte de Cristo! En este sentido es verdad –como proclamaba Nietzsche- "que Dios ha muerto". Pero ha entregado libre y voluntariamente su vida para redimirnos, y con su muerte nos ha abierto las puertas de una vida nueva y eterna.

Es muy sugerente el modo como Franco Zeffirelli presenta la escena de la resurrección en su película "Jesús de Nazaret". Los apóstoles Pedro y Juan vienen corriendo al sepulcro, muy de madrugada, y no encuentran el cuerpo del Señor. Luego llegan también dos miembros del Sanedrín para cerciorarse de los hechos, y sólo hallan los lienzos y el sudario, y el sepulcro vacío. Y comenta fríamente uno de ellos: "¡Éste es el inicio!".

Sí. El verdadero inicio del cristianismo y de la Iglesia. De aquí arrancará la propagación de la fe al mundo entero. Porque la Vida ha vuelto a la vida. Cristo resucitado es la clave de todas nuestras certezas. Como diría Pablo más tarde: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana es vuestra fe; aún estáis en vuestros pecados… Pero no. Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que duermen" (I Cor 15, 14.17.20). En Él toda nuestra vida adquiere un nuevo sentido, un nuevo rumbo, una nueva dimensión: la eterna.

Y, sin embargo, no siempre resulta fácil creer en Cristo resucitado, aunque nos parezca una paradoja. Una de las cosas que más me llaman la atención de los pasajes evangélicos de la Pascua es, precisamente, la gran resistencia de todos los discípulos para creer en la resurrección de su Señor. Nadie da crédito a lo que ven sus ojos: ni las mujeres, ni María Magdalena, ni los apóstoles -a pesar de que se les aparece en diversas ocasiones después de resucitar de entre los muertos-, ni Tomás, ni los discípulos de Emaús. Y nuestro Señor tendrá que echarles en cara su incredulidad y dureza de corazón. El único que parece abrirse a la fe es el apóstol Juan, tal como nos lo narra el Evangelio de hoy.

Pedro y Juan han acudido presurosos al sepulcro, muy de mañana, cuando las mujeres han venido a anunciarles, despavoridas, que no han hallado el cuerpo del Señor. Piensan que alguien lo ha robado y les horroriza la idea. Los discípulos vienen entonces al monumento, y no encuentran nada. Todo como lo han dicho las mujeres. Pero Juan, el predilecto, ya ha comenzado a entrar en el misterio: ve las vendas en el suelo y el sudario enrollado aparte. Y comenta: “Vio y creyó”. Y confiesa ingenuamente su falta de fe y de comprensión de las palabras anunciadas por el Señor: "Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él debía de resucitar de entre los muertos".

¿Qué fue lo que vio esa mañana? Seguramente la sábana santa en perfectas condiciones, no rota ni rasgada por ninguna parte. Intacta, como la habían dejado en el momento de la sepultura. Sólo que ahora está vacía, como desinflada; como si el cuerpo de Jesús se hubiera desaparecido sin dejar ni rastro. Entendió entonces lo sucedido: ¡había resucitado! Pero Juan vio sólo unos indicios, y con su fe llegó mucho más allá de lo que veían sus sentidos. Con los ojos del cuerpo vio unas vendas, pero con los ojos del alma descubrió al Resucitado; con los ojos corporales vio una materia corruptible, pero con los ojos del espíritu vio al Dios vencedor de la muerte.

Lo que nos enseñan todas las narraciones evangélicas de la Pascua es que, para descubrir y reconocer a Cristo resucitado, ya no basta mirarlo con los mismos ojos de antes. Es preciso entrar en una óptica distinta, en una dimensión nueva: la de la fe. Todos los días que van desde la resurrección hasta la ascensión del Señor al cielo será otro período importantísimo para la vida de los apóstoles. Jesús los enseñará ahora a saber reconocerlo por medio de los signos, por los indicios. Ya no será la evidencia natural, como antes, sino su presencia espiritual la que los guiará. Y así será a partir de ahora su acción en la vida de la Iglesia.

Eso les pasó a los discípulos. Y eso nos ocurre también a nosotros. Al igual que a ellos, Cristo se nos "aparece" constantemente en nuestra vida de todos los días, pero muy difícilmente lo reconocemos. Porque nos falta la visión de la fe. Y hemos de aprender a descubrirlo y a experimentarlo en el fondo de nuestra alma por la fe y el amor.

Y esta experiencia en la fe ha de llevarnos paulatinamente a una transformación interior de nuestro ser a la luz de Cristo resucitado. "El mensaje redentor de Pascua -como nos dice un autor espiritual contemporáneo- no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que, aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior -por medio de los sacramentos- sin embargo, se realiza de manera positiva, con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu, la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz, suma de todos los bienes mesiánicos; en una palabra, la presencia del Señor resucitado".

En efecto, san Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto, que recoge la segunda lectura de este domingo de Pascua: "Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con Él, en gloria" (Col 3, 1-4).

Propósito
Poner especial atención a la convivencia familiar, para que este día esté caracterizado por la alegría.

Diálogo con Cristo
Jesús, qué alegría poder celebrar la Pascua de Resurrección, con júbilo festejo que has vencido el miedo al sufrimiento y a la muerte... y todo para enseñarme un estilo de vida que me puede llevar a la plenitud el amor. ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! Rebosa mi corazón de esa auténtica emoción que da una paz inigualable. Confío que no se apagará por los problemas y contrariedades que hoy se puedan presentar, sé que depende de mi actitud porque tu gracia lo hace posible.

sábado, 4 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO SANTO 4 DE ABRIL DEL 2015


La mañana de Pascua
Cuaresma y Semana Santa


Marcos 16, 1-7. Sábado Santo. Vigilia Pascual. Acerquémonos a Jesús Resucitado. Para todo cristiano, la Pascua, no puede sucederse sin más. 


Por: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 16, 1-7 
Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Angel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Angel se dirigió a las mujeres y les dijo: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: ´Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis.´ Ya os lo he dicho. Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!» Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. 

Oración introductoria
Señor Jesús, dame la gracia para que sepa guardar el silencio que me puede llevar a tener un momento de intimidad contigo en esta oración. Creo en ti, Señor, te amo y confío en que Tú también quieres estar conmigo.

Petición
Señor, que sepa prepararme adecuadamente a la celebración de la Vigilia Pascual.

Meditación del Papa Francisco
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también otra ‘Galilea’, una ‘Galilea’ más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió seguirlo; volver a Galilea significa recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? Se trata de hacer memoria, regresar con el recuerdo. ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? Búscala y la encontrarás. Allí te espera el Señor. He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia. No tengáis miedo, no temáis, volved a Galilea.» (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2014).
Reflexión
Jesús ha vencido al mal – incluso el que nosotros hemos cometido –, y nosotros hemos triunfado con Él. La Magdalena se postra ante Él, y Él la llena del gozo de su resurrección, como quiere llenarnos a nosotros en este rato de oración. Sólo basta perseverar en la prueba y pedir su gracia, buscar para encontrarlo.

Pero Cristo Resucitado nos muestra que Él no se deja ganar en generosidad. María Magdalena no pensaba encontrar más que un cadáver, y sin embargo, Cristo se le muestra con su cuerpo glorioso, vivo para siempre. Animados por esta confianza, debemos también acercarnos con una disposición de entrega a Jesucristo, para pedirle que nos ayude a vencer al hombre viejo, a vivir como hombres o mujeres nuevos...

La resurrección obra una auténtica transformación en la Magdalena. Ya no llora. Ahora es enviada por Cristo a traves del ángel, a anunciar el gozo de su triunfo: "Ve y dile a mis hermanos.." ¡Por primera vez en el Evangelio Cristo nos llama hermanos suyos! ¡Se ha realizado la filiación divina: somos verdaderamente hijos adoptivos de Dios y hermanos de Cristo! Y como tales, participamos de su misma misión... La resurrección no podemos guardarla en el baúl de los recuerdos, sino anunciarla a los cuatro vientos como María Magdalena, de manera que muchos otros hombres y mujeres se conviertan en apóstoles convencidos del Reino de Cristo.

María Magdalena sale a dar testimonio de la resurrección, pero su amor no le permite sólo rezar y dar ejemplo con su vida virtuosa para que los demás conozcan a Cristo. Ella siente la necesidad, esencial a nuestra vocación cristiana, de hacer algo, hablar, predicar, atender, ayudar, etc., todo lo que pueda, para dar a conocer el amor de Cristo al mundo.

Propósito
Hoy buscaré servir humildemente a una persona que provoque en mí, sentimientos negativos.

Diálogo con Cristo
Cristo resucitado, me atrevo a ponerme en tu presencia para que me llenes de Ti y del gozo de tu triunfo sobre el mal y la muerte. Creo firmemente en tu presencia renovadora, pero aumenta mi pobre fe. Confío que eres Tú quien me guiará en esta meditación y en toda mi vida para vivir como un hombre o mujer nuevo(a). Enciéndeme con el fuego de tu amor, para que me entregue a Ti sin reservas y quemes con tu Espíritu Santo mi debilidad y cobardía para darte a conocer a mis hermanos.


Material Pastoral para celebrar la Pascua con María
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, en oración y silencio, esperando su resurrección gloriosa.

El Domingo de Pascua es, finalmente, el aniversario del triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado: hasta la Iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos y la alegría de las campanas celebra tamaño acontecimiento para la humanidad.

LOS SANTOS DE HOY: SÁBADO 4 DE ABRIL DEL 2015

Pedro Ruiz Ortega, BeatoPedro Ruiz Ortega, Beato
Religioso y Mártir, 4 de abril


Hoy también se festeja a:

Pedro Roca Toscas, BeatoPedro Roca Toscas, Beato
Religioso y Mártir, 4 de abril
Ambrosio, SantoAmbrosio, Santo
Obispo y Doctor de la Iglesia, 4 de abril
Guillermo de Noto, BeatoGuillermo de Noto, Beato
Eremita y Terciario Franciscano, 4 de abril
Agatópodo y Teódulo, SantosAgatópodo y Teódulo, Santos
Mártires, 4 de abril
Francisco Marto, BeatoFrancisco Marto, Beato
Vidente de Fátima, 4 de abril
Cayetano Catanoso, SantoCayetano Catanoso, Santo
Presbítero y Fundador, 4 de abril
José Benito Dusmet, BeatoJosé Benito Dusmet, Beato
Obispo, 4 de abril
Benito de Palermo, SantoBenito de Palermo, Santo
Religioso Franciscano, 4 de abril
Platón, SantoPlatón, Santo
Abad, 4 de abril
Isidoro de Sevilla, SantoIsidoro de Sevilla, Santo
Obispo y Doctor de la Iglesia, 4 de abril

BEATO FRANCISCO MARTO, VIDENTE DE FÁTIMA, 4 DE ABRIL


Francisco Marto, Beato
Francisco Marto, Beato
Vidente de Fátima, 4 de abril


Por: . | Fuente: ACI Prensa



Niño Vidente de la Virgen en Fátima

Martirologio Romano: En el lugar de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, beato Francisco Marto, que, consumido por una enfermedad, siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe, y también por la asiduidad en la oración. († 1919)

Fecha de beatificación: 13 de mayo de 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Junio de 1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908. 

Cayó victima de la neumonía en Diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919. 

Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra). 

Su gran preocupación era la de “consolar a Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo. 

Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban".

Hoy festejamos de nacimiento de Francisco al Reino de Dios; Francisco junto a su hermana Jacinta son festejados el 20 de febrero.

Si tiene información relevante para la canonización de los beatos Jacinta y Francisco, escriba a:
Rev. Anton Witwer, SJ
Secretariado dos Pastorinhos
Aptdo. 6
Rua de São Pedro, 9
2496-908 Fátima, PORTUGAL

SAN ISIDORO DE SEVILLA, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA, 4 DE ABRIL



Isidoro de Sevilla, Santo
Isidoro de Sevilla, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia, 4 de abril 


Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net



Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: En Sevilla, en la Hispania Bética, san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia, cuya memoria se celebra en España el día veintiséis de este mismo mes.
Breve Biografía
San Isidoro de Sevilla (560-636) es el último de los padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los padres de la Iglesia transmitió a los siglos futuros.

Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la edad media, sobre todo por sus “Etimologías”, una “summa” muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico. Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medieval, su principal preocupación como obispo fue lograr la madurez espiritual e intelectual del clero español. Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

La santidad era algo común en la familia de san Isidoro: tres hermanos fueron obispos y santos -Leandro, Fulgencio e Isidoro-; una hermana –Florentina- fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.

El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano: agronomía, medicina, teología, economía doméstica, etc., al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros, dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras asperezas de la vida.

Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo -Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla-. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de san Agustín y de san Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor de un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medieval y el primer organizador de la cultura cristiana. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de “doctor egregius”, sino también la aureola de la santidad.

viernes, 3 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 3 DE ABRIL DEL 2015 - VIERNES SANTO


La muerte de Cristo en la Cruz

Cuaresma y Semana Santa


Juan 18, 1-19. 42. Viernes Santo. Miraré a Cristo crucificado y le pediré perdón por mis pecados y la gracia de corresponder a su Amor. 



Por: H. Óscar Ramírez | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Juan 18, 1-19, 42
Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.» Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?» Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?» Dice él: «No lo soy.» Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina

Oración introductoria
Señor, estás aquí porque yo estoy, estoy aquí porque estás Tú. No me necesitas, no tengo nada que ofrecerte y sin embargo quieres tenerme junto a ti a pesar de mi miseria. Jesús, en esta oración quiero agradarte, quiero ponerme en tu presencia, te quiero amar, quiero experimentar tu Amor; ese amor que hoy se entrega por mi en la cruz y al que quiero corresponder.
Petición
Señor, dame la gracia de experimentar tu Amor para que pueda corresponderte a pesar de mi miseria.

Meditación del Papa Francisco
Frente a la Cruz de Jesús, vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados eternamente, frente a la Cruz nos sentimos 'hijos' y no 'cosas' u 'objetos', como afirmaba San Gregorio Nacianceno dirigiéndose a Cristo con esta oración: "Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento disolver, como duermo descanso y camino, me enfermo y curo, me asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no existieras tú, Oh, Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh, Jesús, guíanos desde la cruz hasta la resurrección, y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con Él".» (Palabras de S.S. Francisco, al finalizar el via crucis, el 19 de abril de 2014).

Reflexión
La sangre, los golpes y las humillaciones de la Pasión nos pueden conmover fuertemente, pero no fueron esas las condiciones por las que Jesucristo nos alcanzó la salvación. Las sufrió, sí, pero lo que nos alcanzó el perdón fue la obediencia incondicional al Padre, ese «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad» (Mt 26, 42). En nuestra vida diaria podemos ser redentores con Cristo si nos dedicamos con totalidad a hacer la Voluntad del Padre en nuestra vida. Salvaremos nuestra alma y la de los demás en la medida en que nos entreguemos a realizar lo que Dios quiere de nosotros. Para ello hay que subir a la cruz como lo hizo Cristo, es decir, solo desnudándonos de nuestra soberbia, de nuestra vanidad, de nuestros gustos y de nuestras comodidades podremos entregarnos con totalidad a la realización del plan de Dios en nuestra vida y así exclamar al final de nuestro peregrinar.

Propósito
Miraré a Cristo crucificado y le pediré perdón por mis pecados y la gracia de corresponder a su Amor.

Diálogo con Cristo
Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero a pesar de mi miseria y de mi pequeñez. Dame la gracia de experimentar en mi vida el inmenso amor que me tienes y no permitas que me acostumbre a verte crucificado. Permíteme corresponder a Tu amor subiendo cada día Contigo a la Cruz por medio del cumplimiento de la Voluntad de Tu Padre. Gracias por morir por mi; Tu sacrificio no será indiferente en mi vida.


"El Dios que nos ha creado por su inmenso amor, y que también por amor nos ha destinado a la plena comunión con él, espera de nosotros una respuesta igualmente generosa, libre y consciente.” Juan Pablo 13 de febrero de 2002

LOS SANTOS DE HOY: VIERNES 3 DE ABRIL DEL 2015

Francisco Solís Pedrajas, BeatoFrancisco Solís Pedrajas, Beato
Sacerdote y Mártir, 3 de abril


Hoy también se festeja a:

Nicetas de Medikion, SantoNicetas de Medikion, Santo
Abad, 3 de abril
Sixto I, SantoSixto I, Santo
VII Papa, 3 de abril
Gandolfo o Gandulfo de Binasco, BeatoGandolfo o Gandulfo de Binasco, Beato
Presbítero Franciscano, 3 de abril
Juan de Penna de San Giovanni, BeatoJuan de Penna de San Giovanni, Beato
Sacerdote Franciscano, 3 de abril
José el Himnógrafo , SantoJosé el Himnógrafo , Santo
Monje y Presbítero, 3 de abril
Piotr Edward (Pedro Eduardo) Dankowski, BeatoPiotr Edward (Pedro Eduardo) Dankowski, Beato
Sacerdote Mártir, 3 de abril
Ezequiel Huerta Gutiérrez, BeatoEzequiel Huerta Gutiérrez, Beato
Laico Mártir, 3 de abril
Salvador Huerta Gutiérrez, BeatoSalvador Huerta Gutiérrez, Beato
Mártir Laico, 3 de abril
Luigi Scrosoppi, SantoLuigi Scrosoppi, Santo
Presbítero y Fundador, 3 de abril
Dorotea de Chopitea, VenerableDorotea de Chopitea, Venerable
Cooperadora Salesiana, 3 de abril
Ricardo de Chichester, SantoRicardo de Chichester, Santo
Obispo, 3 de abril
María Teresa Casini, BeataMaría Teresa Casini, Beata
Fundadora, 3 de abril
Roberto Middleton y Thurstan Hunt, BeatosRoberto Middleton y Thurstan Hunt, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 

SAN RICARDO DE CHICHESTER, OBISPO, 3 DE ABRIL


Ricardo de Chichester, Santo
Ricardo de Chichester, Santo

Obispo, 3 de abril


Fuente: Archidiócesis de Madrid



Obispo

Martirologio Romano: En Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres (1235).

Etimológicamente: Ricardo = Aquel que es un líder, es de origen germánico.

Fecha de canonización: 22 de enero de 1262 por el Papa Urbano IV.

Breve Biografía

A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su vida con el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son "lores" y amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la injusticia, la inmoralidad o la avaricia.

Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de adulto.

Marcha a estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.

El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades mayores y de vigoroso testimonio.

El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección. Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de "erario real". Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.

En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente, en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran "lores" y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.

Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a los principios evangélicos.

Murió en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.

Navegar contra corriente tiene sabor de Evangelio, pero precisa rectitud, austeridad y disposición a aceptar el sufrimiento.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...