domingo, 8 de junio de 2014

Los Santos de hoy domingo 8 de junio de 2014

Los Santos de hoy domingo 8 de junio de 2014
 Medardo, Santo
Obispo, 8 de junio
 María del Divino Corazón de Jesús (Droste zu Vischering), Beata
Religiosa, 8 de junio
 Clodulfo de Metz, Santo
Obispo, 8 de junio
 Maximino de Aix, Santo
Obispo, 8 de junio
 Juan Rainuzzi, Beato
Monje, 8 de junio
 Armando de Ziektkzee, Beato
Franciscano, 8 de junio
 Juan Davy, Beato
Diácono y mártir, 8 de junio
 Maria Teresa Chiramel Mankidiyan, Beata
Fundadora, 8 de junio
 Nicolás de Gésturi (Juan Medda), Beato
Capuchino, 8 de junio
 Jacobo Berthieu, Santo
Mártir Jesuita, 8 de junio
 Guillermo (William) de York, Santo
Obispo, 8 de junio

SAN MEDARDO, OBISPO, 8 DE JUNIO

Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Medardo, Santo
Obispo, 8 de junio
 
Medardo, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Soissons (Francia), san Medardo, obispo de San Quintín, que trasladó su sede de esta ciudad a la de Noyon, desde la cual trabajó por convertir al pueblo del paganismo a la verdadera doctrina de Cristo.
Los datos históricos sobre su persona y obra están en la penumbra, hay penuria de historia fiable y, por el contrario, contamos con abundancia de fábula.

Una antigua leyenda cuenta que siendo niño Medardo fue protegido de la lluvia por un aguila gigante, hecho que es usado frecuentemente en su iconografía. Por ello es que los franceses de la Edad Media recurrieran a él para pedir lluvia y verse libres de pedrisco, y posteriormente toda Francia le invocara contra el dolor de muelas por tomarle como protector contra este mal; de hecho, se le representa con una amplia sonrisa que deja ver sus hermosos dientes, y quedó para la cultura popular el dicho:
"ris qui est de saint Médard - le coeur n y prend pas grand part" (En la risa de san Medardo - el corazón no toma mucha parte).

Nació en Salency de padre franco y madre galorromana cuyos nombres aportados por la imaginación posterior son Néctor y Protagia. Dicen que estudió en la escuela episcopal de Veromandrudum, lugar que sitúan cerca de la actual Bélgica, en donde hay recuerdos históricos para los hispanos por la victoria de Felipe II en san Quintín -Saint Quentin- que nos valió el Escorial. Ya como estudiante se distinguió -según las crónicas- por su caridad limosnera dando a algún compañero famélico su comida y a un peregrino caminante un caballo de la casa paterna.

Con estos antecedentes se ve natural que se decida por la Iglesia y no por las armas. Se ordena sacerdote y de nuevo la fábula lo adorna con corona de actos ejemplares, aleccionadores y moralizantes para adoctrinar a los amigos de lo ajeno sobre el respeto a la propiedad: unos desaprensivos que robaron uvas y no supieron luego descubrir la salida de la viña sirven para demostrar que el pecado ciega; de los ladrones de miel en las colmenas propiedad de otros y que fueron atacados por el enjambre saca la conclusión que el pecado es dulce al principio, pero después castiga con dolor; de aquel que, merodeando, se llevó la vaca del vecino y cuyo campanillo no dejó de sonar día y noche hasta su devolución dirá que es el peso de la conciencia acusadora ante el mal.

Y es que el tiempo de su vida entra dentro de las coordenadas del lejano mundo merovingio. Meroveo, rey de los francos, ha prestado un buen servicio a Roma peleando y venciendo a Atila (541), Childerico ha comenzado a poner las bases de un reino al que Clodoveo dará unidad política y religiosa cuando se convierta al catolicismo por ayuda de su esposa Clotilde y del obispo Remigio, después de las batallas de Tolbías (496) en la que venció a los francos ripuarios y alamanes y de Vouille (507) apoderándose de los territorios visigóticos con la expulsión de los arrianos. Ni la conversión de Clodoveo -que siempre apreció los dictámenes de su talento político más que los de su conciencia- ni la de sus francos consiguió un súbito cambio al estilo de vida cristiana; hizo falta más bien la labor callada y paciente de muchos para mejorar a los reyes, al ejército y a los paisanos.

A Medardo lo hacen obispo a la muerte de Alomer; con probabilidad lo consagra Remigio. Y se encuentra inmerso en el difícil y cruel mundo de restos de paganismo con resistencia a la fe; deberá luchar contra la superstición de sus gentes, contra la ignorancia, las duras costumbres, la haraganería, rapiña y asesinatos. A ese amplio trabajo evangelizador se presenta Medardo con las armas de la bondad y de la comprensión más que con el báculo, el anatema o el látigo. Por ello la fuente popular que describe graciosamente su persona y obra la adorna, agradecida, con el aumento de detalles que la fantasía atribuye al santo con la bien ganada fama de bondad. Detrás de la narración ampulosa que hacen los relatos se descubren, entre el follaje literario, los enormes esfuerzos evangelizadores de los -sin organización aún, ni derecho- primitivos francos.

Murió en torno al año 560 y sus restos se trasladaron a la abadía de Soissons donde le veneraron durante toda la Edad Media los ya más y mejores creyentes francos.

sábado, 7 de junio de 2014

¿QUÉ ES PENTECOSTÉS?


Autor: Eduardo Cáceres Contreras | Fuente: Conferencia Episcopal de Chile 
¿Qué es Pentecostés?
Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua


Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.

En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).


PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...

La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.

En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.

Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.


Culminar con una vigilia:

Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.

Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.

Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.

En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.

Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.

No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.

Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 7 DE JUNIO DEL 2014

Autor: Alejandro Carrión | Fuente: Catholic.net
El discípulo a quién Jesús amaba
Juan 21, 20-25. Si ustedes no son testigos en sus ambientes, ¿quién lo hará por ustedes? El cristiano es, en y con la Iglesia, un misionero de Cristo.
 
El discípulo a quién Jesús amaba
Del santo Evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quién Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?" Al verlo Pedro, le dijo a Jesús: «Señor, ¿qué va a pasar con este?» Jesús le respondió: «Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme.» Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Este es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo libros que se escribieran.

Oración introductoria 

Mi buen Jesús, aquí estoy. Quiero responder con generosidad al llamado que Tú me has hecho. Quiero seguirte al igual que Pedro y los demás discípulos. Quiero ser la luz de la gente que vive en oscuridad. Quiero ser la esperanza de los que han caído en el desaliento. Quiero ser testigo de tu amor en el mundo, que ha olvidado tu amor.

Petición

Dios mío, te suplico me regales la gracia de ser tu testigo; la gracia de no tener miedo de anunciar tu palabra en mi familia, en mi trabajo y con mis amigos; la gracia de ser valiente para no dejarme llevar por la comodidad y las tentaciones.

Meditación del Papa Francisco

Pedro tenía un diálogo de amor con el Señor, pero luego el diálogo se ha desviado hacia otro carril y él también padece una tentación: Inmiscuirse en la vida de los otros.
Como se dice vulgarmente, Pedro hace de curioso, se entromete en la vida de los otros. En primer lugar, la comparación, el compararse con los demás. El diablo quiere que seamos chismosos.
Cuando existe esta comparación terminamos en la amargura y hasta en la envidia, y la envidia arruina la comunidad cristiana, le hace mucho daño y el diablo quiere eso. La segunda forma de esta tentación son los chismes. Se empieza de una manera muy educada, pero luego terminamos despellejando al prójimo.
¡Cuánto se chismea en la Iglesia! ¡Cuánto chismeamos nosotros los cristianos! El chisme es propio despellejarse, ¿no? Es maltratarse el uno al otro. ¿Como si se quisiera disminuir al otro, no? En lugar de crecer yo, hago que el otro sea aplanado y me siento muy bien. ¡Esto no va!.(S.S. Francisco, 18 d mayo de 2013, homilía en Santa Marta). .

Reflexión 

El cristiano es ante todo el seguidor de Cristo. Y como seguidor de Cristo, tiene que ser testimonio vivo de la presencia y del amor de Jesús al mundo. Con sus actos, con sus palabras, con sus deseos e incluso con sus sentimientos tiene que demostrar ser testigo de Dios y llevar el amor de Dios, su palabra, su reino a donde quiera que él vaya y así llevar junto con Jesús la salvación a todo hombre.

Propósito

Hablaré bien de alguien frente a los demás.

Diálogo con Cristo

Mi buen Jesús, aquí estoy para ser tu testigo, para llevarte a los demás. Quiero seguirte como lo hizo San Pedro y los demás discípulos. Te doy gracias por que me has llamado, y no puedo pensar en mejor manera de pasar mi vida que pidiendo como San Francisco Javier: has de mí un instrumento de tu paz, que donde haya odio, siembre yo amor. Donde haya desaliento, esperanza; donde tristeza, alegría; donde oscuridad, luz…

La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado. (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2)





  • Preguntas o comentarios al autor
  • Alejandro Carrión 

    Los Santos de hoy sábado 7 de junio de 2014

    Los Santos de hoy sábado 7 de junio de 2014
     María Teresa de Soubiran, Beata
    Fundadora, 7 de junio
     Antonio María Gianelli, Santo
    Obispo y Fundador, 7 de junio
     Roberto de Newminster, Santo
    Abad cisterciense, 7 de junio
     Ana de San Bartolomé, Beata
    Carmelita Descalza, Junio 7

    SAN ROBERTO DE NEWMINSTER, ABAD CISTERCIENSE, 7 DE JUNIO

    Autor: . | Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
    Roberto de Newminster, Santo
    Abad cisterciense, 7 de junio
     
    Roberto de Newminster, Santo

    Abad

    Martirologio Romano: En Newminster, en el territorio de Northumberland, Inglaterra, san Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró este cenobio, que a su vez fue origen de otras tres comunidades de monjes.

    Nació en el distrito de Craven (Yorkshire), probablemente en el pueblo de Gargrave; murió el 7 de junio de 1159.

    Estudió en la Universidad de París, donde se dice que compuso un comentario a los Salmos; se hizo cura de Gargrave y luego benedictino en Whitby, desde donde se unió, con el permiso del abad, a los fundadores del monasterio cisterciense de Fountains.

    Alrededor de 1138, encabezó la primer colonia mandada desde Fountains y estableció la abadía de Newminster, cerca del castillo de Ralph de Merlay, en Morpeth (Northumberland). En el tiempo que fue abad, se mandaron tres colonias de monjes y se fundaron monasterios: Pipewell (1143), Roche (1147) y Sawley (1148).

    La vida de Capgrave nos dice que sus propios monjes lo acusaron de mala conducta y que viajó al extranjero (1147-48) para defenderse ante san Bernardo; mas se duda de la veracidad de esta historia, que pudo haber surgido de un deseo de asociar personalmente al santo inglés con el máximo de los cistercienses.

    Su tumba en la iglesia de Newminster se convirtió en objeto de peregrinaje.

    Fuente: Vidas de los santos, Alban Butler

    Gargrave, localidad del distrito de Craven, en Yorkshire, fue el lugar de nacimiento de san Roberto. Tras de haber recibido las órdenes sacerdotales, fue rector en Gargrave durante un tiempo y después tomó el hábito de los benedictinos en Whitby. Algo más tarde, obtuvo el permiso de su abad para unirse a otros monjes de la abadía de Saint Mary, en York, quienes se habían agrupado, autorizados por el arzobispo Thurston, y en los terrenos que le habían sido cedidos, con el propósito de dar nueva vida a la estricta regla benedictina. Ahí, en la mitad del invierno, en condiciones de extrema pobreza, sobre el desnudo suelo del valle de Skeldale, fundaron los monjes un monasterio que, más tarde, llegaría a ser famoso como Fountains Abbey (Abadía de las Fuentes), nombre que se le dio en relación con unos manantiales que había en las proximidades. Por su expreso deseo, los monjes estaban afiliados a la reforma del Cister, y Fountains se convirtió, con el tiempo, en una de las casas más fervientes de la orden. El espíritu de la santa alegría imperaba sobre una vida de ejercicios de devoción, alternados con los duros trabajos manuales. En un sitio prominente entre los monjes se hallaba san Roberto, en razón de su santidad, su austeridad y la dulzura inmutable de su carácter. En sus modales era extremadamente modesto -dice la Crónica de Fountains-, lleno de gentileza cuando estaba en compañía, misericordioso en los juicios y ejemplar en la santidad y sabiduría de sus conversaciones.

    Ralph de Merly, el señor de la región de Morpeth, visitó la abadía en 1138, cinco años después de su fundación, y quedó tan hondamente impresionado por la virtud de los hermanos, que decidió construir un monasterio para el Cister en sus propiedades. Para habitar en la nueva casa, conocida con el nombre de abadía de Newminster, lord Morpeth sacó de Fountains a doce monjes y, para gobernarlos, se nombró abad a san Roberto. El santo conservó el puesto hasta su muerte. A fuerza de trabajo constante, logró que la abadía floreciese de manera tan extraordinaria, que, para 1143, pudo fundar una segunda casa en Pipewell, en Northamptonshire y, más tarde, otras dos en Sawley y en Roche.

    Como hombre entregado a la meditación y a la plegaria que era, escribió un comentario sobre los Salmos que, desgraciadamente, no ha sobrevivido. Se le habían otorgado dones sobrenaturales y tenía poder sobre los malos espíritus. Hay una anécdota que ilustra el espíritu de mortificación de que estaba dotado. Se sometía a ayunos tan rigurosos durante la Cuaresma, que, en una ocasión, al llegar la Pascua, ya había perdido enteramente el apetito. ¡Ay, padre mío! ¿Por qué no queréis comer? le preguntó entristecido el hermano encargado del refectorio. Creo que me comería un panecillo de avena con mantequilla, repuso el abad. En cuanto le trajeron lo que había pedido, no se atrevió a tocarlo, por considerar que, si lo hacía, era como ceder a la gula y, a fin de cuentas, ordenó que se diera el panecillo a los pobres. En la puerta del convento recibió el pan un joven y hermoso peregrino, quien inmediatamente desapareció, con todo y el plato. Cuando el hermano tornero trataba de dar explicaciones plausibles sobre la desaparición del recipiente, el mismo plato quedó de pronto sobre la mesa, frente al abad. Todo el mundo afirmó que el hermoso peregrino que se comió el panecillo era un ángel.

    Afirman las crónicas que, en su juventud, san Roberto estudió en París, y registran un segundo viaje suyo al continente, cuando fue blanco de algunas críticas por parte de sus monjes, en relación con ciertos informes falsos sobre mala administración de su abadía, y decidió ir a visitar a san Bernardo para ponerle en claro las cosas. Pero éste, que evidentemente conocía a fondo a san Roberto, resolvió que no había necesidad de desmentir las necias acusaciones ni de defenderse contra los cargos. La mencionada visita debe haber tenido lugar en 1147 o 1148, puesto que por entonces y antes de regresar a Inglaterra, se entrevistó san Roberto con el Papa Eugenio III. El abad de Newminster visitaba a menudo al ermitaño san Godrico, por quien sentía particular afecto. La noche en que san Roberto murió, san Godrico vio ascender su alma al cielo como una bola de fuego. La fecha era el 7 de junio de 1159. La fiesta de san Roberto se conmemora en la diócesis de Hexham.

    viernes, 6 de junio de 2014

    EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 6 DE JUNIO DEL 2014

    Autor: H. Michael Hemm | Fuente: Catholic.net
    Sí, Señor, tú sabes que te amo
    Juan 21, 15-19. Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor.
     
    Sí, Señor, tú sabes que te amo
    Del santo Evangelio según San Juan 21, 15-19 

    En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: Sígueme.

    Oración Introductoria

    Jesús, Tú también me preguntas a mí: ¿Me amas?. Y yo quiero contestarte con toda sinceridad. Soy un hombre débil como Pedro que a menudo sólo piensa en sí mismo. Pero Tú sabes que te amo y que te quiero amar más.

    Petición

    Señor, te pido que enciendas mi corazón, a veces tan frío, con tu amor, y que me ayudes a apacentar las ovejas que has encomendado a mí para que ellas también te amen.

    Meditación del Papa Francisco

    La pregunta está dirigida a un hombre que, a pesar de las solemnes declaraciones, se dejó llevar por el miedo y había negado.
    "¿Me amas tú?". "¿Eres mi amigo?".
    La pregunta se dirige a mí y a cada uno de nosotros, a todos nosotros: si evitamos responder de modo demasiado apresurado y superficial, la misma nos impulsa a mirarnos hacia adentro, a volver a entrar en nosotros mismos.
    "¿Me amas tú?". "¿Eres mi amigo?".
    Aquél que escruta los corazones se hace mendigo de amor y nos interroga sobre la única cuestión verdaderamente esencial, preámbulo y condición para apacentar sus ovejas, sus corderos, su Iglesia. Todo ministerio se funda en esta intimidad con el Señor; vivir de Él es la medida de nuestro servicio eclesial, que se expresa en la disponibilidad a la obediencia, en el abajarse, como hemos escuchado en la Carta a los Filipenses, y a la donación total. (S.S. Francisco, 23 de mayo de 2013). 

    Reflexión

    La experiencia del amor de Dios nos lleva a un compromiso. Nos cambia desde dentro y enciende en nuestro corazón un fuego que nos anima a compartir esta experiencia con los demás. Jesús invitó a Pedro a apacentar sus ovejas. La única condición es que Pedro ame a Jesús.
    Jesús también tiene un rebaño de ovejas que ha encomendado a cada uno de nosotros. Son en un primer plano nuestros familiares y amigos. Nos hizo responsables para que ellos tengan alimento para su alma y se salven. No es necesario que seamos perfectos, hombres sin defectos. Pedro también negó a Jesús. Solo hace falta que seamos generosos con Dios. Solo hace falta que nos dejemos guiar por Dios cumpliendo su voluntad. A veces nos lleva a donde nosotros no queremos. Pero si hemos experimentado su amor y si sabemos que es nuestro Amigo y Padre, lo amamos también nosotros a Él y le seguimos a donde Él nos lleve para que apacentemos sus ovejas.

    Propósito

    Haré un acto de caridad para con mis familiares o amigos.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, te quiero amar. La manera de amarte es cumplir tu voluntad. Tú sabes que muchas veces me cuesta el cumplimiento de tu voluntad. Pero solo así podré apacentar las ovejas que me has encomendado.


    Nada se conoce perfectamente, si no se ama perfectamente (San Agustín, De diversas cuestiones, 83, 40)




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  • H. Michael Hemm 
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