lunes, 27 de enero de 2014

Los Santos de hoy lunes 27 de enero de 2014

Los Santos de hoy lunes 27 de enero de 2014
 Manfredo Settala, Beato
Sacerdote y Eremita, 27 de enero
 Enrique de Ossó y Cervelló, Santo
Sacerdote y Fundador. 27 de enero
 Ángela de Mérici, Santa
Virgen y Fundadora, 27 de enero
 Jorge Matulaitis, Beato
Obispo y Fundador, 27 de enero
 Julián de Le Mans, Santo
Obispo, 27 de enero
 Devota, Santa
Virgen y Mártir, 27 de enero
 Vitaliano, Santo
LXXVI Papa, 27 de enero
 Otros Santos y Beatos
Completando el santoral de este día, 27 de enero
 Pablo José Nardini, Beato
Presbítero y Fundador, 27 de enero
 Julián de Sora, Santo
Mártir, 27 de enero
 Antonio Mascaró Colomina, Beato
Religoso y Mártir, 27 de enero

domingo, 26 de enero de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 26.01.2014

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¡Esa luz maravillosa!
Mateo 4, 12-23. Tiempo Ordinario. Estamos en tinieblas cuando no tenemos a Cristo, cuando nos encontramos lejos de Él a causa del pecado y del egoísmo.
 
¡Esa luz maravillosa!
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-23

Cuando oyó Jesús que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado». Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 


Oración introductoria

Cristo, hoy vuelve a resonar en mi corazón tu invitación: «Sígueme». Conoces mi debilidad para perseverar en la fidelidad a tu llamado, por eso te ofrezco esta oración, que pido ilumines con tu gracia, para que sea el medio para fortalecer mi voluntad para ser fiel y corresponder a tanto amor que me has dado.

Petición

Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento para conocer tu voluntad divina sobre mí, inflama mi corazón para amarla con pasión, y da fuerza a mi voluntad para cumplirla con alegría y generosidad.

Meditación del Papa Francisco

Hay mucho que aprender de esta actitud de los pescadores. Una iglesia que da espacio al misterio de Dios; una iglesia que alberga en sí misma este misterio, de manera que pueda maravillar a la gente, atraerla. Sólo la belleza de Dios puede atraer. El camino de Dios es el de la atracción.
A Dios, uno se lo lleva a casa. Él despierta en el hombre el deseo de tenerlo en su propia vida, en su propio hogar, en el propio corazón. Él despierta en nosotros el deseo de llamar a los vecinos para dar a conocer su belleza. La misión nace precisamente de este hechizo divino, de este estupor del encuentro. Hablamos de la misión, de Iglesia misionera. [...]
Las redes de la Iglesia son frágiles, quizás remendadas; la barca de la Iglesia no tiene la potencia de los grandes transatlánticos que surcan los océanos. Y, sin embargo, Dios quiere manifestarse precisamente a través de nuestros medios, medios pobres, porque siempre es él quien actúa. (S.S. Francisco, 27 de julio de 2013).

Reflexión

Homero, el gran poeta griego, nos narra en la Ilíada la epopeya de la guerra de Troya. Y, después de la destrucción de la ciudad de Príamo, nos cuenta en la Odisea todas las aventuras que tuvo que pasar Ulises, otro de los héroes aqueos, en su penoso viaje de retorno a casa, a Ítaca, donde le esperaba su fiel esposa Penélope, su hijo Telémaco y toda su servidumbre. En una de sus travesías tiene que viajar hasta el mismo Hades, el lugar de los muertos, para consultar al adivino Tiresias, que tenía su morada en el más allá. El poeta latino Virgilio reproduce este mismo tema en el libro VI de la Eneida, cuando hace descender a Eneas al sombrío mundo de ultratumba. Al igual que Homero, nos pinta un paraje oscuro y tenebroso, metiéndonos en ese ambiente enrarecido, onírico y surrealista. Es el lugar de las sombras, en donde nunca brilla la luz del sol.

En todos los pueblos de la antigüedad encontramos como una "mística" de la luz, y su guerra contra las tinieblas son un común denominador en todas las religiones y culturas de antaño. Más aún, los fenómenos luminosos aparecen fuertemente cargados de un carácter sagrado y casi siempre la misma divinidad es como una personificación de la luz. En el milenario país de los faraones, por ejemplo, Rah -el dios Sol- era el señor de todo el universo. Entre los sumerios y los babilonios, se consideró a Enlil y Marduk como una encarnación de la luz, en su lucha contra el caos y las tinieblas. En la religión de Zarathustra, Ormuz era el dios bueno –luz- en contra de las fuerzas malignas de Ahrimán. Los griegos divinizaron a Eos y a Helios, y Zeus, Apolo y Atenea, envueltos siempre en la luz, estuvieron entre sus dioses más venerados. Los romanos heredarían el "panteón" griego –el conjunto de los dioses- latinizando sólo sus nombres: Aurora, Júpiter, Minerva, etc.; y, en época tardía, introduciendo el culto, de origen oriental, al dios Mitra y al "Sol Invictus".

Así pues, todas las civilizaciones indoeuropeas –entre las que se encuentran también los pueblos germanos y célticos– lo mismo que las culturas americanas y del Extremo Oriente, han considerado las tinieblas como un símbolo del mal y de la muerte. Y a la luz y al fuego ha estado siempre unida la idea de la belleza, del bien y de la vida.

Por eso, no en vano, desde los primeros versículos del Génesis se nos presenta a Dios creando de la nada a todas las cosas. Y no es de extrañar que lo primero que crea es la luz. Y enseguida separa la luz de las tinieblas. "...Y vio Dios que la luz era buena" (Gen 1, 3-4).

La luz eléctrica es un descubrimiento relativamente reciente. Hace apenas dos siglos ésta no existía, y, cuando se ocultaba el sol, la gente tenía que arreglárselas a oscuras para remediar sus necesidades más fundamentales. Pero a nosotros, los hijos de nuestro tiempo, nacidos en el mundo de la tecnología, esto no nos dice casi nada, y no tiene apenas sentido.

Se cuenta que, en una ocasión, un profesor tirolés volvió de una excursión por la montaña. Eran las diez de la mañana y él ya había terminado su aventura. Había caminado toda la tarde del día anterior y había pasado la noche en una cima de las Dolomitas. Los turistas, extrañados, le dijeron: "Pero, ¡válgame Dios! ¿Por qué va a la montaña de noche? ¿No le basta la luz del día?". Él sonrió y respondió con buen humor: “Es precisamente la luz la que interesa. La gente de la ciudad no sabe lo que es la luz. Cuando se levantan, el sol está ya alto en el cielo. Y, al anochecer, cuando ya comienza a oscurecer, aprietan un interruptor y encienden las lámparas eléctricas. ¡Qué pueden saber de la luz! En la montaña todo es distinto. Se llega a la cima cuando todo está a oscuras. A las tres de la madrugada aparece el primer resplandor. Es de una belleza que no se puede describir, y cada cinco minutos cambia el color de los glaciares que se ven a lo lejos. La luz se refleja en el aire, como si estuviera iluminado por diversos reflectores. Antes de las cinco, el sol aparece en el horizonte y todo es luminosísimo, de una belleza incomparable. Quien no lo ha visto nunca, no lo puede imaginar”.

Entonces me acordé de lo que contó un amigo mío. Fue de visita a Tierra Santa, hace ya varios años. Y una parte muy importante del tour consiste en subir el monte Sinaí de noche para estar en la cima a la hora del amanecer. Desde allí se contempla un espectáculo maravilloso: el nacer del sol con todos sus colores y la belleza indescriptible de la luz. Es como asistir a una nueva teofanía de Dios, como cuando se aparecía a Moisés en el monte santo.

Otro amigo mío, canadiense, me contó una experiencia inolvidable. Le encantaba levantarse a las tres y media de la mañana. Al principio pensé que estaba un poco loco. Pero enseguida me explicó por qué lo hacía así. Porque es la hora en que se pueden contemplar las auroras boreales. "¡Es algo increíble y fuera de serie!" –me dijo emocionado-. Es una impresión vivísima, de imponderable hermosura y grandiosidad. La fuerza de la luz y la variedad de los colores, la majestuosidad del firmamento y el juego de los astros en el cielo justificaban de sobra el sacrificio de la madrugada.

Yo creo que, a la luz de estas sencillas experiencias humanas, podemos atisbar un poquito el significado de la Sagrada Escritura que hoy pone el Señor a nuestra consideración: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia como se gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín". Este es el mismo texto que la Iglesia proclama en su liturgia en la Misa de Nochebuena. Es el profeta Isaías, anunciando el gozo indescriptible del nacimiento del Salvador.

Estamos en tinieblas cuando no tenemos a Cristo, cuando nos encontramos lejos de Él a causa del pecado, del egoísmo y de los vicios del mundo. Pero se disipan todas las tinieblas de nuestro corazón cuando tenemos a Cristo, y nuestro interior se inunda de luz, de alegría y de plenitud: “Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12).

Propósit

Ojalá que siempre vivamos al lado de Jesucristo. Entonces la luz y el gozo irradiarán a todos los que convivan con nosotros. Y entonces podremos ser, de verdad, auténticos cristianos, seguidores de Aquel que es la Luz del mundo.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    SAN TIMOTEO Y TITO, OBISPOS Y DISCÍPULOS DE SAN PABLO, 26 DE ENERO

    Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
    Timoteo y Tito, Santos
    Obispos y Discípulos de San Pablo, 26 de enero
     
    Timoteo y Tito, Santos

    Obispos y Discípulos de San Pablo

    Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).

    Etimología: Timoteo = Aquel que siente amor o adoración a Dios, es de origen griego.

    Tito = Aquel que es protegido y honrado, es de origen latino.
    San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.

    Los Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.

    Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.

    Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.

    Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.

    A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.

    El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.

    Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada. 

    Los Santos de hoy domingo 26 de enero de 2014

    Los Santos de hoy domingo 26 de enero de 2014
     Timoteo y Tito, Santos
    Obispos y Discípulos de San Pablo, 26 de enero
     Miguel Kozal, Beato
    Obispo y Mártir, 26 de enero
     Otros Santos y Beatos
    Complentando el santoral de este día, 26 de enero
     Paula, Santa
    Patrona de las Viudas, 26 de enero
     Alberico, Santo
    Abad, 26 de enero
     Agustín Erlandsön, Santo
    Obispo, 26 de enero
     José Gabriel del Rosario Brochero, Beato
    Sacerdote, 26 de enero 

    sábado, 25 de enero de 2014

    EL EVANGELIO DE HOY: 25.01.2014 - LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

    Autor: Noé Patiño | Fuente: Catholic.net
    Conversión de Pablo
    Marcos 16, 15-18. Fiesta de la Conversión San Pablo. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados.
     
    Conversión de Pablo
    Del santo Evangelio segú san Marcos 16, 15-18


    En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

    Oración introductoria

    Señor, permite que esta meditación me marque el camino para seguir el gran ejemplo de la vida del apóstol san Pablo, que una vez que experimentó tu amor ya no hubo nada ni nadie que lo apartará de su misión. En este nuevo año quiero sepultar a ese hombre viejo que hay en mí para dejarme conquistar por tu amor.

    Petición

    Señor, concédeme que mi testimonio comunique la alegría de mi fe.

    Meditación del Papa Francisco

    Una Iglesia cerrada es lo mismo: es una Iglesia enferma. La Iglesia debe salir de sí misma. ¿Adónde? Hacia las periferias existenciales, cualesquiera que sean. Pero salir.
    Jesús nos dice: "Id por todo el mundo. Id. Predicad. Dad testimonio del Evangelio". Pero ¿qué ocurre si uno sale de sí mismo? Puede suceder lo que le puede pasar a cualquiera que salga de casa y vaya por la calle: un accidente. Pero yo os digo: prefiero mil veces una Iglesia accidentada, que haya tenido un accidente, que una Iglesia enferma por encerrarse.
    Salid fuera, ¡salid! Pensad en lo que dice el Apocalipsis. Dice algo bello: que Jesús está a la puerta y llama, llama para entrar a nuestro corazón. Este es el sentido del Apocalipsis. Pero haceos esta pregunta: ¿cuántas veces Jesús está dentro y llama a la puerta para salir, para salir fuera, y no le dejamos salir sólo por nuestras seguridades, porque muchas veces estamos encerrados en estructuras caducas, que sirven sólo para hacernos esclavos y no hijos de Dios libres? En esta "salida" es importante ir al encuentro; esta palabra para mí es muy importante: el encuentro con los demás. (S.S. Francisco, 18 de mayo de 2013).

    Reflexión:

    Nos encontramos en el monte de los olivos, en el mismo lugar donde cuarenta días antes, Jesús era entregado por uno de sus discípulos y donde todos los demás le abandonaron. Pero las cosas han cambiado y ya no son los mismos apóstoles de antes, la Resurrección los ha cambiado. Y Jesús se da cuenta de esto, por eso, les da una nueva misión: predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles después de la Resurrección. Y nosotros católicos somos hoy en día esos apóstoles resucitados.

    Es verdad que en nuestras vidas hemos abandonado a Cristo muchas veces, pero eso a Jesús no le importa. Él nos llama a predicar el evangelio como volvió a llamar a los apóstoles y como un día llamó a san Pablo, cuya conversión celebramos hoy. San Pablo persiguió a los apóstoles y quería borrar el nombre de Jesús de Nazareth de la faz de Israel. Pero Jesús resucitado le convierte de un perseguidor a un precursor de la Buena Nueva y en un apóstol apasionado de este Cristo a quien perseguía. Jesús nos manda a predicar el Evangelio y es el primero que nos da ejemplo convirtiendo al más "temido" de todos los judíos.

    La conversión infundió en Saulo una fe que lo hace ser misionero incansable; enciende en su alma un ardor de caridad que le obliga a transmitir a los demás la verdad que ha encontrado; le da la fuerza para ser tanto de palabra como de obra un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de san Pablo? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios... Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que le llevó a considerar todo basura y estiércol comparado con Cristo.

    Propósito

    Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que convirtió a san Pablo para que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.

    Diálogo con Cristo 

    Señor, ¡quiero ser un san Pablo para mi familia y el mundo de hoy! Quiero dejarme conquistar por la fe para lograr mi transformación interior y poder llegar a decir, por la gracia que me das, que ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí. Quiero dejar el afán por el aparecer, por el bienestar, por las posesiones, por el éxito pero, sobre todo, teniendo en cuenta que mi vida cristiana no se resume en negaciones sino en la entrega, por amor, a los demás. 
    Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...