martes, 18 de diciembre de 2012

Beata Julia Nemesia Valle

Autor: . | Fuente: Vatican.va
Julia Nemesia Valle, Beata
Virgen y Formadora de Jóvenes, 18 de diciembre
 
Julia Nemesia Valle, Beata
Julia Nemesia Valle, Beata

Formadora de la juventud

Martirologio Romano: En Borgari, cerca de Turín, en Italia, beata Nemesia (Julia) Valle, virgen del Instituto de las Hermanas de la Caridad, que se dedicó de modo extraordinario a la formación y dirección de los jóvenes según el Evangelio, corriendo por el camino de los mandamientos del Señor por amor al prójimo (1916).
Julia, es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar, eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo día es bautizada en la antigua iglesia de San Orso.

Los primeros años de su vida transcurren en la serenidad de una familia que se alegra por el nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde el trabajo de la mamá que administra un negocio de modista y del papá que desempeña una intensa actividad comercial, aseguran un cierto bienestar. Su mamá muere cuando Julia tiene, tan sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de los parientes paternos, primero en Aosta, después a sus parientes maternos en Donnas. Aquí encuentran un ambiente sereno, la escuela, el catecismo y la preparación a los sacramentos se hace en casa, bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.

Cuando Julia tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad. La separación de la familia es un nuevo dolor para ella, una nueva experiencia de soledad que la orienta hacia una profunda amistad con “el Señor que tiene a su lado a su mamá”.

En Besançon aprende bien la lengua francesa, enriquece su cultura, llega a ser habilidosa en los trabajos femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y atenta hacia los otros.

Después de cinco años, Julia regresa a su tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas. Su padre, se ha vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín. Encuentra una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más de él … Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia no le puede dar, a comprender aquellos que viven la misma experiencia de dolor, a encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.

En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los otros y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.

El 8 de septiembre de 1866 su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa Margarita donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.

Comienza una vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lagrimas por una separación no fácil. Se trata de entrar en una relación más profunda con Dios, de conocerse a sí misma y la misión de la comunidad, para ser disponible a andar donde Dios la llame. Julia entra con alegría en este camino de noviciado. Cada día descubre aquello que debe perder o conquistar: “Jesús despójame de mi misma y, revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero…” es la oración que la acompaña y la acompañará a lo largo de su vida.

Al fin del noviciado, con el habito religioso recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio, para siempre.

Es enviada a Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria y en los cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno adapto para sembrar bondad. La Hermana Nemesia está presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas, donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.

Muy pronto una voz se difunde dentro del instituto y en la ciudad: “¡Oh, qué corazón el de la Hermana Nemesia!”

Cada uno está convencido de tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener limite: hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la casa.

Cuando a los cuarenta años es nombrada superiora de la comunidad, la Hna.. Nemesia queda desconcertada, mas un pensamiento le da coraje: ser superiora significa “servir”, por consiguiente podrá darse sin medida y, humildemente, enfrenta la subida. Las líneas de su programa son trazadas:

“Enfrentar el paso, sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! “A Él la gloria, a los otros la alegría, a mí el precio a pagar, sufrir mas jamás hacer sufrir. Seré severa conmigo misma y toda caridad con las hermanas: el amor que se dona es la única cosa que permanece.”

Su caridad no tiene limites. En Tortona la llaman “nuestro ángel”

La mañana del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna.. Nemesia para ellas: “Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré en cada momento del día.” Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes que espera ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios en el servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor, de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una.

Sus novicias la recuerdan: “Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos amar…”

La superiora provincial que tenía un carácter “en perfecta antítesis con el suyo” disentía de este método. Ella aplicaba un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba relevantes contrastes que desembocaban en reproches y humillaciones. La Hna.. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: “De estación en estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo Aquel que te ha creado siempre escucha…”

A lo largo de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado trece años de su llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas aprendieron con ella a caminar los senderos de Dios. Ha donado todo: ahora el Señor le pide también de “dejar” a otras “su noviciado”.

La oración que ha hecho suya desde el inicio: “Jesús despójame de mi misma, revísteme de Vos” la acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir “no soy más para ninguno”. El despojo es total. Es la última ofrenda de una vida donada totalmente por amor.

El 18 diciembre de 1916 la Hna. Nemesia muere.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.
Los Santos de hoy martes 18 de diciembre de 2012
La Expectación del Parto
El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto.
Rupo y Zosimo, Santos
Mártires, 18 de diciembre
Modesto, Santo
Restaurador de Jerusalén, 18 de diciembre
Flabio, Santo
Eremita, 18 de diciembre
Miguel Syncelle, Santo
Monje, 18 de diciembre
Julia Nemesia Valle, Beata
Virgen y Formadora de Jóvenes, 18 de diciembre
Malaquías, Santo
Profeta Antiguo Testamento, 18 Diciembre
 

San Malaquías Profeta del A .T - 18 diciembre

Autor: Xavier Villalta
Malaquías, Santo
Profeta Antiguo Testamento, 18 Diciembre
 
Malaquías, Santo
Malaquías, Santo
Oriundo de Sofa, en Palestina, vivió en el siglo V antes de Cristo.

Perteneció a la tribu de Zabulón y fue el último de los doce profetas menores.

Desarrolló su actividad entre los años 450 y 455 antes de Cristo, después del destierro de Babilonia, anunció el gran día del Señor y su venida en el templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.

Los Padres de la Iglesia ven en las profesías de Malaquías el preanuncio del sacrificio de la misa y la llegada del precursor de Jesús: “He aquí que yo envío a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí”.

lunes, 17 de diciembre de 2012

El año de la Fe - 2012 -2013

Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Beata - 17 diciembre

                

Beata Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles - 17 diciembre

Autor: . | Fuente: Vatican.va
Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Beata
Fundadora, 17 de diciembre
 
Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Beata
Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Beata

Fundadora de las Hijas de María Madre de la Iglesia

Matilde Téllez Robles nace en Robledillo de la Vera (Cáceres - España) el 30 de mayo de 1841, en un día de plenitud primaveral inundado por la luz de la solemnidad litúrgica de Pentecostés. Recibe las aguas bautismales en la iglesia parroquial al día siguiente de su nacimiento. Era la segunda de los cuatro hijos de Félix Téllez Gómez y de su esposa Basilea Robles Ruiz. En noviembre de 1841, el padre, por su profesión de notario, se establece con su familia en Béjar (Salamanca), ciudad notable por su industria textil.

En esta ciudad va creciendo la pequeña Matilde; recibe una formación cultural básica, propia de su clase social media, y una esmerada formación religiosa, iniciada en el ambiente profundamente cristiano de su hogar. Guiada por su madre, ya desde pequeña comienza a amar intensamente al Señor y a ejercitarse en la práctica de la oración y en las virtudes, con una tierna devoción a la Virgen y una gran compasión por los necesitados y los pecadores.

Todavía muy joven, cuando todo en la vida le sonríe, Matilde hace su opción radical y definitiva por Cristo, decidiendo entregarse de lleno a Él y a buscar corazones que le amen.

Su madre la apoyará siempre en este empeño, pero su padre, que ambiciona un porvenir halagüeño para su hija en el matrimonio, la obliga a alternar en la vida de sociedad, limitándole además el tiempo que pasa en la iglesia. Ella, obediente, se adorna y alterna luciendo su gracia juvenil. Pero aún así, su inclinación por las cosas de Dios es manifiesta, y, al fin, D. Félix, vencido por la constancia de su hija, la deja en libertad para que siga el camino por ella elegido.

Matilde continúa intensificando su vida espiritual; su devoción a la Virgen la lleva a una profunda intimidad con Jesús Eucaristía, a quien ama apasionadamente. Aun «¡en medio del invierno ardía al acercarme a un sagrario!», nos dice en sus escritos.

A los 23 años es elegida presidenta de la asociación de Hijas de María, recién establecida en Béjar, y poco después la nombran enfermera investigadora de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Ella, en su ardiente deseo de ganar corazones para Jesús, exclama ante el sagrario: «¡Mi dueño, Jesús amante! El mundo está lleno de necesidades. Todos tienen corazón. Yo voy a por los que pueda. Yo te los traeré».

Conjugando la contemplación con la acción, Matilde se lanza por largos años a una intensa actividad apostólica con niñas y jóvenes, pobres y enfermos; trabaja con las Hijas de María, da catequesis, atiende la escuela dominical, prepara para el matrimonio cristiano y acompaña a jóvenes vocacionadas; recorre alegre la ciudad en todas las direcciones para llevar consuelo y ayuda a cualquier enfermo o necesitado, «visitando a su amante Jesús en la persona de sus pobres».

Siempre contemplativa en la acción, la Eucaristía es su fuerza, el sagrario su refugio durante prolongadas horas de oración, y la Virgen su guía, su maestra y compañera inseparable.

Desde joven siente la llamada a la vida religiosa y ya entonces recibe ante el sagrario la inspiración de fundar un Instituto religioso. Así se lo comunica al Papa Pío IX en carta del 4 de mayo de 1874.

Pero su padre vuelve a probar a su hija impidiéndole realizar su vocación, a causa del clima político anticlerical de aquella época en España.

Matilde entre tanto sufre en silencio, ora y espera, alentada por su director espiritual, D. Manuel de la Oliva, sacerdote filipense, hasta que por fin su padre le concede la ansiada autorización.

Ella exulta de gozo en acción de gracias a Dios y rápidamente lo prepara todo para iniciar la fundación con siete jóvenes de las hijas de María, que se han comprometido a seguirla en la vida religiosa.

El 19 de marzo de 1875, solemnidad de San José, deben reunirse todas para la celebración eucarística en la Parroquia de Santa María y desde allí marchar a la casa preparada para iniciar la vida religiosa. Pero de las siete jóvenes comprometidas sólo una se presenta: María Briz. Ante esta gran prueba, Matilde no se desalienta. Fortalecidas con el pan de la Eucaristía, ella y su única compañera se dirigen gozosas, con heroica intrepidez, a la «casita de Nazaret», como Matilde la denomina.

En esta casa tratan de imitar a la Sagrada Familia de Nazaret, viviendo con mucho amor y alegría en recogimiento y oración, en humildad y pobreza, sin contar con nada y plenamente confiadas en la Providencia. En la casa no tienen todavía sagrario, pero las acompaña una imagen de la Virgen ante la que oran y a quien se lo consultan todo.

Pocos días después, conjugando siempre la contemplación y la acción, reciben un grupo de niñas huérfanas en casa, dan clase a niñas pobres y atienden a los enfermos en sus domicilios. Su testimonio evangélico va atrayendo a algunas jóvenes a unirse a ellas, a pesar de las críticas de quienes consideran la fundación como una locura.

El 23 de abril de 1876, el obispo de Plasencia, D. Pedro Casas y Souto, autoriza provisionalmente la Obra con el título de «Amantes de Jesús e Hijas de María Inmaculada»; y el 20 de enero de 1878 Matilde y María visten el hábito religioso en Plasencia.

A últimos de marzo de 1879 la comunidad se traslada de Béjar a Don Benito (Badajoz), donde instalan el noviciado, acogen niñas huérfanas, ponen clase diaria y dominical, atienden a los enfermos en sus casas y ayudan a los pobres.

En la comunidad se respira el espíritu de Nazaret y toda la vida de la casa gira en torno al sagrario, ante el cual, turnándose, las Hermanas pasan varias horas todos los días. También la Virgen recibe un culto especial.

El 19 de marzo de 1884, el mismo obispo erige canónicamente la Obra como Instituto religioso de derecho diocesano, y el 29 de junio, la Fundadora con otras Hermanas emiten la profesión religiosa.

Al año siguiente se declara una terrible epidemia de cólera en la ciudad. La M. Matilde y todas las Hermanas se entregan heroicamente al cuidado amoroso de los apestados, despertando gran admiración en el pueblo su exquisita caridad evangélica. Muere contagiada Sor María Briz, y la Madre abre en su memoria un Hospital para los pobres.

En 1889 comienza la expansión del Instituto, con una fundación en Cáceres, y continúa en los años siguientes con otras fundaciones en Trujillo, Béjar, Villanueva de Córdoba, Almendralejo, Los Santos de Maimona y Villaverde de Burguillos. De cada una de ellas se podría escribir una hermosa historia de amor; amor apasionado a Jesús Eucaristía, amor a María, amor al hermano necesitado: enfermos, pobres, niñas huérfanas, etc. Siempre con total desinterés económico, pero la Providencia nunca falla.

No faltan las pruebas y dificultades de toda clase, pero no importa: Matilde con Jesús ¡siempre adelante!, siempre haciendo vida el lema que ha dado a su Instituto: «Oración, acción, sacrificio»; siempre sacando fuerza de sus prolongados tiempos de oración ante el sagrario y de la mano de María.

De su fuerte experiencia eucarística brota su ardor evangelizador y la ardiente caridad que todos admiran. «¡Sea toda la vida un acto de amor!», repite a sus Hermanas. Y así lo ven en ella: es una vida llena de Dios, en continua oración y volcada a la vez en los hermanos. Multiplica sus atenciones maternales con las nuevas comunidades, es la animadora de la Obra, la Regla viviente. Su sencillez, su prudencia, su bondad e inalterable alegría atraen a todos. Pobres y ricos se acercan confiados a ella, pues para todos tiene una atención, un consejo y una sonrisa.

Aunque sólo cuenta 61 años, su organismo está ya muy agotado, a causa de los sufrimientos, del intenso trabajo, de las enfermedades, y presiente gozosa que se acerca la hora de su unión definitiva con el Señor. En efecto, al salir temprano de viaje, el 15 de diciembre de 1902, sufre un fuerte ataque de apoplejía, y en las primeras horas del día 17, rodeada de sus hijas, en medio de una gran paz, vuela a la casa del Padre.

Todo el pueblo, principalmente los pobres, la lloran como a una madre, proclamando a la vez su gran caridad y sus muchas virtudes.

El 23 de abril de 2002, el Papa Juan Pablo II reconocía oficialmente las Virtudes Heroicas de la Sierva de Dios Matilde Téllez, y al año siguiente, el 12 de abril, se promulgaba el Decreto sobre el milagro obrado por su intercesión, dando así el paso decisivo a su Beatificación: el 21 de marzo de 2004.

El Instituto de la Madre Matilde, fiel a la herencia recibida de su fundadora, continúa viviendo su carisma, que tiene como centro la Eucaristía y a María como Madre y Maestra, para que Ella forme su corazón para el Evangelio y las guíe hacia la Eucaristía. Según consta en las Constituciones actuales, de la Eucaristía nace en ellas una viva respuesta de amor a Jesucristo y, en Él y con Él, a todo el mundo, llevando la buena nueva del amor del Padre, con preferencia y de una manera integral, a los pobres, a los pequeños y a los que sufren.

Actualmente las Hijas de María Madre de la Iglesia (así se llaman desde 1965) realizan su labor evangelizadora en España, Portugal, Italia, Venezuela, Colombia, Perú y Méjico, a través de: hogares - internados como acogida a la niñez y juventud marginada; escuelas y colegios abiertos a todas las familias sin exclusiones; comunidades sanitarias dedicadas a la atención de enfermos, ancianos desatendidos, transeúntes, alcohólicos, etc., comunidades orantes, casas de acogida, y comunidades de Pastoral rural y de colaboración en Parroquias.

Todas las Hermanas del Instituto piden a su Fundadora que las ayude a hacer, como ella, de su vida un continuo acto de amor y una «eucaristía perenne», para la mayor gloria de Dios y la salvación del mundo.
 
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Los Santos de hoy lunes 17 de diciembre de 2012
Vivina o Wivina, Santa
Abadesa, 17 Diciembre
Yolanda, Santa
Superiora, 17 de diciembre
Olimpia, Santa
Biografía, 17 de diciembre
Josep Manyanet y Vives, Santo
Fundador, 17 Diciembre
Juan de Mata, Santo
Fundador, 17 Diciembre
Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Beata
Fundadora, 17 de diciembre
Bega de Andenne, Santa
Viuda y Abadesa, 17 Diciembre
Jacinto María Cormier, Beato
Maestro de la Orden de Predicadores, 17 Diciembre

Santa Bega de Andenne - 17 diciembre

              

Santa Bega de Andenne - 17 diciembre

Autor: n/a | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Bega de Andenne, Santa
Viuda y Abadesa, 17 Diciembre
 
Bega de Andenne, Santa
Bega de Andenne, Santa
Pepino de Landen, fue mayordomo de palacio de tres reyes francos.

Estuvo casado con la Beata Ida y dos de sus hijas aparecen en el Martirologio Romano: Santa Gertrudis de Neville y su hermana mayor, Santa Bega.

Gertrudis se negó a casarse y llegó a ser abadesa poco después de haber cumplido veinte años.

Bega contrajo matrimonio con Ansegisilo, hijo de Arnulfo de Metz, y pasó casi toda su vida cumpliendo sus deberes en ese mundo.

Santa Bega fue la madre de Pepino de Heristal, el fundador de la dinastía carolingia.

Después de la muerte de su esposo, Santa Bega construyó el año 691, en Andenne, a orillas del Mosa, siete capillas que representaban las Siete Iglesias de Roma.

Las capillas estaban situadas alrededor de una iglesia.

La santa fundó ahí mismo un convento y lo pobló con religiosas de la abadía que su hermana había gobernado en vida.

Más tarde, dicho convento se convirtió en una casa de canonesas, y los canónigos regulares de Letrán conmemoran a Santa Bega como miembro de su orden.

También las beguinas de Bélgica la veneran como patrona.

Pero Santa Bega no fue la fundadora de las beguitas, como suele afirmarse; la confusión procede de la semejanza de los nombres.

Santa Bega murió cuando era abadesa de Andenne y fue sepultada ahí.
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