Mostrando entradas con la etiqueta San José. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San José. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de marzo de 2016

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA, 19 DE MARZO


¡Feliz Fiesta de San José, modelo de padre y esposo!
Por Abel Camasca


 (ACI).- San José es quien tuvo el privilegio de ser esposo de María, de criar al Hijo de Dios y de ser la cabeza de la Sagrada Familia. Es patrón de la Iglesia Universal, de una infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. La fiesta del santo más cercano a Jesús y María se celebra el 19 de marzo.

"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1, 20-21), le dijo el ángel  en sueños al “justo” San José.

San José es conocido como el “Santo del silencio” porque no se conoce palabra pronunciada por él, pero sí sus obras, su fe y amor que influenciaron en Jesús y en su santo matrimonio.

Cuenta la tradición que doce jóvenes pretendían casarse con María y que cada uno llevaba un bastón de madera muy seca en la mano. De pronto, cuando la Virgen debía escoger entre todos ellos, el bastón de José milagrosamente floreció. Por eso se le pinta con un bastón florecido.





Junto a María, San José también tuvo que sufrir que no los quisieran recibir en Belén, que el amor de su vida diera a la luz en un establo y el tener que huir a Egipto, como si fueran delincuentes, para que Herodes no mate al niño. Pero supo afrontar todo esto confiando en la Providencia de Dios.

Con su oficio de carpintero no pudo comprar los mejores regalos para su hijo Jesús o que recibiera la mejor educación, pero el tiempo que le dedicó para atenderlo y enseñarle su profesión fueron más que suficiente para que el Señor conociera el cariño de un papá, que también es capaz de dejarlo todo por ir en busca del hijo extraviado.

Se conoce a San José como Patrono de la buena muerte porque tuvo la dicha de morir acompañado y consolado de Jesús y María. Fue declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1847.

Una de las que más propagó la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por intercesión del papá de Jesús en la tierra de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada y que era considerada incurable. La Santa le rezó con fe a San José y obtuvo la curación. Luego solía repetir:

"Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".

Hacia el final de su vida, la Santa carmelita resaltó: “durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir".

jueves, 19 de marzo de 2015

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA, 19 DE MARZO


José, Santo
Esposo de la Virgen María, 19 de marzo


Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net




Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Breve Biografía
Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

martes, 18 de marzo de 2014

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA, MARZO 19


Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
José, Santo
Esposo de la Virgen María, Marzo 19

José, Santo
Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia. 

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.


Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención. 

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo. 

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor. 

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.


ORACIÓN DE LA FAMILIA A SAN JOSÉ


ORACIÓN DE LA FAMILIA A SAN JOSÉ

San José, queremos poner bajo tu protección a nuestra familia, para que cada uno de nosotros viva en la fidelidad al Espíritu, en la escucha y cumplimiento de la Palabra de Dios. Sé para nosotros el modelo del amor desinteresado, que busca en primer lugar la felicidad de mi familia. Amén.

martes, 11 de marzo de 2014

¿QUIÉN ES SAN JOSÉ?



¿QUIÉN ES SAN JOSÉ?


Marzo 19 : Esposo de la Virgen María
Mayo 1 : San José obrero  Oficio de lectura
Domingo después de Navidad : La Sagrada Familia

San José es cabeza de la Sagrada Familia. El hombre en quien Dios confió sus mas valiosos tesoros. Esposo de María Santísima, padre virginal de Jesús. No hay en el cielo santo mas grande después de su esposa, María. 

El Papa Pío IX nombró a San José, en 1847, Patrono de la Iglesia universal. Si la fiesta, 19 de marzo, cae en Semana Santa, se anticipa al primer sábado anterior a ella. Esta festividad, que ya existía en numerosos lugares, se fijó en esta fecha durante el siglo XV y luego se extendió a toda la Iglesia como fiesta de precepto en 1621.

La paternidad de San José alcanza no sólo a Jesús sino a la misma Iglesia, que continúa en la tierra la misión salvadora de Cristo. El Papa Juan XXIII incorporó su nombre al Canon Romano, para que todos los cristianos -en el momento en que Cristo se hace presente en el altar- veneremos su memoria.

sábado, 7 de diciembre de 2013

SAN JOSÉ DEL ADVIENTO


SAN JOSÉ DEL ADVIENTO


Es tiempo de espera fecunda, sendero seguro por donde se encaminan nuestros pasos al encuentro de ese Dios que se hace Niño, uno más entre nosotros.

Y así como cuando decimos Adviento decimos también María, no podemos soslayar a José de Nazareth.
Su presencia constante y silenciosa, el abdicar de todo protagonismo para estar siempre disponible allí en donde le necesiten, debería florecernos la mansedumbre y el servicio.

Piadoso y religiosamente observante, es ante todo y por sobre todo, un hombre justo; a no confundirse, no está sometido a las veleidades de una limitada balanza humana. Antes bien, es justo con mayúsculas porque ajusta su voluntad a la del Dios del Universo por encima de todas las cosas.

Cuando esa humilde muchacha galilea –a la que ama incondicionalmente- presenta los síntomas ciertos de un embarazo sospechoso, José duda. Sabe que la rigidez de la ley mosaica pone a su amor en grave riesgo: por eso decide irse en silencio, evitando la sombra ominosa de la muerte y la ignominia que acosa a María.

Pero es un hombre que sabe oír y escuchar: ante el consejo de un Mensajero, no vacila y toma a María por esposa, casa en común, hogar fecundo
-habría que imaginarse, por un momento, una fiesta campesina allí en esa aldea, en honor de los noveles esposos-

El carpintero trabaja y trabaja; ya no es un hombre solo, hay una esposa con un hijo en camino que necesitan el sustento que puedan procurar sus manos encallecidas.
Así los días, del amanecer al ocaso, madera y esfuerzo, y un vientre amado que crece ante sus ojos mansos.

Edicto imperial, conteo de vasallos, censo: cada varón –las mujeres no cuentan- debe apersonarse en su pueblo natal para empadronarse.

José se pone en marcha con María y el Niño cercano, de Nazareth a Belén, ciento cincuenta kilómetros de ruta terrera y pedregosa no exenta de peligros.
Llegan a la Casa del Pan –Bethlehem de Judá- con apuros y urgencias: ese Niño ya no ha de esperar, el tiempo está maduro… allí mismo, toda la Creación contiene el aliento.

José no disfraza su acento ni esconde sus ropas polvorientas en el pedido de albergue: un posadero tajante los rechaza con un predecible –no hay lugar-. Ni hablar: pobres y con maternidad inminente, todo un mal negocio.

Les queda una gruta oscura, cueva en donde el ganado quizás busque alivio al frío nocturno.
Solos ellos en la noche, solita la María en el trance bravo del parto, no hay lecho, posada ni mucho menos partera… Pero está la mano tranquilizadora del carpintero, que sostiene y asiste, quizás sin saber mucho qué cosa hacer en esos menesteres.

-¿acaso hay algo tan gravitante y transformador en la vida como el nacimiento de un hijo?-

Ese Niño, esperado amorosamente por María y José y ansiado durante generaciones, por fin ha llegado. Ya nada será igual: por el nombre de ese Niño Jesús -Yehoshua, Yahveh Salva- creemos rotundamente que Dios nos salva, que se hace uno de nosotros y que la vida plena se abre caminos desde los niños y a través de los pobres y los humildes.

Un pequeño alto en el camino: usualmente se sindica a San José como padre legal de Jesús, custodio del Redentor o el menos certero padre adoptivo.

Por un momento, intentemos ponernos en su alma... Si tanto maternidad como paternidad son -ante todo- cuestiones cordiales, es decir, en las que prima el corazón por sobre el hecho biológico fundante, José es verdaderamente padre de Jesús.

Así lo reconoció desde sus primeros signos en María, y así lo cuidó con paternal afecto desde el mismo comienzo.
Así sostuvo con su trabajo y esfuerzo a su esposa y a su hijo.
Así los protegió en el duro camino del exilio -José, María y Jesús emigrantes a Egipto-.
Así seguramente le fué enseñando su oficio, tekton hábil con la madera.
Así lo guió en sus primeros pasos en la fé de Abraham y Jacob.
Así se inundó de angustia cuando en tiempos de su Bar Mitzvah ese Hijo amado se les extravía por tres días, y lo encuentran en el Templo, enseñando a escribas y doctores.

Seguramente, el Maestro pronunció vacilante ¡Immá! ¡Mamá! de Niño, descubriéndose en los ojos profundos de María.
Seguramente, a José lo llamaba pleno de ternura infantil ¡Abbá! ¡Papá!, término cuyo significado descubrió en la vida mansa y santa del carpintero, y que luego utilizaría para enseñarnos y revelarnos a todos el rostro de ese Dios escondido, Padre suyo y nuestro.

En este Adviento, dejando de lado cualquier intento laudatorio o ansias de reivindicar, grato es volver la mirada a José de Nazareth.
Y con él, a tantas y tantos Josés silenciosos y serviciales, mansos y humildes renegados de cualquier éxito, siempre disponibles allí donde se los necesite, decididos protectores de esta Vida que se nos regala y que se viene asomando en pañales.

martes, 4 de junio de 2013

LA MUERTE DE SAN JOSÉ Y LA FE DE MARÍA

Autor: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
9. La muerte de José y la fe de María
Vida Oculta de Jesús. No se sabe cuando murió José, pero se indica que ya había pasado al seno de Abraham.

Tras este episodio Jesús vuelve a Nazaret con María y José. "Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres"(Lc).

La vida de Nazaret

En Nazaret la vida oculta sigue su curso, ocultando la realidad de aquel hogar lleno de oración, de santidad y de trabajo. La maduración humana de Jesús va unida a una plenitud interior que tendrá un desbordamiento en la vida pública.

No se sabe cuando murió José. Pero el hecho de no mencionarle para nada en el ministerio público de Jesús, indica que ya había pasado al seno de Abraham. Ha experimentado la santidad en la vida ordinaria. No vio la vida pública de Jesús, ni sus milagros, ni el aplauso de muchos; pero tampoco vio la malicia de los hombres que perseguirán al que todos en Nazaret creían su hijo. Su vida es una vida plena, no evidente a los ojos de los hombres, pero sí a los ojos de Dios.

La fe de María

María también ha crecido interiormente en estos treinta años. En su infancia vivió la unión con el Padre de la que es inmune al Pecado de origen como llena de gracia. Ella será la nueva Eva cuando el ángel le anuncie la voluntad de Dios y su aceptación libre –un acto de fe soberano- hace posible la Encarnación del Verbo en sus entrañas virginales. Es parte activa de la Redención que va a realizar su divino Hijo. En los años siguientes ama a su Jesús, el Hijo de Dios. Habla con Él, le enseña lo que sabe. Profundiza con luces del cielo en la misión de Jesús, entregándose libremente como colaboradora de ella. Y Jesús se hace hombre maduro, preparado para la misión que comenzará en el Jordán. María santísima también está preparada.

martes, 19 de marzo de 2013

FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ - 19 DE MARZO

Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
José, Santo
Esposo de la Virgen María, Marzo 19
José, Santo

Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

lunes, 19 de marzo de 2012

JOSÉ CARPINTERO - MÚSICA

José, "un hombre sin importancia"

José, "un hombre sin importancia"


En nuestra vida tratemos de no perder de vista a San José, “un hombre sin importancia”

En nuestra vida de cristianos, de religiosos, de sacerdotes, de laicos, lanzados todos al ritmo del trabajo diario, llenos de preocupaciones, de esquemas y planificaciones, de apuros y sofocones… francamente no tenemos casi tiempo de ocuparnos de los hombres sin importancia, de los rutinarios y vulgares acontecimientos… Casi tendríamos que bajar de nuestra montaña de problemas, para dar tiempo a quien no pareciera tener importancia…

Decididamente nos preguntamos ¿quién era el prototipo del "sin importancia"? Lo mejor será preguntárselo a San José de Nazaret.
Vamos a preguntarle a José, cómo se puede tener una vida llena pletórica, generosa, fecunda, eficaz y feliz sin ser persona conocida, publicitada y sin estar de turno…

Se lo vamos a preguntar a José que no fue nada de eso tan importante, de eso que nosotros somos o aspiramos a ser…
Se lo vamos a preguntar a José del que apenas se sabía nada fuera de que era un hombre bueno… Del que se supo bastante menos que de Juan, Santiago, Judas Tadeo, Marcos, María, Timoteo, Priscila y Apolo, pero también sin gran nombradía.
Se lo vamos a preguntar a José de quien lo único que sabemos es que estuvo 30 años con Él, es decir, con Jesús. Con Él, pero siempre detrás, sin dejarnos un discurso, ni una carta, ni un himno, ni una frase…

Ya estamos adivinando las respuestas: El hombre no importante, José: es decir, el no-protagonista más grande de la historia. ¡Cómo se puede ser grande!
El que comienza por no ser tantas cosas interesantes, ni halagadoras, ni infladotas, ni suficientes.
No fue corredentor… ni apóstol, ni mártir…
Ni obispo, ni diácono… ni asesor, ni profesor…
Ni seglar carismático. De todo esto no hay noticias…
Ese José número dos, tres, cuatro, que nos deja en ridículo a los que pretendemos ser "número uno"

Vamos a entrevistar a José en su taller. A José que está allí entre sus tablas, que ni dictamina, ni pregona, ni se siente problematizado, que ni protesta, ni profetiza.
Vamos a reportear a José que cuidadosamente "guarda todas las cosas en su corazón" y sigue trabajando y sirviendo, amando, callando, aceptando y obedeciendo.

Si es así, digámosle a José: ¡Enséñanos José! Instrúyenos José para saber:

- Cómo se es no protagonista…
- Cómo se trabaja sin exhibirse y sin apariencias…
- Cómo se avanza sin pisotear al prójimo, sin relegar a nadie, al hermano o a la esposa, al vecino…
- Cómo se colabora sin mandonear…
- Cómo se da y nos damos sin bombo ni platillos…
- Cómo se ama sin reclamar…
- Cómo se vive siendo número dos, tres, cuatro... o cinco…
- Cómo se hacen las cosas grandes desde un segundo lugar…

Enséñanos José, cómo la inmensa mayoría de nosotros debemos ocupar esos segundos lugares en los que se esconde nuestra verdadera y oculta grandeza.
Enséñanos José a vivir con elegancia siendo no-importantes.
Te pedimos José, que nos convenzas de que se puede ser útil, fiel, efectivo y héroe sin ser importante.
Enséñanos José a luchar como tú, campeón de la aceptación de la voluntad de Dios, sin aplausos; cómo se avanza sin publicidad y… esto es importante: cómo se persevera en la sin esperanza de que le hagan un homenaje.

José de Nazaret, que no fuiste miembro de ningún directorio, ni de ninguna comisión organizadora, haznos comprender cómo desarrollarse al máximo las posibilidades de tu silenciosa y humilde persona, como "te realizaste", allí en tu casa de Nazaret, en tu pobre taller, sin angustias deprimentes, sin los vicios de tu YO…

José de Nazaret, los iniciadores de tiempos nuevos, de soluciones sensacionales, de profetismos alucinantes, los que hoy "nacen" con vocación de primeras figuras, nos desconciertan bastante, pues dan la impresión de que todos quieren tomar las riendas y notamos que "nadie quiere tirar del carro". Notamos que todos quieren sentirse "llamados" y no vemos que quieran servir y colaborar desde el anonimato…

¡Admirable José! Nunca colgó las herramientas, nunca salió a la plaza diciendo que sabía muy bien donde estaba la salvación…
Sabiendo lo que sabía, no se puso a la cabeza de ningún comité Nazarenato, Galileo o Samaritano… El silencio de su trabajo lo tiene en su puesto.

Lo que nos extraña es la actitud de José, es decir, ¿Cómo se las componía José para ser útil, positivo, trabajador, humilde, sin necesidad de ser importante, de ser protagonista, de ser imprescindible? ¿Cómo lograba José darlo todo, sintiendo dentro de su casa, de su taller y de su corazón una paz y felicidad tan profunda?

Pero San José, en lugar de sentir el halago de ser reporteado, nos sonríe y sigue entre sus tablas hasta muy tarde. María y José ya descansan… José apaga las lámparas después de ordenar su taller para volver a empezar mañana…

Es el que mejor sabe aquello de que el ruido no hace bien y que el bien no hace ruido…

Ah… nos olvidábamos de los datos personales de José:

- Nació en Nazaret
- Novió y se casó con María
- Era carpintero de oficio
- El Espíritu Santo lo llama "varón justo"
- Tenía un sobrenombre: "sombra de Dios"
- Misión que cumplir:
* velar por el honor de María y su prestigio
* proteger el nacimiento y crecimiento de Jesús con delicadeza, dedicación y trabajo del mejor padre que vivió en la tierra.
- Murió en los brazos de Jesús y María ¡Qué dicha!
- Es patrono de la Iglesia Universal (Pío XI)
- En el cielo todo lo consigue (palabras de Santa Teresa)

San José... ¡Dame tu temple y tu fe!

A San José se le podrían aplicar las palabras de Is.30.15: "En el sosiego y la confianza está nuestra victoria. En el silencio y la esperanza está nuestra fortaleza"



SAN JOSÉ - 19 DE MARZO

 SAN JOSE - 19 DE MARZO

Hoy celebramos jubilosos la festividad de san José, esposo de la Santísima Virgen y padre adoptivo de Jesús.
¿Por qué podemos decir que san José es el santo más excelso después de la Santísima Virgen María?

Por su santidad basada en la unión e intimidad con Jesucristo, ya que ningún hombre estuvo más cerca de Jesucristo que san José, que fue, la imagen de Dios-Padre así como el hombre más cercano a Jesús niño y joven.

Hoy san José sigue estando junto a Jesús en el cielo y, como decía santa Teresa, no puede haber cosa que desee y que le niegue Jesús. Por eso debemos invocarle con mucha fe para nosotros mismos, para la unión en las familias, para el bien de la Iglesia y para que todos podamos tener, como él, una santa muerte en los brazos de Jesús y de María. Pongamos nuestros trabajos en las manos de Dios, como san José, y un día podremos gozar para siempre de su compañía.

IMAGENES DE SAN JOSÉ
















Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...