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martes, 9 de diciembre de 2014

SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN, VIDENTE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE, 9 DE DICIEMBRE


Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo
Vidente de la Virgen de Guadalupe, 9 de Diciembre 


Por: P. Dr. Eduardo Chávez Sánchez | 



Memoria Litúrgica
Vidente de la Virgen de Guadalupe

Martirologio Romano: San Juan Diego Cuauhtlatoatzain, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios. († 1548) 

Fecha de canonización: 31 de julio de 2002 por el Papa Juan Pablo II.

Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), un indio humilde, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, que en ese tiempo pertenecía al reino de Texcoco. Juan Diego fue bautizado por los primeros franciscanos, aproximadamente en 1524. En 1531, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad; edificó a los demás con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”. 

Juan Diego fue un hombre virtuoso, las semillas de estas virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres; fue precisamente este encuentro y esta maravillosa misión lo que dio plenitud a cada una de las hermosas virtudes que estaban en el corazón de este humilde hombre y fueron convertidas en modelo de virtudes cristianas; Juan Diego fue un hombre humilde y sencillo, obediente y paciente, cimentado en la fe, de firme esperanza y de gran caridad. 

Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; aunque le apenaba mucho que su casa y pueblo quedaran distantes de la Ermita. Él quería estar cerca del Santuario para atenderlo todos los días, especialmente barriéndolo, que para los indígenas era un verdadero honor; como recordaba fray Gerónimo de Mendieta: “A los templos y a todas las cosas consagradas a Dios tienen mucha reverencia, y se precian los viejos, por muy principales que sean, de barrer las iglesias, guardando la costumbre de sus pasados en tiempos de su gentilidad, que en barrer los templos mostraban su devoción (aun los mismos señores).” 

Juan Diego se acercó a suplicarle al señor Obispo que lo dejara estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes de la Ermita para poder así servir todo el tiempo posible a la Señora del Cielo. El Obispo, que estimaba mucho a Juan Diego, accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”. 

Juan Diego manifestó la gran nobleza de corazón y su ferviente caridad cuando su tío estuvo gravemente enfermo; asimismo Juan Diego manifestó su fe al estar con el corazón alegre, ante las palabras que le dirigió Santa María de Guadalupe, quien le aseguró que su tío estaba completamente sano; fue un indio de una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus casas y tierras para ir a vivir a una pobre choza, a un lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres y mujeres. Juan Diego tenía “sus ratos de oración en aquel modo que sabe Dios dar a entender a los que le aman y conforme a la capacidad de cada uno, ejercitándose en obras de virtud y mortificación.” También se nos refiriere en el Nican motecpana: “A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del Cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía cilicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo.” 

Toda persona que se acercaba a Juan Diego tuvo la oportunidad de conocer de viva voz los pormenores del Acontecimiento Guadalupano, la manera en que había ocurrido este encuentro maravilloso y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe; como lo indicó el indio Martín de San Luis cuando rindió su testimonio en 1666: “Todo lo cual lo contó el dicho Diego de Torres Bullón a este testigo con mucha distinción y claridad, que se lo había dicho y contado el mismo Indio Juan Diego, porque lo comunicaba.” Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero. 

Cuando Juan Diego se casó con María Lucía, quien había muerto dos años antes de las Apariciones, habían escuchado un sermón a fray Toribio de Benavente en donde se exaltaba la castidad, que era agradable a Dios y a la Virgen Santísima, por lo que los dos decidieron vivirla; se nos refiere: “Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivían castamente.” Como también lo testificó el P. Luis Becerra Tanco: “el indio Juan Diego y su mujer María Lucía, guardaron castidad desde que recibieron el agua del Bautismo Santo, por haber oído a uno de los primeros ministros evangélicos muchos encomios de la pureza y castidad y lo que ama nuestro Señor a las vírgenes, y esta fama fue constante a los que conocieron y comunicaron mucho tiempo estos dos casados”. Aunque esto no obsta de que Juan Diego haya tenido descendencia, sea antes del bautismo, sea por la línea de algún otro familiar; ya que, por fuentes históricas sabemos que Juan Diego efectivamente tuvo descendencia; sobre esto, uno de los principales documentos se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi en la Ciudad de México, en el cual se declara: “Sor Gertrudis del Señor San José, sus padres caciques [indios nobles] Dn. Diego de Torres Vázquez y Da. María del la Ascención de la región di Xochiatlan […] y tenida por descendiente del dichoso Juan Diego.” Lo importante también es el hecho de que Juan Diego inspiró la búsqueda de la santidad y de la perfección de vida, incluso en medio de los miembros de su propia familia, ya que su tío, como ya veíamos, al constatar como Juan Diego se había entregado muy bien al servicio de la Virgen María de Guadalupe y de Dios, quiso seguirlo, aunque Juan Diego le convino que era preferible que se quedara en su casa; y ahora tenemos también este ejemplo de Sor Gertrudis del Señor San José, descendiente de Juan Diego, quien ingresó a un monasterio, a consagrar su vida al servicio de Dios, buscando esa perfección de vida, buscando la Santidad. 

Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”. 

El indio Gabriel Xuárez, quien tenía entre 112 y 115 años cuando dio su testimonio en las Informaciones Jurídicas de 1666; declaró cómo Juan Diego era un verdadero intercesor de su pueblo, decía: “que la dicha Santa Imagen le dijo al dicho Juan Diego la parte y lugar, donde se le había de hacer la dicha Ermita que fue donde se le apareció, que la ha visto hecha y la vio empezar este testigo, como lleva dicho donde son muchos los hombres y mujeres que van a verla y visitarla como este testigo ha ido una y muchas veces a pedirle remedio, y del dicho indio Juan para que como su pueblo, interceda por él.” El anciano indio Gabriel Xuárez también señaló detalles importantes sobre la personalidad de Juan Diego y la gran confianza que le tenía el pueblo para que intercediera en sus necesidades: “el dicho Juan Diego, –decía Gabriel Xuárez– respecto de ser natural de él y del barrio de Tlayacac, era un Indio buen cristiano, temeroso de Dios, y de su conciencia, y que siempre le vieron vivir quieta y honestamente, sin dar nota, ni escándalo de su persona, que siempre le veían ocupado en ministerios del servicio de Dios Nuestro Señor, acudiendo muy puntualmente a la doctrina y divinos oficios, ejercitándose en ello muy ordinariamente porque a todos los Indios de aquel tiempo oía este testigo, decirles era varón santo, y que le llamaban el peregrino, porque siempre lo veían andar solo y solo se iba a la doctrina de la iglesia de Tlatelulco, y después que se le apareció al dicho Juan Diego la Virgen de Guadalupe, y dejó su pueblo, casas y tierras, dejándolas a su tío suyo, porque ya su mujer era muerta; se fue a vivir a una casa Juan Diego que se le hizo pegada a la dicha Ermita, y allá iban muy de ordinario los naturales de este dicho pueblo a verlo a dicho paraje y a pedirle intercediese con la Virgen Santísima les diese buenos temporales en sus milpas, porque en dicho tiempo todos lo tenían por Varón Santo.” 

La india doña Juana de la Concepción que también dio su testimonio en estas Informaciones, confirmó que Juan Diego, efectivamente, era un hombre santo, pues había visto a la Virgen: “todos los Indios e Indias –declaraba– de este dicho pueblo le iban a ver a la dicha Ermita, teniéndole siempre por un santo varón, y esta testigo no sólo lo oía decir a los dichos sus padres, sino a otras muchas personas”. Mientras que el indio Pablo Xuárez recordaba lo que había escuchado sobre el humilde indio mensajero de Nuestra Señora de Guadalupe, decía que para el pueblo, Juan Diego era tan virtuoso y santo que era un verdadero modelo a seguir, declaraba el testigo que Juan Diego era “amigo de que todos viviesen bien, porque como lleva referido decía la dicha su abuela que era un varón santo, y que pluguiese a Dios, que sus hijos y nietos fuesen como él, pues fue tan venturoso que hablaba con la Virgen, por cuya causa le tuvo siempre esta opinión y todos los de este pueblo.” El indio don Martín de San Luis incluso declaró que la gente del pueblo: “le veía hacer al dicho Juan Diego grandes penitencias y que en aquel tiempo le decían varón santísimo.” 

Como decíamos, Juan Diego murió en 1548, un poco después de su tío Juan Bernardino, el cual falleció el 15 de mayo de 1544; ambos fueron enterrados en el Santuario que tanto amaron. Se nos refiere en el Nican motecpana: “Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo, cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años.” En el Nican motecpana se exaltó su santidad ejemplar: “¡Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo!”

lunes, 8 de diciembre de 2014

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, SOLEMNIDAD 8 DE DICIEMBRE


La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María
Solemnidad, 8 de diciembre


Fuente: Archidiócesis de Madrid




SOLEMNIDAD

Martirologio Romano: Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la bienaventurada Virgen María, que, realmente llena de gracia y bendita entre las mujeres, en previsión del nacimiento y de la muerte salvífica del Hijo de Dios, desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original, por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida, por el papa Pío IX, como verdad dogmática recibida por antigua tradición (1854).

Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un maravilloso misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas suyas es su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello-el caso de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia de su especialísima, impar e irrepetible situación en medio de los hombres.

De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Pío IX, de modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que María fue concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la bula definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa verdad como dogma de fe.

Poco a poco fue descubriéndolo en el andar del tiempo y atendiendo a los progresos de la investigación teológica, al mejor conocimiento de las ciencias escriturísticas, a lo que era realidad viva en el espíritu y vida de los católicos y después de consultado el sentir del episcopado universal.

No es en ningún momento un gesto debido al capricho de los hombres ni a presiones ambientales o conveniencias económicas, políticas o sociales por las que suelen regirse las conductas de los hombres. No; es más bien la fase terminal y vinculante de un largo y complejo proceso en que se va desarrollando desde lo más explicito y directo hasta lo implícito o escondido y siempre al soplo del Espíritu Santo que asiste a la Iglesia por la promesa de Cristo. Por tanto, la definición dogmática no es la creación de una verdad nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmación por parte de la autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de la Revelación sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en adelante, asegura de manera inequívoca las conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en su asentimiento, sino que están conforme a la verdad.

El libro del Génesis, la Anunciación de Gabriel trasmitida en el tercer evangelio, Belén donde nace el único y universal Redentor, El Calvario que es Redención doliente y el sepulcro vacío como triunfante se hacen unidad para la Inmaculada Concepción.

Los Santos Padres y los teólogos profundizaron en el significado de las palabras pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya reveladas y en los hechos; relacionaron las promesas primeras sobre un futuro Salvador, descendencia de la mujer, que vencería en plenitud al Maligno con aquellas palabras lucanas llena de gracia salidas del ángel Gabriel. Compararon a la Eva, madre primera de humanidad pecadora y necesitada de redención, con María, madre del redentor y de humanidad nueva y redimida. Pensaron en la redención universal y no podían entender que alguien -María- no la necesitara por no tener pecado. Con los datos revelados en la mano se estrujaron sus cabezas para entender la verdad universal del pecado original transmitido a todo humano por generación. Jugaron con las palabras Eva -genesíaca-, y Ave -neotestamentaria-, ambas del único texto sagrado, viendo en el juego maternidad analógica por lo común y lo dispar. Vinieron otros y otros más hablando de la dignidad de María imposible de superar; el mismo pueblo fiel enamorado profesaba la conveniencia en Ella de inmunidad, pero aún quedaban flecos sin atar. Salió algún teólogo geniudo diciendo ¡imposible! y otro sutil, que hilaba muy fino, afirmó que mejor es prevenir que curar la enfermedad para afirmar que la redención sí era universal y María la mejor redimida.

Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos revelados que ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede entender en la proximidad del misterio, sólo quedaba dar la razón de modo solemne a la firme convicción de fieles y pastores en el pueblo de Dios que intuía, bajo el sereno soplo del Espíritu, que por un singular privilegio la omnipotencia, sabiduría y bondad infinitas de Dios habría aplicado, sin saber cómo, los inagotables méritos del Hijo Redentor a su Santísima Madre, haciéndola tan inocente desde el primer instante de su concepción, como lo fue después y para siempre, por haberla amado más que a ninguna otra criatura y ser ello lo más digno por ser la más bella de todo lo que creó. Así lo hizo, aquel 8 de diciembre, el papa Pío IX cuando clarificó para siempre el significado completo de llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.

Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los pormenores, los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles Murillo, Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como Rubens o Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con total potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.

viernes, 5 de diciembre de 2014

SANTO SABAS, ABAD, 5 DE DICIEMBRE


Sabas, Santo
Sabas, Santo

Abad, 5 de diciembre 


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net



Abad, 5 de diciembre
 

Sabas es el fundador de la llamada Grande Laura al lado del valle de Cedrón, a las puertas de Jerusalén. Había nacido en Mutalasca, cerca de Cesarea de Capadocia, en el 439, y después de pasar algún tiempo en el monasterio de su pueblo, en el 457 se trasladó al de Jerusalén fundado por Pasarión, pero éste no satisfizo sus aspiraciones. Y al contrario de muchos monjes que abandonaban su convento para correr a las grandes ciudades a llevar una vida poco edificante, Sabas, deseoso de soledad, durante una permanencia en Alejandría pidió y obtuvo el permiso para retirarse a una gruta, con el compromiso de regresar todos los sábados y domingos a hacer vida común en el monasterio.

Cinco años después, de regreso en Jerusalén, fijó su domicilio en el valle de Cedrón en una gruta solitaria, a donde entraba por una pequeña escalera hecha con lazos. Por lo visto, esa escalera reveló su escondite a otros monjes deseosos como él de soledad, y en poco tiempo, como en un gran panal, esas grutas inhóspitas en la pared rocosa se poblaron de solitarios pero no ociosos habitantes.

Así nació la Grande Laura, esto es, uno de los más originales monasterios de la antigüedad cristiana. Sabas, con mucha paciencia y al mismo tiempo con indiscutible autoridad, gobernó ese creciente ejército de ermitaños organizándolos según las reglas de vida eremítica ya establecidas un siglo antes por San Pacomio. Para que la guía del santo abad tuviera un punto de referencia en la autoridad del obispo, el patriarca de Jerusalén lo ordenó sacerdote en el 491.

Sabas, a pesar de su predilección por el total aislamiento del mundo, no rehuyó sus compromisos sacerdotales. Fundó otros monasterios, entre ellos uno en Emaús, y tomó parte activa en la lucha contra la herejía de los monofisitas, llegando al punto de movilizar a todos sus monjes en una expedición para oponerse a la toma de posesión de un obispo hereje, enviado a Jerusalén por el emperador Anastasio.
Ante el emperador de Constantinopla, San Sabas puso en escena una representación de mímicas para demostrar con la evidencia de las imágenes coreográficas la triste condición del pueblo palestino agobiado por pesados impuestos y uno en particular, que perjudicaba a los comerciantes, pero sobre todo al pueblo.

Cuando murió, el 5 de diciembre del 532, toda la región quiso honrarlo con espléndidos funerales. En Roma, en el siglo VII, por obra de los monjes griegos surgieron sobre el monte Aventino un monasterio y una basílica dedicados a su memoria, del que toma el nombre el barrio.

Fue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente.

jueves, 4 de diciembre de 2014

SAN JUAN DAMASCENO, DOCTOR DE LA IGLESIA, DICIEMBRE 4



Juan Damasceno, Santo
Doctor de la Iglesia, Diciembre 4 


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net



Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día (c. 750).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega y el equivalente oriental de San Isidoro de Sevilla por sus obras monumentales como la Fuente del conocimiento. Su actividad literaria es multiforme: pasa con autoridad de la poesía a la liturgia, de la elocuencia a la filosofía y a la apologética. Hijo de un alto funcionario del califa de Damasco, Juan fue compañero de juegos del príncipe Yazid, que más tarde lo promovió al mismo puesto del padre, que corresponde en cierto modo al de ministro de Hacienda. En calidad de “Logothete”, fue representante civil de la comunidad cristiana ante las autoridades árabes.

A un cierto punto Juan renunció a la corte y a su alto cargo, probablemente por las tendencias anticristianas del califa. En compañía del hermano Cosme, futuro obispo de Maiouma, se retiró al monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén, en donde, ordenado sacerdote, profundizó su formación teológica, preparándose para el cargo de predicador titular de la basílica del Santo Sepulcro.

Era el período en el cual el emperador de Bizancio, León III Isáurico, inauguraba la política iconoclasta, es decir, desterraba todas las imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría. El anciano patriarca de Constantinopla, San Germán, defendió el culto tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les rendía a las imágenes, pero pagó con la destitución su acto de valentía. Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír otra voz en favor del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan Damasceno o de Damasco, que con sus Tres discursos en favor de las sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje, recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan, en la que éste habría tramado una conjuración para restituir el dominio de la ciudad de Jerusalén al emperador bizantino.

En esta disputa teológica, hecha de sutiles distinciones, Juan pudo demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio no sólo del patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo concilio de Nicea, en reparación de las injurias recibidas por el defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su santidad. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia en el año 1890.

La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.

martes, 2 de diciembre de 2014

SANTA BIBIANA, MÁRTIR, 2 DE DICIEMBRE


Bibiana (Viviana), Santa
Bibiana (Viviana), Santa

Mártir, 2 de diciembre


Fuente: Archidi?is de Madrid



Mártir

Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s. inc.).

Etimología: Bibiana = "aquella que vive", es de origen latino.


Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa Simplicio (468 - 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se halla próxima a la Stazione Termini.

¿Quién fue Santa Bibiana?

Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.

El relato de las actas no es fiable. Las actas de los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.

Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa. La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior al ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.

Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.

lunes, 1 de diciembre de 2014

SAN ELOY, ORFEBRE, 1 DE DICIEMBRE



Eloy, Santo
Orfebre, 1 de diciembre 


Fuente: Archidi?is de Madrid



Orfebre
1 de diciembre

El hijo de Euquerio y de Terrigia parece que desde el comienzo de su existencia estuvo bajo el signo de la predilección divina. Así lo asegura la leyenda de su vida. Despierto de inteligencia y hábil en el empleo de sus manos. Aprendiz de platero de los de antes, es decir, de los que tienen que martillear el metal para sacarle de las entrañas la figura que el artista tiene en su mente. Tanta destreza adquirió que el rey Clotario II, su hijo Dagoberto luego y su nieto Clovis II después, lo tuvieron como propio en la corte para los trabajos que en metales preciosos naturalmente necesitan los de sangre azul que viven en palacios y tienen que solventar compromisos sociales, políticos y hasta militares con sus iguales.

Pero lo que llamó poderosamente la atención de estos principales del país galo no fue sólo su arte. Eso fue el punto de arranque. Luego fue el descubrimiento de su entera personalidad profundamente honrada. Un hombre cabal. De espíritu recto. Cristiano más de obras que de nombre. Piadoso en su soledad y coherente en la vida. Prudente en las palabras y ponderado en los juicios. Un sujeto poco frecuente en sus tiempos atiborrados de violencia.

El rey Dagoberto, considerando los pros y contras, pensó que era el hombre ideal para solucionar el antiguo contencioso que tenía con el vecino conde de Bretaña, lo envió como legado y acertó en la elección por el resultado favorable que obtuvo. No es extraño que Eloy o Eligio pasara a ser solicitado como consejero de la Corona.

Aparte de sus sinceros rezos privados y del reconocimiento de su indignidad ante Dios —cosa que le dignificaban como hombre—, supo compartir con los necesitados los dineros que recibía por su trabajo. Patrocinó la abadía de Solignac, a sus expensas nacieron otros en el Lemosin y, en París, la iglesia de San Pablo.

No es sorprendente que al morir el obispo de Noyon y de Tournay, el pueblo tuviera sensibilidad para desear el desempeño de esa misión a Eloy y, menos sorprendente aún, que el rey Clovis pusiera toda su influencia al servicio de esa causa. Casi hubo que forzarle a aceptar. Ordenado sacerdote y a continuación consagrado obispo, se dedicó a su misión pastoral con el mejor de los empeños en los diecinueve años que aún el Señor le concedió de vida. Fueron frecuentes las visitas pastorales, se mostró diligente en el trato con los sacerdotes, se tiene por ejemplar su disciplina de gobierno y esforzado en la superación de las dificultades para extender el Evangelio allí donde rebrotaba la idolatría pagana o echaban raíces los vicios de los creyentes. Hasta estuvo presente en el concilio de Chalons-sur-Seine, del 644.

Este artífice de los metales nobles y de las gemas preciosas que no se dejó atrapar por la idolatría a las cosas perecederas ha sido adoptado como patrono de los orfebres, plateros, joyeros, metalúrgicos y herradores. Ojalá los que asiduamente tienen entre sus manos las joyas que tanto ambicionan los hombres sepan sentirse atraídos por los bienes que no perecen

domingo, 30 de noviembre de 2014

SAN ANDRÉS, APÓSTOL, 30 DE NOVIEMBRE

Andrés, Santo
Apóstol, 30 de Noviembre 


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Cathoic.net



Apóstol

Andrés era hermano de Simón Pedro y como él pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercían los doce apóstoles, Jesús dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostólico están representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberíades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrés, junto con Juan.

Los dos primeros discípulos ya habían respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicación los había sacado de su pacífica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesías. Cuando el austero profeta se lo señaló, Andrés y Juan se acercaron a Jesús y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, ¿dónde habitas?”, signo evidente de que en su corazón ya habían hecho su elección.

Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro: “Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús”. Por esto Andrés ocupa un puesto eminente en la lista de los apóstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar después de Pedro.
Además del llamamiento, el Evangelio habla del Apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.

Después de la Ascensión la Escritura no habla más de él. Los muchos escritos apócrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La única noticia probable es que Andrés anunció la buena noticia en regiones bárbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, según una Pasión apócrifa, fue por crucifixión, en una cruz griega.

Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y después a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.

sábado, 29 de noviembre de 2014

SAN SATURNINO DE TOLOSA, OBISPO Y MÁRTIR, 29 DE NOVIEMBRE

Saturnino de Tolosa, Santo
Obispo y Mártir, 29 de noviembre 


Fuente: Archidisis de Madrid



Obispo y Mártir
29 de noviembre

La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con capillas radiadas.

San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta parte de la Iglesia.

No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada, noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que, nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista, presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la literatura legendaria.

Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos hacia España.

En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.

El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: "En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".

Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.

El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró en papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.

viernes, 28 de noviembre de 2014

SANTA CATALINA LABOURÉ, RELIGIOSA, 28 DE NOVIEMBRE


Catalina Labouré, Santa
Religiosa, 28 de noviembre



Religiosa

Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.

Sus padres tuvieron diecisiete hijos de los que vivieron nueve. Catalina era la séptima. Nació en Fain-les-Moutiers (Francia), el 2 de Enero del 1806. Huérfana de madre desde los nueve años, pasó la niñez entre las aves y los animales de la granja porque tuvo que hacerse cargo de las faenas de la casa junto con su hermana pequeña Tonina. Dos amas de casa, en una familia numerosa, que tenían doce y nueve años.

Ella nota el tirón de la vocación a la vida religiosa. Pero —los santos casi siempre lo tuvieron difícil— tiene que vencer engorrosas y complicadas dificultades familiares para poder realizarla. Incluso tuvo que trabajar como criada y camarera en los negocios de dos hermanos mayores suyos durante algunas temporadas. Lo que pasa es que, cuando Dios llama y uno persevera, las dificultades se superan.

Ingresó en las Hijas de la Caridad que fundó San Vicente de Paul. El amor a Dios le lleva a cumplir fielmente las ocupaciones habituales. Se desenvuelve en la vida sencilla y escondida de una religiosa que tiene por vocación atender a los que están limitados: asilos, hospitales, manicomios, hospicios etc., en donde hay enfermos, sufrimiento, camas, cocina, ropas ... rezos y ¡mucho amor a Dios! Hubiera empleado su vida, como tantas religiosas santas, sin que su nombre hubiera pasado a las líneas de la historia, de no habérsele aparecido la Virgen Santísima en el mes de Julio del 1830 y luego varias veces más. Aún se puede ver, en la rue du Bac, de París, el sillón de respaldo y brazos muy bajos, tapizado de velludillo rojo en donde estuvo sentada Nuestra Señora en la primera aparición. Aparte de otras cosas personales, le pide la Virgen que se grabe una medalla con su imagen en la que aparezcan unos haces de gracia que se derraman desde sus manos para bien de los hombres. Luego, esa medalla ha de difundirse por el mundo. Es el comienzo de la Medalla Milagrosa.

Después pasó su vida desempeñando trabajos escondidos y sin brillo propios de cualquier religiosa. Nadie supo hasta la muerte de esta monjita bretona — no muy letrada— el hecho de las apariciones que ella quiso guardar con el pudor propio de quien conoce la grandeza, las finuras y la personal delicadeza del amor. Sólo tuvo conocimiento puntual el P. Aladel, su confesor.

Muere el 31 de Diciembre del 1876. La canonizó el papa Pío XII.

jueves, 27 de noviembre de 2014

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, ADVOCACIÓN MARIANA, 27 DE NOVIEMBRE


Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Advocación Mariana, 27 de noviembre




La primera aparición de la Medalla Milagrosa tuvo lugar el domingo 18 de Julio 1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la Caridad, a una religiosa llamada Catalina Laboure. El padre Aladel, confesor de la vidente, fue quien insertó el relato en el proceso canónico siete años más tarde.

"A las cinco de la tarde, estando las Hijas de la Caridad haciendo oraciones, la Virgen Santísima se mostró a una hermana en un retablo de forma oval. La Reina de los cielos estaba de pie sobre el globo terráqueo, con vestido blanco y manto azul. Tenía en sus benditas manos unos como diamantes, de los cuales salían, en forma de hacecillos, rayos muy resplandecientes, que caían sobre la tierra... También vio en la parte superior del retablo escritas en caracteres de oro estas palabras: ¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Las cuales palabras formaban un semicírculo que, pasando sobre la cabeza de la Virgen, terminaba a la altura de sus manos virginales. En esto volvióse el retablo, y en su reverso viose la letra M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María... Luego oyó estas palabras: Es preciso acuñar una medalla según este modelo; cuantos la llevaren puesta, teniendo aplicadas indulgencias, y devotamente rezaren esta súplica, alcanzarán especial protección de la madre de Dios. E inmediatamente desapareció la visión".

Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración, siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro" Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.

lunes, 24 de noviembre de 2014

SAN CLEMENTE I, IV PAPA, 23 DE NOVIEMBRE


Clemente I, Santo
Clemente I, Santo

IV Papa, 23 de Noviembre 


Fuente: Archidi?is de Madrid



IV Papa de la Iglesia Católica
(entre los años 93 a 101)

La comunidad cristiana de Corinto, radicada en una de las ciudades más cosmopolitas, dio -mezclados con muchas alegrías-, algunos motivos de preocupación; ya en tiempos del apóstol Pablo que adoctrinó a los primeros hubo problemas con algunos cristianos que perdían su fuerza por la boca y se mostraron indisciplinados. Años después se repitió la historia de los carismáticos que no aceptaban someterse a la autoridad de los legítimos pastores. El papa Clemente tuvo que intervenir en esos episodios poco agradables, molestos y preocupantes; era preciso corregir la desunión y evitar el peligro cismático.

Clemente I, obispo de Roma durante diez años, mandó a aquellos fieles una espléndida carta que llevaron Claudio Efebo, Valerio y Fortunato. Está escrita en griego, que era entonces el idioma oficial, y transportaba a Corinto la paternal recomendación de practicar la caridad fraterna. No figura en el escrito el nombre de su autor, pero el análisis interno induce a pensar casi con certeza que el autor, al ser obispo y de Roma, debe ser el papa Clemente, el cuarto papa, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Cleto, por eso se le atribuye con toda probabilidad. De hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea que califica la carta como "universalmente admitida, larga y admirable", Orígenes y el resto de los escritores eclesiásticos.

Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios.

Algunas Actas legendarias -con toda probabilidad falsas- lo presentan emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano, o pariente de aquel Flavio Clemente al que mandó matar el emperador por el crimen de "ateísmo". Otros testimonios aducen su condición de liberto de la casa Flavia; unos afirman que procedía del paganismo, mientras que otros lo presentan con ascendencia judía. Hay quien lo quiere identificar con el homónimo mencionado por al Apóstol Pablo en la carta a los filipenses como colaborador suyo, y hasta afirma alguno más que fue convertido en Roma por la predicación de Pedro.

Sea como fuere, a través del escrito se ve la fina figura de un papa conocedor del Antiguo y Nuevo Testamento y bien experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde de donde nace la aceptación de la autoridad; expone -con la seguridad que dan las disposiciones divinas y no las componendas humanas- la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño"; no falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.

Es admirable descubrir con nitidez la conciencia de su autoridad y de su obligación universal al intervenir en uno de los primeros conflictos, en virtud de su suprema autoridad. Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal, Roma ordenó y fue obedecida.

La carta se considera tan autorizada por los destinatarios que sesenta años más tarde aún se leía a los fieles, en la asamblea dominical, según consta por testimonio de Dionisio de Corinto.

Párrafos de la carta de Clemente dan a entender que se escribió al finalizar una de las persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió inesperadamente de pacífico a cruel.

Clemente murió mártir al final del siglo I.

En torno a su muerte tampoco falta el relato imaginativo de las actas tardías (s. IV) configuradas con una frondosa literatura que intenta realzar la figura del santo. Suponen que el emperador Trajano le desterró al Quersoneso, en Crimea, condenándole a trabajos forzados en una cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. La leyenda referirá abundancia de hechos prodigiosos como el haber sido arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su cuello; pero un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol; cada aniversario de su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco y cuando una madre olvidó en una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año siguiente vivo.

El ancla que está presente en su iconografía más bien nos sugiere la firmeza de la fe y la seguridad de la unidad de las que fue Clemente eminente campeón con su enérgica defensa al mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En medio de las persecuciones, es el obispo de Roma la indiscutible voz suprema del magisterio.
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Hoy también se festeja a Santa Lucrecia 

¡Felicidades a los Clementes y Lucrecias!

sábado, 22 de noviembre de 2014

SANTA CECILIA, VIRGEN Y MÁRTIR, 22 DE NOVIEMBRE

Cecilia, Santa
Mártir, 22 de noviembre

Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net



Virgen y Mártir

Martirologio Romano: Memoria de santa Cecilia, virgen y mártir, que, según la tradición, consiguió la doble palma por amor a Jesucristo, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma. El título de una iglesia en el Transtíber lleva desde antiguo su nombre (s. inc.).

La gran devoción popular hacia la virgen y mártir romana hizo que el nuevo calendario litúrgico conservara su memoria, a pesar de que faltan documentos históricos anteriores al siglo VI. Esta devoción y el mismo patrocinio de Santa Cecilia sobre la música sagrada se deben efectivamente al relato de su martirio, titulado Pasión, fechado después del año 486. En ella la fundadora del “título” de la basílica de Santa Cecilia en Trastévere es identificada con una santa homónima, enterrada en las catacumbas de San Calixto y que habría sufrido el martirio durante el imperio de Alejandro Severo, hacia el 230.

En la Liturgia de las Horas se lee: “El culto de Santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo”.

Cecilia, noble y rica, iba todos los días a la Misa celebrada por el Papa Urbano en las catacumbas próximas a la Vía Apia, y una multitud de pobres la esperaban porque conocían su generosidad. En el día de su boda con Valeriano, mientras el órgano tocaba, ella cantaba en su corazón: “solamente para el Señor” (de este pasaje de su Pasión tuvo origen el patrocinio de Cecilia sobre la música sagrada); después, llegada la noche, la joven le dijo a Valeriano: “Ninguna mano profana puede tocarme, porque un ángel me protege. Si tú me respetas, él te amará, como me ama a mí”.

Al contrariado esposo no le quedó otro remedio que seguir el consejo de Cecilia, hacerse instruir y bautizar por el Papa Urbano y después compartir el mismo ideal de pureza de la esposa, recibiendo en recompensa su misma gloria: la palma del martirio, al que por gracia divina se asoció también el hermano de Valeriano, Tiburcio.

Aunque el relato del martirio parece fruto de una piadosa fantasía, históricamente es cierto que Valeriano y Tiburcio fueron mártires y que fueron enterrados en las catacumbas de Pretestato. Después del proceso, narrado con abundancia de detalles por el autor de la Pasión, Cecilia fue condenada a la decapitación, pero los tres poderosos golpes del verdugo no lograron cortarle la cabeza: esto se debió a que, según el relato, Cecilia había pedido al Señor la gracia de ver al Papa Urbano antes de morir.

En espera de esta visita, Cecilia pasó tres días en agonía, profesando su fe. No pudiendo decir ni una palabra, expresó con los dedos su credo en Dios uno y trino.

jueves, 20 de noviembre de 2014

SAN EDMUNDO, MÁRTIR, 20 DE NOVIEMBRE


Edmundo, Santo

Edmundo, Santo

Mártir, 20 de Noviembre 



Por: Arquidiocesis de Madrid | Fuente: Arquidiocesis de Madrid





Mártir
20 de noviembre

Offa es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.

Pronto da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas, huérfanos y necesitados.

Reina así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.

Edmundo reúne como puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción pero no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro San Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.

Sus súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan una voz que dice: "Here", es decir, "aquí".

Este piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.

martes, 18 de noviembre de 2014

DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, FIESTA, 18 DE NOVIEMBRE


Dedicación de las basílicas de los santos Pedro y Pablo, apóstoles.
18 noviembre
Por: | Fuente: EWTN



 La primera de ellas fue edificada por el emperador Constantino sobre el sepulcro de san Pedro en la colina del Vaticano, y al deteriorarse por el paso de los años fue reconstruida con mayor amplitud y de nuevo consagrada en este mismo día de su aniversario. La otra, edificada por los emperadores Teodosio y Valentiniano en la vía Ostiense, después de quedar aniquilada por un lamentable incendio fue reedificada en su totalidad y dedicada el diez de diciembre. Con su común conmemoración se quiere significar, de algún modo, la fraternidad de los apóstoles y la unidad en Iglesia (1626; 1854).

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua.
La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.
Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.


sábado, 15 de noviembre de 2014

SAN ALBERTO MAGNO, DOCTOR DE LA IGLESIA, 15 DE NOVIEMBRE


Alberto Magno, Santo

Alberto Magno, Santo
Doctor de la Iglesia, 15 de noviembre 



Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net




Obispo de Regensburgo, Doctor de la Iglesia
Noviembre 15

Alberto nació en Lauingen, Baviera, a inicios del siglo XIII. A los 16 años se trasladó a Padua para cursar sus estudios universitarios. Fue allí donde conoció al superior general de los dominicos, el beato Jordán de Sajonia, que lo encauzó hacia la vida religiosa.

En el año 1229, vistió el hábito de los frailes predicadores y fue enviado a Colonia, en donde se encontraba la escuela más importante de la Orden. Enseñó en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo, Colonia y París. Era tal la concurrencia de alumnos a sus clases, que se vio obligado a enseñar en la plaza pública, que todavía hoy lleva su nombre. Entre sus discípulos destaca Santo Tomás de Aquino, de quien san Alberto dijo: “Cuando el buey muja, sus mujidos se oirán en todo el orbe”. Con ellos, la escolástica alcanzó la plena madurez.

Elegido superior provincial de Alemania, abandonó la cátedra parisiense para estar constantemente presente entre las comunidades que se le habían confiado. Recorría a pie las regiones alemanas, mendigando alimento y hospedaje. Posteriormente fue nombrado obispo de Ratisbona y a pesar de su elevada dignidad, supo dar ejemplo de un total desapego de los bienes terrenos. “En sus cajones no había ningún centavo, ni una gota de vino en la botella, ni un puñado de trigo en su granero”.
Dirigió la diócesis durante dos años.

Posteriormente solicitó la renuncia a su alto cargo, y regresó a la vida común del convento y a la enseñanza en la universidad de Colonia. Para prepararse a la muerte, hizo construir su tumba ante la cual todos los días rezaba el Oficio de difuntos. Murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Fue canonizado en 1931 y declarado patrono de los científicos. Mereció el título de “Magno” y de “Doctor Universal”.
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