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Oraciones por las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas


Preces por los sacerdotes


A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor...


A nuestro Santísimo Padre el Papa, Dale Señor tu corazón de Buen Pastor.

A los sucesores de los Apóstoles, Dales Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes.

A los Obispos puestos por el Espíritu Santo, Compromételos con sus ovejas, Señor.

A los párrocos, Enséñales a servir y a no desear ser servidos, Señor.

A los confesores y directores espirituales, Hazlos Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu.

A los que anuncian tu palabra, Que comuniquen espíritu y vida, Señor.

A los asistentes de apostolado seglar, Que lo impulsen con su testimonio, Señor.

A los que trabajan por la juventud, Que la comprometan contigo, Señor.

A los que trabajan entre los pobres, Haz que te vean y te sirvan en ellos, Señor.

A los que atienden a los enfermos, Que les enseñen el valor del sufrimiento, Señor.

A los sacerdotes pobres, Socórrelos, Señor.

A los sacerdotes enfermos, Sánalos, Señor.

A los sacerdotes ancianos, Dales alegre esperanza, Señor.

A los tristes y afligidos, Consuélalos, Señor.

A los sacerdotes turbados, Dales tu paz, Señor.

A los que están en crisis, Muéstrales tu camino, Señor.

A los calumniados y perseguidos, Defiende su causa, Señor.

A los sacerdotes tibios, Inflámalos, Señor.

A los desalentados, Reanímalos, Señor.

A los que aspiran al sacerdocio, Dales la perseverancia, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales fidelidad a Ti y a tu Iglesia, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales obediencia y amor al Papa, Señor.

A todos los sacerdotes, Que vivan en comunión con su Obispo, Señor.

Que todos los sacerdotes, Sean uno como Tú y el Padre, Señor.

Que todos los sacerdotes, Promuevan la justicia con que Tú eres justo.

Que todos los sacerdotes, Colaboren en la unidad del presbiterio, Señor.

Que todos los sacerdotes, llenos de Ti, vivan con alegría en el celibato, Señor.

A todos los sacerdotes, Dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti, Señor.

De manera especial te ruego por aquellos sacerdotes por quienes he recibido tus gracias; el sacerdote que me bautizó, los que han absuelto mis pecados reconciliándome contigo y con tu Iglesia, aquellos en cuyas Misas he participado y que me han dado tu cuerpo en alimento, los que me han transmitido tu palabra y conducido hacia Ti.


A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.


Oración por los sacerdotes de Cristo



Oh Jesús, Eterno Sacerdote ! guarda a tus sacerdotes al abrigo de tu Corazón. Guarda sin manchas sus manos consagradas que diariamente tocan tu santo Cuerpo, y limpios sus labios teñidos con tu preciosa Sangre.

Guarda puros sus corazones, marcados con el sello sublime del Sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, que tu santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice sus trabajos y que el fruto de sus desvelos sea la salvación de muchas almas. que serán su consuelo aquí y su corona eterna. Amén.


Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas

Señor Nuestro Jesucristo, Tú dijiste a tus Apóstoles: "la mies es mucha pero los obreros pocos; rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su campo". 

Humildemente te suplicamos que envíes a tu Iglesia numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. 

Te lo pedimos por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, y por la de nuestros Santos Patronos y Protectores, que con su vida y merecimientos santificaron nuestro suelo. 

Amén.


ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES
A LA VIRGEN DE GUADALUPE



Virgen de Guadalupe,
Evangelizadora de las Américas,
¡Madre de Dios, Madre de la Iglesia
y Madre Nuestra! Tú eres el orgullo
de nuestra gente. 

Jesús, tu Hijo, cambió
el agua en vino porque tú se lo pediste.
Te imploramos, Madre Misericordiosa,
que obtengas para nosotros todas las
gracias que necesitamos de tu Hijo.

Intercede ante Él para que bendiga a las
Américas con muchas vocaciones al
sacerdocio, a la vida religiosa, al
matrimonio cristiano y a la vida laical.
Madre de Dios, ruega por nosotros ahora
y siempre.
Amén




Oración por los sacerdotes 

Oh Jesús, Eterno Sacerdote ! guarda a tus sacerdotes al abrigo de tu Corazón. Guarda sin manchas sus manos consagradas que diariamente tocan tu santo Cuerpo, y limpios sus labios teñidos con tu preciosa Sangre.

Guarda puros sus corazones, marcados con el sello sublime del Sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, que tu santo Amor los proteja de todo peligro.


Bendice sus trabajos y que el fruto de sus desvelos sea la salvación de muchas almas. que serán su consuelo aquí y su corona eterna. Amén.

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

Oración de petición por los sacerdotes

Padre Nuestro que estás en el Cielo:
Para que Tu Nombre sea santificado,
Señor, danos sacerdotes.

Para que Tu Reino venga a nosotros,Señor, danos sacerdotes.
 
Para que nos comuniquen el pan de la Palabra y de la Eucaristía, Señor, danos sacerdotes.
 
Para que en Tu Nombre perdonen nuestras ofensas,
Señor, danos sacerdotes.
 
Para que nos enseñen a perdonar a los demás,
Señor, danos sacerdotes.

Para que nos auxilien en nuestra lucha contra las tentaciones, Señor, danos sacerdotes.
 
Para que en el momento de nuestra muerte nos ayuden a vernos libres del mal, Señor, danos sacerdotes según tu corazón.
 
Amen



Oración por los sacerdotes
Autor: Madre Teresa de Calcuta


María Madre de Jesús y de cuantos participan de su misterio
sacerdotal, acudimos a ti como hijos que acuden a su Madre.

Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.

Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades. Ruega por nosotros, para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.

Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado. Invocamos Tu amor para que el amor pueda reinar, y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.

Invocamos tu bendición para que nuestros sacerdotes puedan ser como la imagen de tu Hijo, Señor y Salvador nuestro Jesucristo.

Amén.





ORACIÓN POR LOS SACERDOTES 

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amén."



ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN
DE LOS SACERDOTES

(S.S. PAPA PÍO XII)

Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor, Fuente de vida, que por singular generosidad de tu dulcísimo Corazón nos has dado nuestros sacerdotes para que podamos cumplir plenamente los designios de santificación que tu gracia inspira en nuestras almas; te suplicamos: ven y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.

Sé en ellos, oh Jesús, fe viva en sus obras, esperanza inquebrantable en las pruebas, caridad ardiente en sus propósitos. Que tu palabra, rayo de la eterna Sabiduría, sea, por la constante meditación, el alimento diario de su vida interior. Que el ejemplo de tu vida y Pasión se renueve en su conducta y en sus sufrimientos para enseñanza nuestra, y alivio y sostén en nuestras penas.

Concédeles, oh Señor, desprendimiento de todo interés terreno y que sólo busquen tu mayor gloria. Concédeles ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia hasta el postrer aliento. Y cuando con la muerte del cuerpo entreguen en tus manos la tarea bien cumplida, dales, Jesús, Tú que fuiste su Maestro en la tierra, la recompensa eterna: la corona de justicia en el esplendor de los santos. Amén.


Oración por los sacerdotes
Autor: Su Santidad Pio XII



Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor,
Fuente de vida, que por singular generosidad
de tu dulcísimo Corazón nos has dado nuestros
sacerdotes para que podamos cumplir plenamente
los designios de santificación que tu gracia
inspira en nuestras almas; te suplicamos: ven
y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.

Sé en ellos, oh Jesús, fe viva en sus obras,
esperanza inquebrantable en las pruebas, caridad
ardiente en sus propósitos. Que tu palabra, rayo
de la eterna Sabiduría, sea, por la constante
meditación, el alimento diario de su vida interior.
Que el ejemplo de tu vida y Pasión se renueve en su
conducta y en sus sufrimientos para enseñanza nuestra,
y alivio y sostén en nuestras penas.

Concédeles, oh Señor, desprendimiento de todo interés
terreno y que sólo busquen tu mayor gloria. Concédeles
ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia
hasta el postrer aliento. Y cuando con la muerte del
cuerpo entreguen en tus manos la tarea bien cumplida,
dales, Jesús, Tú que fuiste su Maestro en la tierra,
la recompensa eterna: la corona de justicia en el
esplendor de los santos.

Amén.


Oración por los sacerdotes


Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen


Oración por los sacerdotes


Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen


Oración de Santa Teresita del Niño Jesús por los sacerdotes



¡Oh Jesús!
Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
por tus sacerdotes que sufren tentación,
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
por tus jóvenes sacerdotes,
por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes enfermos,
por tus sacerdotes agonizantes
por los que padecen en el purgatorio.

Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes
que me son más queridos,
al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados,
a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido
y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron,
me alentaron y aconsejaron,
a todos los sacerdotes a quienes me liga
una deuda de gratitud, especialmente a...

¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón
y concédeles abundantes bendiciones
en el tiempo y en la eternidad! Amén.


Oración por los sacerdotes


Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.

Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.

Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen


Decálogo del seminarista
El Seminario no es un lugar. ¡Es mucho más! Es una experiencia irrepetible




1. El tiempo del seminarista son horas de búsqueda intensa de Cristo, de encuentro con El y con un horizonte: dejarse agarrar totalmente por el para, luego, hablar, ser y vivir en El.

2. El Seminario no es un lugar. ¡Es mucho más! Es una experiencia irrepetible. Un oasis en el cual, el seminarista, va configurándose con Jesús, aclarando ideas y , sobre todo, ahondando en el deseo de ser discípulo de Cristo.

3. Como los Magos, el seminarista, pone sus ojos en el Señor; deja la ofrenda de su juventud o de su vida ante aquel Niño que, siendo joven, será salvación de la humanidad. Como los Magos, el seminarista, no debe de perder de vista “la estrella de la fe”.

4. Jesús gusta de compañía. No quiere llevar adelante el anuncio del Reino en solitario. El seminarista, de igual forma, se deja acompañar, querer, indicar y profundizar por aquellos que conviven con él: formadores, profesores, compañeros, sacerdotes, familiares, etc.

5. El seminarista sabe que, su trabajo, es perfeccionar su formación espiritual, humana y cultural. Son recursos de los que tendrá que echar mano el día en el que, postrándose en tierra, sea sacerdote para Dios, al servicio de la Iglesia y de los hombres.

6. El amor y el conocimiento de las escrituras, el amor a la Iglesia y la noción de su historia, ha de llevar y empujar al seminarista a comprender el Dios revelado en Jesucristo.

7. El seminario es un tiempo propicio para forjar la personalidad del futuro presbítero. Una etapa en la que se disipan dudas y temores y en la que, lejos de sentirse prepotente, el seminarista contempla a un Jesús humilde que quiere formar parte de su existencia.

8. Quien no descubre a Jesús..¿puede hablar de El? ¿Está capacitado para dar testimonio de su Reino y de su justicia? Vivir con Cristo, bajar hasta lo más profundo de su corazón, debe de ser para el seminarista una aventura constantemente inacabada. A Dios nunca se le termina de abarcar ni de conocer totalmente. El seminario promueve, incentiva con cuantos medios sean necesarios, el deseo de conocer más y más a Cristo.

9. Amar a María supone acoger una de las últimas voluntades de Jesús “ahí tienes a tu Madre”. El seminarista no se siente sólo en la cruz, en las pruebas, en la noche oscura. María le acompaña siempre en su búsqueda. Le sostiene porque sabe que, el seminarista, ama y quiere seguir los pasos de su Hijo.

10. Los Magos, después de adorar, volvieron a su tierra por otros caminos. El seminarista, después de una intensa etapa de formación, adoración, conocimiento, oración y maduración personal….ha de volver a la vida por caminos muy distintos a los que el mundo desea. Ha de ser, sobre todo, “alter Christus”.



Autor: Javier Leoz | Fuente: www.javierleoz.org


No estás sola...
Las vocaciones aún existen

Sé que es fácil decir esto, pero que cuesta mucho que lo comprendamos y más que lo vivamos


Por: Germán Sánchez | Fuente: Catholic.net 




No me refiero a la ayuda de Cristo, ¡ésa seguro la tienes! Pues desde el inicio de este artículo hemos establecido que si la vida consagrada es un patrimonio de la Iglesia, Jesucristo ha prometido siempre su asistencia a Ella, por lo tanto nunca nos faltará su ayuda.

Me refiero más bien a tu comunidad, a tu Congregación. La labor pastoral vocacional no es una labor individual. No es una labor para la "animadora vocacional" a quien la vemos todos los viernes subir a un autobús guitarra en mano, con diez o quince chiquillas y verla regresar el domingo medio muerta, pero con la sonrisa de oreja a oreja. La labor vocacional tampoco es la preocupación de la Madre General y su Consejo que nos ha exteriorizado sus angustias y desvelos en la última carta circular, pidiendo una colaboración más estrecha en la búsqueda de vocaciones. Tampoco es la responsabilidad de las religiosas ancianitas de nuestra comunidad que ofrecen sus oraciones, sacrificios y penurias por las vocaciones.- No. La labor vocacional es obra de todas. Desde la religiosa que atiende la portería, hasta nuestra hermana que está en cama, pasando por la última novicia que acaba de entrar en la Congregación hasta llegar a la maestra de novicias, o de júniores, incluso le atañe a la hermana que preparara las comidas en el hospital o hace la guardia nocturna en el pasillo de enfermos terminales o quien va a visitar a los encarcelados. Con esto quiero decir que la labor vocacional es obra de todas y cada una de las religiosas en la Congregación.

Sé que es fácil decir esto, pero que cuesta mucho que lo comprendamos y más que lo vivamos. Es necesario que comprendamos los tiempos que estamos viviendo. Sé que para lagunas religiosas por su edad, su psicología o por el ambiente en el que han vivido resulta muy difícil entender que todas deben ponerse a buscar vocaciones. Pero es necesario dar este paso.

Ahora bien "buscar vocaciones" no significa dejar el puesto de trabajo y lanzarse al África, a las Filipinas o a la América Latina como cazadores en busca de presas. Desde el punto en donde Dios quiere a cada una de las religiosas, desde ahí se puede hacer labor vocacional. Es necesario por ello crear una "mística vocacional" al interno de cada una de las Congregaciones. Lo repito: esto no se logra de la noche a la mañana y llevará tiempo, fatigas y desvelos, pero es necesario hacerlo. De nada sirve que una o dos hermanas en la Congregación estén motivadas en la labor vocacional si no encuentran apoyo en la Congregación.

Una labor lenta pero segura, sabiendo de antemano que las vocaciones aún existen.


Sin otra opción, no hay vocación auténtica
Necesitamos, como nunca antes, permear todos los espacios de la Iglesia de una sólida cultura vocacional;


Por: Carlos J. Díaz Rodríguez | Fuente: Duc in altum! en http://www.religionenlibertad.com 




Necesitamos, quizá como nunca antes, permear todos los espacios de la Iglesia de una sólida cultura vocacional; es decir, la conciencia de que, en vez de dar vueltas en círculo, hay que definirse y asumir un estilo de vida concreto: casado, sacerdote, religioso, laico, etcétera. Una cultura que sea amplia, capaz de considerar todos los caminos que existen, aunque especificando claramente las particularidades o acentos de cada uno. Sin duda, hay tres campos prioritarios al momento de plantear el tema de la propia vocación: el colegio, la universidad y los grupos de pastoral juvenil que tienen la facilidad de adaptarse a diferentes estructuras. Pues bien, los encargados de acompañar a los jóvenes en la búsqueda de lo que harán con sus vidas, deben considerar un elemento de discernimiento que casi nunca se toca: constatar si la persona tiene una opción distinta a la que piensa asumir. Dicho de otra manera, que no decida por resignación o para garantizar un futuro económico a costa de la falta de transparencia. Un fraile decía a un grupo de aspirantes que para poder entrar a la orden antes debían plantearse si se consideraban aptos para el matrimonio, explicándoles que la “no aptitud para entablar una relación seria –en este caso, con una mujer-, podía ser un obstáculo para vivir su vocación como religiosos y sacerdotes”. A simple vista, podríamos decir: ¿qué sentido tiene que les pregunte sobre el matrimonio si serán frailes y, por lo mismo, no se casarán? Pues hay una lógica en todo esto. Pensar, por ejemplo, en la vocación sacerdotal, de ninguna manera debe ser motivado por “no servir de casado”, sino que, aún teniendo las aptitudes para hacerlo, se elige otro camino que también vale la pena. Cuando se pretende tomar una decisión sin otras posibles opciones, en realidad no se decide nada. Hay que evitar en el acompañamiento vocacional, lanzar una propuesta mientras la persona no se cuestione y amplíe sus horizontes, porque entonces la elección se toma a la ligera y, probablemente, con una dirección equivocada.

A veces, ante el déficit de vocaciones a la vida religiosa, se puede caer en la tentación de hacerle la invitación a una persona que “no tenga nada que perder”; es decir, afectada por una cierta indiferencia. Las renuncias, permiten dar sustento a la decisión y esto también puede trasladarse al ámbito del noviazgo y del matrimonio. Hay que tener opciones para poder elegir una en particular de forma seria y fortalecida por la oración. De otra manera, se vuelve una salida o evasión de la realidad. Toda propuesta vocacional, supone que la persona tenga la intención de tener una mirada más amplia de su vida. Si no la tiene, habrá que ayudarle y, hasta que consiga identificar las opciones que tiene, tomar la decisión clave, la definitiva.  

Vamos a un caso concreto: Juan Pablo II, el joven Karol Wojtyla. Entró al seminario, pero no porque le faltaran sueños o ideales. Tenía la opción de casarse y del teatro. Eligió ser sacerdote, pero con la claridad de que tal decisión, conociéndose y de cara a Dios, era la mejor para él. Si, por el contrario, hubiera sido alguien sin ganas u oficio, la opción hubiera sido dudosa. Es verdad que promover vocaciones entre personas que van teniendo claro su deseo de vivir con coherencia y un sentido convincente cuesta trabajo, pero no hay que renunciar a los “difíciles”, porque para la vida religiosa se necesitan cubrir ciertas exigencias que, al ignorarlas, dificultan el ejercicio de la misión. Es fácil acercarse a alguien que no se cuestiona, pero al final esa decisión será superficial y equivocada. En cambio, los que buscan, preguntan y se abren a las cosas sanas, pueden tener un panorama más completo y maduro.

La vocación supone considerar las opciones existentes, a fin de pesar y pensar las cosas delante de Dios. No es irse directo sin cuestionarse o tomar nota de su forma de ser. Antes bien, discernir, como lo recomendaba San Ignacio de Loyola. De esa forma podremos acompañar mejor y elevar la coherencia en el marco de la Iglesia, siendo corresponsables en el desarrollo de la propia vocación. Acompañar; especialmente, a los que tienen algo que perder, porque esa pérdida, bien entendida, se traduce en compromiso y entusiasmo maduro por la vía elegida.


El Papa Francisco revela cuál es “la tentación más peligrosa” para los seminaristas
Por Miguel Pérez Pichel




VATICANO, 10 Dic. 16 / 08:02 am (ACI).- El Papa Francisco advirtió a los seminaristas que el gran obstáculo que deberán esquivar durante su formación para el sacerdocio es el narcisismo, pensar solo en uno mismo, “la tentación más peligrosa”.

En un discurso dirigido en el Palacio Apostólico a la Comunidad del Pontificio Seminario Regional de Puglia “Pío XI”, el Papa describió el ministerio sacerdotal como una vocación que se realiza a través de una triple pertenencia: “al Señor, a la Iglesia y al Reino”.

“Esa pertenencia –explicó el Santo Padre–, naturalmente, no se improvisa, ni nace después de la ordenación, sino antes”.

El Pontífice explicó que “la palabra ‘pertenencia’ implica el sentirse parte de un todo. Solo si nos sentimos parte de Cristo, de la Iglesia y del Reino, caminaremos bien en los años del Seminario”.


Francisco advirtió a los seminaristas que “no todo comienza y termina conmigo. Puedo y debo mirar más allá de mí mismo, con el fin de acogerme a la belleza y a la profundidad del misterio que me rodea, de la vida que me supera, de la fe en Dios que sostiene cada cosa y a cada persona, incluso a mí”.

“¿Cómo puedo acogerme a Cristo si solo pienso en mí mismo?”, se preguntó el Papa. “¿Cómo puedo disfrutar de la belleza de la Iglesia, si mi única preocupación es salvarme, protegerme y salir indemne de cada circunstancia? ¿Cómo puedo entusiasmarme con la aventura de la construcción del Reino de Dios si cada entusiasmo queda frenado por el miedo a perder alguna cosa mía?”

En este tiempo litúrgico de Adviento, dijo, “estamos invitados a vigilar el riesgo real de ser narcisistas, porque sin esta vigilancia ningún camino vocacional es realmente posible”.

Por lo tanto, hay prepararse para pertenecer “a Cristo, a los hermanos con los que compartimos el ministerio y la fe, a todas las personas que encontramos en la vida. ¡Y es en el seminario donde se empieza a aprender a relacionarse bien!”.

“No se puede pretender caminar hacia el sacerdocio sin haber tomado esta decisión en el corazón: quiero ser un hombre que se relacione”.


El Obispo de Roma invitó a los presentes a no sentirse “diferentes de sus coetáneos. No traten de ser mejores que otros jóvenes. Aprendan a estar con todos, no tengan miedo de ensuciarse las manos”.

“Si mañana van a ser sacerdotes que vivan en medio del pueblo santo de Dios, hoy deben comenzar a ser jóvenes que sepan estar con todos, que sepan aprender de cada persona que se encuentran en el camino, con humildad y con inteligencia”.

Sin embargo, precisó, esa relación con los demás debe fundamentarse en el Señor. “Que la base de toda relación sea la relación con Cristo”, señaló, e indicó que “el lugar en el que crece la relación con Cristo es la oración, y el fruto más maduro de la oración siempre es la caridad”.




Oración por la Santa Iglesia y por los sacerdotes



Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo Sacerdote,
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.



(Santa Faustina Kowalska)




ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 
SACERDOTALES Y RELIGIOSAS



Señor Jesús, así como llamaste un día a los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, continúa también ahora haciendo resonar tu invitación: ¡Ven y sígueme!

Da a los jóvenes y a las jóvenes la gracia de responder prontamente a tu voz. Sostén en sus fatigas apostólicas a nuestros obispos, sacerdotes y personas consagradas.

Da la perseverancia a nuestros seminaristas y a todos los que están realizando un ideal de vida totalmente consagrada a tu servicio.

Suscita en nuestra comunidad el espíritu misionero. Manda, Señor, operarios a tu mies y no permitas que la humanidad se pierda por falta de pastores, de misioneros, de personas entregadas a la causa del Evangelio.

María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir "sí" al Señor que nos llama a colaborar en el designio divino de la salvación.

Amén



ORACIÓN POR LOS SACERDOTES


"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."



Oración por la santificación de los sacerdotes


A continuación una Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de Santa Teresita del Niño Jesús:


Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: ..............)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.

Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.

Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén.



Oración por las Vocaciones - San Juan Pablo II


Padre santo:
Fuente perenne de la existencia y del amor,
que en el hombre viviente
muestras el esplendor de tu gloria,
y pones en su corazón la simiente de tu llamada,
haz que ninguno, por negligencia nuestra, ignore este don o lo pierda,
sino que todos, con plena generosidad,
puedan caminar hacia la realización de tu Amor.

Señor Jesús,
que en tu peregrinar por los caminos de Palestina,
has elegido y llamado a tus apóstoles
y les has confiado la tarea de predicar el Evangelio,
apacentar a los fieles, celebrar el culto divino, 
haz que hoy no falten a tu Iglesia
numerosos y santos Sacerdotes, que lleven a todos 
los frutos de tu muerte y de tu resurrección.

Espíritu Santo: que santificas a la Iglesia
con la constante dádiva de tus dones,
introduce en el corazón de los llamados 
a la vida consagrada
una íntima y fuerte pasión por el Reino,
para que con un sí generoso e incondicional
pongan su existencia al servicio del Evangelio.


Virgen Santísima, que sin dudar
te has ofrecido al Omnipotente
para la actuación de su designio de salvación,
infunde confianza en el corazón de los jóvenes
para que haya siempre pastores celosos,
que guíen al pueblo cristiano por el camino de la vida,
y almas consagradas que sepan testimoniar
en la castidad, en la pobreza y en la obediencia,
la presencia liberadora de tu Hijo resucitado.

Amén.



Seminario San José Marello - Santa Eulalia - Lima - Oblatos de San José


Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas



Señor Nuestro Jesucristo, Tú dijiste a tus Apóstoles: "la mies es mucha pero los obreros pocos; rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su campo". Humildemente te suplicamos que envíes a tu Iglesia numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Te lo pedimos por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, y por la de nuestros Santos Patronos y Protectores, que con su vida y merecimientos santificaron nuestro suelo. Amén.




Congregación Religiosa Oblatos de San José  - Provincia del Perú



ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
"Rogad al Dueño para que envíe operarios a su mies”



Te pedimos por el don de vocaciones sacerdotales y religiosas
para que en todas partes sea amado tu Corazón.
Despierta en muchos jóvenes
una vocación sincera, alegre y entusiasta;
con un espíritu de bondad, humildad y sencillez y que quieran
compartir su vida como voceros de tu Evangelio.
Esto te lo pedimos por intercesión
del Inmaculado Corazón de María
y de San José nuestro protector.
Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.

Por siempre. Amén.











Oración por la santificación de los sacerdotes
Redacción ACI Prensa





Hoy, Jueves Santo, Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal; por lo cual, se celebra el día del sacerdote. Este sacramento del orden es recibido por todos aquellos que se ven llamados por Dios a dedicar su vida a la salvación eterna de sus hermanos.

A continuación una Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de Santa Teresita del Niño Jesús:

Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: ..............)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.

Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.

Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación de muchas almas
que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén.






ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 
SACERDOTALES Y RELIGIOSAS
Foto: Congregación Oblatos de San José - Provincia del Perú




SEÑOR JESÚS,
te pedimos que envíes a tu pueblo
los servidores que necesita.
Escoge de nuestras parroquias,
de nuestros hogares,
de nuestras escuelas y universidades
una abundante cosecha
de ardientes apóstoles para tu Reino:
sacerdotes, religiosos, religiosas,
diáconos, misioneros y
apóstoles seglares;
y haz que los llamados por Ti
nunca pierdan conciencia de la
grandeza y necesidad de su vocación.

¡Oh!, Virgen María,
Madre de la Iglesia,
enseña a decir a todos los llamados
por el Señor,
un sí con alegría,
como el que tú dijiste en la Anunciación.


Amén.





Señor, tú me llamaste…



Hay llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero otras más sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus habituales ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al Espíritu de Dios que nos inspira y mueve emprender una vida más plena y satisfactoria, más generosa y entregada.

Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y que ama.

Señor, tú me llamaste para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas, que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo.

Todos en una época de su vida tienen que afrontar una decisión importante: ¿qué seré cuando sea grande? Es el planteo del problema vocacional. Resolverlo con acierto es decisivo porque incide en tu felicidad. Para eso debes empezar por conocer tu propia verdad: inclinaciones y disposiciones naturales que te marcan, desde el nacimiento, una dirección.


* Enviado por el P. Natalio







Santa Virgen María, Madre de los sacerdotes, te confiamos los sacerdotes y seminaristas del mundo entero.


“¡Creo que la Virgen María tiene grandes deseos que haya muchas personas que recen por los sacerdotes! A través de esta frase sencilla el Espíritu Santo nos envió en misión para sostener a los sacerdotes y seminaristas y también para hacer amar a la Iglesia.
Descubrimos una evidencia: es necesario dejar de criticar a nuestros sacerdotes y callar sus debilidades, a menos que se trate de actos criminales.

La Virgen María nos invita a transformar nuestras recriminaciones en oraciones y a entregarle todos los sacerdotes… ¡Ya que ella es su Madre! Ella se ocupa de sus hijos y los guía a lo largo de su sacerdocio. En María, los sacerdotes renuevan su sacerdocio en el Espíritu Santo y nos conducen a la alegría eterna. Cuanto más unidos estén los sacerdotes a la Virgen María, tanto más fácilmente Ella podrá guiarlos para conducirnos a la santidad haciéndolos a ellos mismos más santos.

Podemos escoger confiarlos durante la misa, o junto a María al pie de la Cruz y ofrecer la comunión por ellos, para que las gracias de la Muerte y de la Resurrección de Jesús se extiendan en su sacerdocio para la mayor gloria de Dios y de la Iglesia.
Santa Virgen María, Madre de los sacerdotes, te confiamos los sacerdotes y seminaristas del mundo entero.



Anne Isabelle Chartier-Kastler 







10 consejos para descubrir tu vocación
Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos ¿Cuás es mi camino para lograr esa meta?


Por: Karla Estrada Navarro | Fuente: PadreSam.com 




Si estás leyendo esto es porque más de alguna vez te has hecho la pregunta: ¿Cuál es mi vocación? Hacerse esta pregunta significa que te has dado cuenta de que, Dios es tu Padre, te ama y quiere lo mejor para ti y tú, quieres seguirle. O pueda que no sepas mucho acerca de qué es la vocación, no tengas mayor idea o incluso… te de miedo este tema en la vida cristiana, puede que sea hasta un tema tabú. Sin embargo, si estás aquí es porque te ha ganado la curiosidad y has vencido un miedo al leer este texto. No te vayas, seguro Dios quiere decirte algo hoy.

¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “vocación”? En efecto, normalmente pensamos en los sacerdotes, en los religiosos, en los consagrados, y ahí está el primer error, pensar que la vocación es solo para los que se consagran. Todos los cristianos tenemos una vocación, la santidad: “Él nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad.” (2º Carta a Timoteo 1, 9).

Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos, ahí entendemos que ésta se puede vivir de diferentes maneras: vocación al matrimonio, vocación a la vida sacerdotal o vida consagrada, laicos consagrados. También entendemos que la vocación es (1) una llamada de parte de Dios y, al mismo tiempo, (2) una respuesta de amor a Dios para servirle hasta el final de nuestros días, sea cual sea la vocación a la que nos llama Dios.

“¿Qué quiere Dios de mí?” es una pregunta que le compete a todo cristiano.  Por eso, tanto si tienes claro lo que quieres, o si no tienes idea de a dónde te llama Dios, acá te dejo estos 10 consejos para encontrar una respuesta.

1. Asume tus dudas. Pueda que pienses que eres raro por cuestionarte cuál es tu vocación, pero no, no eres raro, eres un enamorado de Dios que quiere agradarle. No te recrimines si sientes que tienes dudas respecto a la vida vocacional. Al contrario, solo asumiendo tu realidad, podrás ser verdaderamente libre. ¡Alégrate, estás en el camino hacia el cielo!

2. Pide ayuda, busca un director espiritual. Ante tanta confusión, ideas y sentimientos encontrados, es normal no hallar la salida. Es comprensible si te sientes confundido, indeciso… y es por eso que es muy recomendable que busques a un director espiritual, un sacerdote con el que hagas un acompañamiento espiritual. Es por ello que debes pedirle a Dios que ponga en tu camino un director espiritual que te ayude a descubrir cuál es tu vocación. Si ya tienes un director espiritual, dale gracias a Dios por ello. No dejes de rezar por él para que sea un canal limpio de la voz y amor de Dios para ti.

3. ¡Manos a la obra y a rezar! Asumidas las dudas, junto con tu director espiritual debes empezar el camino llamado “discernimiento”, es decir, pedir un corazón dispuesto y un oído atento para descubrir cuál es la voluntad de Dios para tu vida. Mediante una vida sacramental sólida y una vida de oración constante, Dios te irá revelando cuáles son los pasos por dar. En estos momentos, la lectura de la Palabra es un elemento fundamental. Trata de tener una disciplina en tu vida de oración, porque así el corazón se pondrá en sintonía con la voz de Dios. Pide siempre prudencia para ver todo de acuerdo a la voluntad de Dios.

4. ¡Alto, no corras! No hay por qué apresurarse. Quizá sonará duro lo que te diré, pero: la vocación debe elegirse por convicción, no por decepción. En este discernimiento, la virtud de la paciencia es importante y vital. San Ignacio de Loyola decía: “En tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Por ende, si estás pasando quizá una decepción amorosa o una decepción por alguna figura de la Iglesia: detente, respira y pide iluminación a Dios. No tomes decisiones permanentes sobre sentimientos pasajeros.

5. No dejes que tu historia familiar sea un obstáculo para encontrar tu llamado. Es aquí una de las razones más importantes de un acompañamiento espiritual. Quizá tu historia esté marcada por momentos difíciles a causa del matrimonio de tus padres o quizá tus padres no estén de acuerdo con la idea de que formes una familia basada en el matrimonio o estén en contra de los sacerdotes o religiosos… ¡No desfallezcas! Recuerda que este es un camino donde Dios te llama a seguirle, sea cual sea la vocación. Por eso, es normal encontrar obstáculos o heridas que sanar, pero si te dejas guiar por Dios, y tienes paciencia, Él te irá revelando que, a pesar de cualquier oposición o problema, con Él siempre encontrarás la felicidad.

6. ¡No te quedes en lo abstracto! Descubrir la vocación que Dios tiene para ti, es un salto de fe, se debe confiar plenamente la vocación y la misión al Señor. No te estanques en el miedo, o en lo idealista… busca, habla. Si tu sientes que estás llamado a la vida consagrada/religiosa habla con sacerdotes y religios@s, que te compartan su carisma. Busca en internet los diferentes carismas existentes. Lo genial de nuestra Iglesia es que, ¡somos ricos en carismas! Si sientes que tu vocación es la vida matrimonial, busca ejemplos de matrimonios virtuosos tanto en la historia de la Iglesia como en la actualidad. Ni el matrimonio ni la vida consagrada es un juego, asegúrate de conocer bien los compromisos de cada vocación. La única manera de quitarte la curiosidad es visitar, ir a la vida real y cotidiana.

7. ¡Fuera miedos! Sí, quizá es el paso más difícil, pero es el más necesario. Es normal tener miedo, es un gran paso el identificar cuál es tu vocación… pero de la mano de Dios, tu director espiritual y tu corazón dispuesto, las cosas irán cayendo por su propio peso. Desde el momento que te des cuenta que esto es un diálogo de amor entre Dios y tú, ¿por qué tener miedo? Es Dios, tu Padre que quiere salir a tu encuentro. No dudes en pedirle su Auxilio. Él sabe que somos miedosos, sabe cuánto nos puede costar hacerle esa pregunta: ¿A dónde me quieres, Señor? Pero no tengas miedo al compromiso. Este camino es de valientes y si estás aquí es porque Dios sabe que eres capaz de vivir la radicalidad del Amor. Recuerda lo que nos dice San Juan “No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor” (1 Jn 4, 18). No vivas en el miedo, vive en el Amor.

8. No pierdas la paz. No desistas, el camino de discernimiento vocacional puede ser difícil y hasta un desierto, pero no olvides que Dios está contigo, camina a tu lado y te alimenta como a Elías cuando se rindió (1a Reyes 19, 7). Si ves que no avanzas en el camino, respira, “ten calma contigo mismo y mira a dónde vas”, como dice Martín Valverde. Recuerda a San Francisco de Sales: “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”. ¡Ojo! Tampoco huyas de la decisión. Paciencia no es sinónimo de cobardía. (Sí, sé que es posible que dé un ataque de pánico… pero respira, Dios no se muda. Él te sigue esperando).

9. Ampárate de María y los Santos. Como te he dicho, no eres el primero con estas preguntas, en Nuestra Iglesia podemos encontrar tantos ejemplos – matrimonios, sacerdotes, religiosas, laicos consagrados – que pasaron por este momento en el que tú te encuentras ahora. No estás solo. Pídele ayuda a nuestra Santa Madre, que te ayude a decir como ella “FIAT”: Hágase en mi según tu Palabra.

10. ¡Mírate al espejo! Sí, te recomiendo que busques el espejo más cercano y te digas: “Soy hijo de Dios y Dios me ama.” Él te conoce, Él te creó con amor y te llamó a la existencia para ser feliz y servirle en santidad. Mírate al espejo y descubre en ti los anhelos más profundos de tu corazón. Si sientes que no te conoces, pídele ayuda al Espíritu Santo para que te enseñe tu alma. Si sientes que te faltan las fuerzas o el valor para dar el paso definitivo, no tengas miedo. Él está contigo. Santa Teresita del niño Jesús dijo: “el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad”. Recuerda que la vocación no será solo para ti, sino para toda nuestra Iglesia. Eres importante para Dios y para la Iglesia. Así como eres, Dios te llama. Con tus dudas, con tus pecados, con tus debilidades, con tus fortalezas. Así, Así te quiere Dios.


Como dijo en una ocasión la Hermana Glenda: “Él te hará desear lo que Él te quiere regalar”. Ten paciencia, pídele con constancia y humildad que te revele sus planes de Amor para ti. Ponte en camino, Dios está enamorado de ti, te quiere en sus brazos y en su Sagrado Corazón. Y ese mismo Amor nos irá diciendo cuál es la vocación que nos llevará al cielo a su lado, para gloria de Él y para salvación del mundo.




Congregación Religiosa Oblatos de San José  
Provincia del Perú



ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial

en la unidad del Espíritu Santo. Amén."





Oración por los sacerdotes
Foto: Congregación Religiosa 
Oblatos de San José, Provincia del Perú



Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida

estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen



**Carta de un Padre a un Hijo Seminarista**

Hola, hijo, ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo en el Seminario? Ha pasado tiempo desde que me dijiste que te ibas, desde aquel día en el que te preocupaste porque no me darías nietos, desde el día en el que en esta casa dejé de escuchar tu voz diariamente, desde el día en el que decidiste seguir al Señor.
Quizás no tengas tiempo para leer esta carta con calma, pues yo sé que tienes mucho que estudiar y trabajar; sólo quería decirte que estoy muy orgulloso por la decisión que has tomado y por lo que ésta ha hecho en mi vida y con mi vida.

Recuerdo cuando te tuve en brazos por primera vez; ese día cuando naciste, fue uno de los días más felices de mi vida. ¡Eras tan pequeño, tan blandito! Sentí que el corazón se me llenaba de bondad y de ternura. Sacaste de mí lo mejor que había y que hacía tiempo que no sentía.

En ese momento pensé en Dios, ¿Cómo te había hecho tan bien? Despertaste en mí inocencia y asombro ante el milagro de la vida.
Le pedí que te mantuviera sano, que me dejara verte crecer y que te cuidara siempre; pues yo sabía que desde el vientre de tu Mamá, Él te había pensado y que escogió a este pobre Padre tuyo para estar cerca de ti.
Pero también te tengo que confesar que sentí miedo. Ahora tú dependías de mí, tu alimento, tu seguridad, tu vida, y pensé que no iba a poder, pero verte me daba fortaleza para enfrentarme a lo que fuera.

¿Sabes cuáles han sido mis momentos de mayor felicidad? 
Uno de ellos fue cuando pasabas todo los Domingos en la Iglesia y también cuando recibiste tu sotana, mis ojos se llenaron de alegría al verte feliz.
Pero yo sólo me limitaba a contemplarte y me sentía en paz y feliz.
¡Hasta se me olvidaban los problemas! sólo le pido a Dios una cosa: Que nos mantenga juntos, para juntos poder cumplir tu sueño.

Le pido que esas manos pequeñitas que miré cuando naciste puedan un día consagrar y levantar el Cuerpo de Cristo.
Que puedan bendecir, perdonar aliviar y sanar.
Que esa voz que escuché tantas veces decir "Papá", puedan pronunciar las mismas palabras que pronunció Nuestro Señor Jesucristo.
Que toda tu persona se convierta en Él para llevar alegría donde haya dolor, luz donde haya obscuridad y consuelo donde haya dificultad.

Hijo mío, Gracias porque has hecho que mi vida tomara un rumbo distinto, pues he vivido tantas nuevas experiencias que no tendría si no hubieras elegido ser seminarista.

Gracias, por elegir querer ser Sacerdote.
Con amor, tu Padre.









Oración por la santificación de los sacerdotes
Foto: ACI Prensa




 (ACI).-  Jueves Santo, Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal; por lo cual, se celebra el día del sacerdote. Este sacramento del orden es recibido por todos aquellos que se ven llamados por Dios a dedicar su vida a la salvación eterna de sus hermanos.

A continuación una Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de Santa Teresita del Niño Jesús:


Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: …..)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.

Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.

Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación de muchas almas

que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén.





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